Mason amaba los videojuegos, tenía una habitación acondicionada especialmente para éstos. Poseía una pantalla gigante y todas las consolas de videojuegos frente a un amplio y cómodo sofá. Sin embargo, en esos momentos, el sofá estaba arrinconado y en su sitio se encontraba una cuna en color rosa.
—Mañana traerán la carriola, pero el esterilizador de biberones ya está en la cocina —avisó Mark.
Mark lucía gracioso con los peluches bajo sus brazos y su imponente figura de guardia de seguridad.
Mason no tenía idea por qué tenían que utilizar un esterilizador, estaba a punto de preguntar cuando Susan entró en la habitación con la pequeña Vivian.
—La princesa Vivian ya ha tomado su baño rejuvenecedor —bromeó Susan mientras esbozaba una sonrisa tonta sólo para la niña—. Ahora es hora de descansar.
Mason permaneció callado. Sólo había pasado unos minutos a solas con ella y sentía que fue suficiente tiempo de convivencia, ¡él no tenía idea de cómo cuidar bebés! Jessie había entrado poco después, Mason tuvo que fingir que se trataba de su prima.
—¿Ahora cuidaremos niños? —se quejó Jessie cuando entró al renovado cuarto de los videojuegos—. ¿Cuándo tiempo estará aquí?
Susan puso los ojos en blanco mientras arropaba a la bebé que comenzaba a dormir.
—El tiempo que sea necesario —respondió ésta y revisó un mensaje en su celular—. Ava ya está aquí.
Mason suspiró aliviado, comenzaba a temblar sólo de pensar que tendría que cuidar solo a un bebé. No contaba con Jessie, ella cuidaba en sobremanera su sueño para no lucir con ojeras en las grabaciones de la serie de televisión.
Susan salió de la habitación y Jessie se acercó a la cuna, hasta ella debía reconocer que la bebé era bonita.
—Se parece mucho a ti —comentó la actriz.
Mason sintió que su presión se elevó. En tan solo unas horas había envejecido varios años.
—Pues es que es mi prima…
Jessie miró a la bebé que ya dormía y luego a Mason. No pudo comentar más porque entró Ava y envolvió de inmediato en un abrazo a Mason.
—Ya me contaron de tu prima —mintió Ava—. No te preocupes, te daré un curso intensivo de cuidado de bebés.
—Gracias…
¿Qué más podía decir? Se encontraba en shock.
Jessie y Ava no eran las mejores amigas, pues cuando la segunda fue novia de Mason, éste la engañó con Jessie. Sin embargo, trataban de llevar las cosas en paz.
Susan y Mark se marcharon al poco rato. Jessie, Ava y Mason tuvieron una de esas cenas incómodas donde parecía que se podía cortar el aire con un cuchillo. No pudieron hacer mucho más, pues Vivian comenzó a llorar y las clases de Mason iniciaron.
—Debes tener cuidado con su cabecita —advirtió Ava mientras sacaba a la bebé de la cuna—. Es una pena que no está tomando leche materna.
—¿Es importante…?
—Mucho —confirmó Ava—. Me alegra que aceptaras cuidarla.
«No tuve opción…».
—Sí, creo que estuvo bien…
Ava Love lucía hermosa con la bebé en sus brazos. Era una de esas madres que siempre hacían lucir sencilla la maternidad o eso pensaba Mason; supuso que en realidad era bastante complicada.
Ella mantenía su melena roja larga y la esbelta figura que continuaba enfundado en ajustados vestidos cuando subía al escenario. Su carrera como cantante pop había ascendido mucho más desde que se convirtió en madre. No obstante, esa madrugada llevaba un cómodo atuendo deportivo que le quedaba holgado.
—Ya, princesa —arrulló Ava a la pequeña Vivian que continuaba llorando en un tono bajo—. Creo que extraña a su mamá.
—Ni siquiera la recuerdo bien…
Ava puso los ojos en blanco.
—Los bebés suelen llorar por comida, porque su pañal está sucio, tiene cólicos, hay calor o frío —ignoró ella el comentario que le pareció de lo más patán.
—¿Y cómo sé que quiere?
—Aprenderás a identificar sus llantos —sonrió ella—. Ahora creo que tiene hambre.
—¿Y los otros llantos son diferentes?
—Bueno, Mason, si come y sigue llorando es que no es eso, ¿no crees? Tampoco es física cuántica.
Mason tenía sus dudas.
Ava se dirigió a la cocina con Vivian en brazos, Mason las siguió como buen alumno. La cantante lo guio para preparar un biberón con fórmula láctea para bebés; por lo menos descubrió que hasta los biberones eran de los mejores del mercado y que probablemente costaron bastante. Vivian no tendría a su mamá cerca por un tiempo, pero estaría en las mejores condiciones posibles, pensó Ava mientras alimentaba a la bebé con la leche del biberón.
—Qué bueno que se calló —dijo Jessie cuando llegó a la cocina en busca de un vaso de agua—. Debo madrugar para la filmación de unas escenas.
Ava enarcó una ceja sin disimular el disgusto.
—Pues espero que te basten con tres horas de sueño porque los bebés suelen dormir eso como máximo.