El veneno de tu amor

Capítulo 5

—Por un momento temí que fuera una excusa y que ya no ibas a acceder a salir más conmigo —dijo Vicente mientras tomaban asiento en una de las mesas libres de la cafetería.

—Lamento haberte cancelado, surgió un improvisto de último momento con mi mamá —mintió Fátima sin mirarlo a la cara.

—¿Fue por su enfermedad? —preguntó Vicente con genuina empatía en los ojos.

Fátima torció la boca y negó con énfasis. Una cosa era mentir, otra muy distinta usar la salud de su mamá para engañar a la gente.

—No, afortunadamente lleva algunas semanas estable —dijo acercando su silla a la mesa.

—Me alegro de escuchar eso. Desde que me contaste no dejo de pensar en qué haría si mi mamá se enfermara. En verdad debe ser duro para ti y tu hermano.

—Lo es, además, papá ya es un hombre mayor y las preocupaciones le hacen daño. Así que lo pasamos entre cuidarla a ella y cuidarlo a él, es muy estresante sentir que el bienestar de ambos está en tus manos —dijo con un suspiro de agobio. Había días que no se percataba de lo complicado que era navegar la situación en casa hasta que lograba expresarlo con palabras.

—Si en algo puedo ayudarte…

—Gracias, estar fuera un rato y pasarlo bien es ayuda suficiente —dijo Fátima con una sonrisa sincera.

Vicente estiró su sólido brazo sobre la mesa y pescó la mano de Fátima. Sus dedos se veían enormes comparados con la delicada mano de ella y la observación lo hizo sonreír. Fátima entrelazó sus dedos con los de él, el gesto se sintió íntimo e hizo que ambos sintieran un cosquilleo por sus brazos. Sin soltar su mano, Vicente acercó su silla un poco más a donde ella estaba.

—La próxima semana empiezo mi nuevo empleo. No sé que tan ocupado voy a estar, pero créeme que intentaré verte lo más posible. Si tú gustas, claro.

—Por supuesto que quiero verte todo lo que se pueda. Ay, es una pena, tú entras al trabajo cuando yo salgo de vacaciones —dijo Fátima con un suspiro—. ¿Qué clase de trabajo contrata en pleno diciembre?

—Lo sé, durante las entrevistas pensé que me harían empezar en enero, pero al parecer tienen un proyecto grande y necesitan todas las manos disponibles de inmediato. Sobre todo por la época en la que muchos se van de vacaciones. Yo, como el nuevo, me quedaré a trabajar todo lo que se necesite para compensar la ausencia de los demás.

—Estoy segura que quedarán encantados con tu desempeño. Para estas fechas el siguiente año serás el jefe de todos —dijo Fátima con una sonrisa y la voz llena de confianza.

Vicente soltó una carcajada.

—No sé si lo logre, pero me conformo con que estén contentos con mi trabajo. De lo demás, ya veremos —dijo menos optimista.

—Algún día serás director de la empresa, puedo verlo.

—¿Acaso eres adivina? —preguntó Vicente en tono divertido.

—No, pero sé reconocer a alguien capaz cuando lo veo y tú, Vicente, estás destinado al éxito.

—Te agradezco la confianza, pero ni siquiera he empezado el empleo. Cabe la posibilidad de que sea un desastre y me despidan el primer día.

—No será así, confía en mí. El lunes en la noche iremos a cenar para celebrar tu éxito.

Vicente asintió sin dejar de sonreírle.

—Tenemos un trato.

 

Tal como Fátima lo supuso, el primer día de trabajo de Vicente transcurrió sin incidentes, sus compañeros de trabajo eran amables y el ambiente laboral era bueno. Al finalizar el día se sintió lleno de optimismo, esperanzado en que su futuro en la empresa se veía brillante. Tal vez algún día pudiera llegar a jefe, justo como Fátima creía. La idea lo hizo sonreír, Fátima lo tenía fascinado, aunque era consciente de que en su situación actual no le podía ofrecer las comodidades a las que ella estaba acostumbrada, pero si lograba desempeñarse bien y progresar laboralmente, algún día eso podía cambiar.

Para celebrar el acierto, Vicente la llevó a cenar a un restaurante de comida italiana. Aunque, a decir verdad, era una mera excusa, pues aun si su día hubiera ido mal, Vicente de cualquier modo la habría invitado a salir.

—Cuéntame todo, quiero saber los detalles —pidió Fátima en cuanto el mesero se fue.

—Inmejorable, la gente se ve muy agradable, me tocó un buen cubículo y el equipo de trabajo parece sólido. Estoy muy contento con todo.

—Lo sabía, tendrás mucho éxito.

—¿Qué hay de ti? Al fin de vacaciones, debes sentirte muy contenta.

—Lo estoy, ya me hacía falta un descanso. Aunque planeo seguir trabajando en mi tesis, quiero graduarme lo antes posible.

—Si tan solo Carolina tuviera tú misma mentalidad —se lamentó Vicente.

—Tenle paciencia, cada quien encuentra su camino a distintos tiempos —aseguró Fátima—. Puede que te sorprenda el próximo año y se aplique más en sus estudios.

—Eso espero. Hablando de estudios, ¿has pensado qué harás después de graduarte?

—Aún no, durante mucho tiempo estuve segura que deseaba ir al extranjero a estudiar un posgrado, justo como lo hiciste tú, pero con el estado de salud de mis papás, la verdad es que no me atrevería a dejarlos —dijo Fátima con un atisbo de pena.




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