Juan salió del juzgado, se tomó un taxi para su casa. Le mandó un mensaje a Josefina para decirle que ya estaba libre. Que iba a ir a su casa a descansar y que después se comunicaría con ella. Estaba desesperado por pegarse un baño. Una vez que llegó al departamento, entró al baño y abrió la canilla para darse un baño de inmersión. Se sacó la ropa. Agarro tres latitas de cerveza, una hielera a la cual llenó de cubitos, se fue la baño y se metió en la bañera. Pensaba quedarse horas ahí. Mientras tenía todo el cuerpo cubierto de agua fría a excepción de su cabeza, solo tenía sumergida la nuca. Disfrutaba el baño y la cerveza como nunca lo había hecho en toda su vida. Salió de la bañera, se secó y permaneció desnudo. Quería sentirse libre. Siguió tomando cerveza mientras miraba televisión, miraba sin ver, nada le importaba de lo que estaba pasando a su alrededor. Sonó su teléfono, era un mensaje de Josefina que iría a verlo. Juan le contestó que fuera cuando quisiera. Juan se vistió. A la media hora llegó josefina. Cuando juan le abrió la puerta, se abrazaron y comenzaron a llorar juntos. Habían extrañado sus cuerpos de una forma desesperante. Hicieron le amor sobre el piso del living y terminaron en la habitación. Una vez que terminaron se relajaron, Juan se prendió un cigarrillo.
- Juan, vas a tener que dejar esa porquería.
- Jose...no lo voy a dejar.
- No seas cabeza dura. El gobierno te va a meter preso. Estamos en peligro, no tenés mucho tiempo para dejar.
- Ya se...
- ¿Te diste la vacuna?
- No, ni pienso.
- Juan...no seas chiquilín.
- No soy chiquilín, esa vacuna puede tener cualquier cosa.
- Ya lo sé. Pero tu vida depende de eso. No te olvides que antes de meterte en la celda te hicieron estudios. Te sacaron sangre. Va a saltar en el laboratorio que no te diste la vacuna...
- Me quiero ir.
- ¿A dónde?
- Me quiero ir de este país de mierda. Quiero ser libre Jose, me quiero ir con vos y empezar de nuevo.
- Yo te sigo mi amor, ya sabés. ¿Pero a dónde vamos?
- No lo sé. Yo tengo guita ahorrada y vos también. Vámonos. Yo cobro dentro de dos días. Me van a pagar el aguinaldo atrasado. Cobro y nos vamos. No doy más. No aguanto más a nadie. Lo lamento por mi vieja y mi hermana.
A Josefina le llamó la atención la seguridad y la determinación de Juan. Nunca lo había visto así tan seguro de algo. Ella estaba medio zombi por la vacuna pero había cosas que concordaba con Juan.
- Hacemos así. Nos tomamos un barco a Uruguay. Allá hay un montón de lugares re lindos para empezar una nueva vida. Una casita cerca de la playa ¿Qué te parece? – le preguntó entusiasmadísimo Juan –
- Sería un sueño.
- Bueno, hagámoslo realidad. Que deje de ser un sueño.
Josefina puso la televisión. En un noticiero estaban dando novedades sobre las prohibiciones de fumar. El presidente estaba dando una conferencia de prensa. "Vamos a adelantar la prohibición de fumar. Ya le dimos la vacuna anti vicios al cien por ciento de los ciudadanos"
- ¡Qué mentiroso!
"O casi al cien por ciento. Solo hay un pequeño grupo de sediciosos que se han ocultado y que no la han recibido. Los iremos a ir a buscar a sus casas sin miramientos. Aún tienen hasta las cero horas de hoy para rever su actitud. Mañana ya será tarde"
- ¡Qué hijo de puta! Y mira los boludos como lo aplauden, ¿No se dan cuenta que está coartando la libertad?
- Juan, vayámonos hoy a la noche. No importa tu sueldo ni tu aguinaldo.
- No. No pasa nada. No seas tonta.
"Y a partir de las cero horas de hoy los fumadores tendrán una semana para dejar ese vicio del demonio. El que así no lo hiciere será encarcelado en nuestros campos de trabajos comunitarios"
- Trabajos comunitarios. Campos de concentración van a hacer estos hijos de puta.
- Juan...vámonos esta noche...
"Por otro lado para evitar fugas, se prohíben hasta nuevo aviso los viajes en barco y en avión. Se cerrarán todas las fronteras terrestres. Hasta que podamos exterminar hasta el último fumador de nuestra república"
Ahora si Juan se sentía en peligro. Sabía que ese tipo era capaz de cualquier cosa. Lo miraba por la tele y lo veía con su uniforme de miliar, parecía un muñeco, parecía un nene jugando a la guerra. Pero sabía que este loco no jugaba. Debían irse esa misma noche. No tenían mucho tiempo. Comenzaron a llamar para comprar pasajes, pero ya no vendían. Tampoco tuvieron suerte por internet. Juan se sentía como una rata acorralada.
- ¿Y ahora qué hacemos, Juan?
- No se...vamos a tener que ir por tierra. La frontera del norte es un colador. Por ahí vamos a poder pasar seguro.
- Tengo miedo...
- No pasa nada. Vamos a poder salir. Vamos a Paraguay o a Brasil y de ahí a Uruguay. No vamos a cambiar los planes.
- Lo bueno sería tener algún contacto.
- Si...
- ¿Regules?
- Sí, pensé en él. Se portó también conmigo que la verdad que me sentí mal después de que hablé con el juez. Es un tipo raro pero no parece mal tipo. Bah...es asqueroso la verdad...jajajajajajajajaja