"Los cuentos siempre comienzan desde la muerte"
[Setiembre del 2020]
LÍA ROSE ADAMS
Mis piernas duelen después de haber estado casi medio día de pie siendo regañada por el director de la universidad ¿Acaso ese señor no tiene algo más importante que hacer? Y para el colmo me llamaron solo por decirle vieja a una maestra, la clase de quedó asombrada por mi comentario e incluso se rieron, al menos debían agradecerme.
Camino enojada por el pasillo hacia mi próxima clase cuando tropiezo con alguien.
–¡Quítate!–. afirmo queriendo empujar al chico pero me esquiva, sujeta mi mano e impide que lo golpee
–No deberías andar así de amargada por los pasillos–. dice con una sonrisa en son de burla –Y peor aún cuando el chico al que quieres golpear también está de muy mal humor– susurra. Su voz se escucha bien
–Nadie pidió tu opinión– jalo mi mano con fuerza y continúo mi camino, me parece haberlo visto antes. No puede ser, es un compañero de clases.
Todo cambio desde la muerte de mamá, ella era mi vida.
[Mayo del 2020]
Las cosas cambiaron desde que mamá y yo fuimos a vivir con mi padre debido a su enfermedad. Mi padre, un español adinerado mientras que mi madre, una peruana que decidió sacarme adelante pese a los problemas. A pesar de detestar al señor que dijo ser mi padre luego de estar desaparecibido por 18 años, en lo personal hice mi mayor esfuerzo durante un año, continúe mis estudios universitarios con altas calificaciones, me converti en la típica chica popular con belleza e inteligencia. Todo por mi madre. Sin embargo todo cambio cuando recibí la triste noticia de su partida.
Aquel 10 de mayo, el día en que perdí mis sueños, mis amigos y a mi madre.
–Rose, como lo siento, tu madre acaba de...– escuché de la empleada de casa al otro lado del teléfono y simplemente colgué, estaba en shock.
Justo meses antes cumplir dos años en la universidad de medicina, no pude decirle a mi madre que estaba tan feliz por tener buenas notas y continuar mis estudios. Todo mi mundo se vino abajo, quise morir, quise tener a alguien a mi lado pero no hubo ni una sola maldita persona apoyándome. ¿Dónde estaban mis amigos? ¿Dónde estaban los que supuestamente me querían?. Ellos no existían para mi, ya no formaban parte de mi pequeño cuento es hadas.
–Hija, debes ser fuerte- mencionó tranquilamente el señor que decía ser mi padre. –Tu madre padecía fibrosis pulmonar, no hubo mucho por hacer, pero prometo ser igual a ella–.
El día del velorio solo pude ver el cuerpo de mi madre por uno segundos, lucia mal, el señor se volvió a acercar a mi al notar mi indiferencia hacia el
–Tranquila, haré que no te falte nada, hija– recostó su brazo sobre mi hombro
–No soy su hija– musité aunque él no pudo escucharme
–Ambos saldremos adelante, eres una luchadora, después de todo tienes mi sangre en tus venas–. expresó y soltó una risa
–Al menos amo a mi madre en algún momento ¿verdad? Entonces ¿Cómo puede estar en calma?–. sentí un nudo áspero en la garganta
–Estaremos bien, Lía...–. solo ese nombre fue necesario para destruirme por completo
–¡No me diga así! usted no tiene derecho a hacerlo, solo es un bastardo que huyó de sus problemas dejándola sola ¡es un completo cobarde!–. comencé a destrozar mis cuerdas vocales
–Hija, cálmate...– lo volví a interrumpir
–¡Que no soy su hija! ¡Dígame! ¡¿Cuánto pago para que dijeran que fue fibrosis pulmonar?! ¡Se perfectamente que mi madre tenía problemas en la cabeza! ¡Solo es un maldito cobarde!– comencé a sollozar, él solo me observo, su mirada era neutra. –¡Responda!–
Corrí hacia el ataúd de mi madre, mi sol de toda la vida se oculto para nunca volver
–¡Madre! ¡No me dejes con este bastardo!
Yo solo quiero verte una vez más, vuelve a sonreírme como lo hacías– grite con esperanzas de que ella respondiera pero no lo hizo, ni lo haría nuevamente
–Lía...es momento de que vayas a estudiar–
No comprendo por qué me pusiste tu nombre, uno que odie ¿Sabes? No tuve el valor suficiente de contarte todos mis secretos, lo hice para no molestar.
Me hubiera encantado causarte problemas...para que me regañes y luego me brindes abrazos llenos de gentileza. Pero no puedo regresar de tiempo atrás, ya no, estaba tan ocupada que no pude despedirme de ti. ¿Me habrías perdonado por todas las veces en que te saque lágrimas? Ya no podrás responderme esa simple pregunta pero mi cabeza me hace pensar que soy la culpable. Soy egoísta, lo sé.
Es tu culpa por haber nacido
Esa noche, encerrada en mi habitación, llore como nunca antes, desquite mis penas ahogándome en mis lágrimas, me miraba al espejo constantemente para repetirme lo mismo.
–Tu tienes la culpa, tienes más maldita culpa, si tan solo no hubieras nacido, ella estaría bien y habría cumplido sus sueños– me reprochaba –¡Eres una maldita bastarda!–. rompí el espejo de golpe y comencé a sangrar, caí al suelo y descubrí que el dolor del corte no se comparaba al de mi corazón, pero al menos lo reducía considerablemente, esa fue la opción que elegí.
Hice que remplazáran el espejo roto y me quedé con un pedazo, me lastime para aminorar el dolor aún sabiendo que era lo incorrecto.
Con mis ojos cafés, sus ojos, sin expresión alguna vi como la enterraron, mi "padre" no dijo nada desde el incidente, pasamos días en silencio, nuestro hogar parecía un museo antiguo. Deje de ir a estudiar por dos semanas, conseguí pastillas antidepresivas y cigarros gracias a una empleada, pero no más, sabía que si empeoraba mi madre estaría desepcionada, tuve muchos lujos pero no eran suficientes para llenar el vacío de mi corazón, el señor se la pasaba trabajando, mi mala actitud comenzó y todo el personal de casa renunció, ¿Fue algo bueno? Pues si.
[Setiembre del 2020]
Mi vida es un completo desastre, es lo que forje, perdí a todos mis amigos, los de la otra clase siguen interesados en mi sin saber la persona que soy. Me causa gracia.