El veneno de tu amor

Capítulo 9

Ya había anochecido cuando Vicente dejó a Fátima en su casa. Entró sintiéndose molida y con ganas de ir a recostarse. Al entrar, lo primero que notó fue la imponente figura masculina que la esperaba.

—¿Dónde estabas? —preguntó Tony con los brazos cruzados.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella de vuelta.

—Vine a ver a tu hermano, pero tú papá lo llamó a su recámara un momento —explicó él mirándola fijamente y Fátima tuvo la sensación de que visitar a Santiago solo era una excusa para verla a ella—. No has contestado mi pregunta, ¿dónde estabas?

Por una fracción de segundo, Fátima sintió el impulso de decirle que estaba con su novio, a ver si así de una buena vez la dejaba tranquila, pero entonces recordó a Marco y se detuvo. Si sus sospechas eran correctas y Tony en verdad había mandado golpear a Marco solo por haber bailado con ella de forma inocente, ¿qué le haría al hombre que había robado su corazón? Lo mandaría a matar, sino es que antes lo torturaba. La sola idea de que pudiera lastimar a Vicente fue todo lo que necesitó para callar. Tony jamás se podía enterar de que ella ya tenía novio, al menos no hasta que disipara sus sospechas sobre lo que había pasado con Marco.

—Estaba de paseo —contestó en tono hostil.

—¿Con quién? —demandó saber Tony.

—¿Me estás vigilando? ¡No es tu asunto!

—Dime con quién estabas, tengo la sensación de que estás ocultando algo —dijo Tony con la mirada oscurecida.

—¿Ocultando algo? Tony, yo ni te conozco, no tengo por qué ocultarte nada —replicó Fátima incrédula de estar teniendo esta discusión.

—Tienes razón, no nos conocemos bien y me gustaría que eso cambiara. Si no te has dado cuenta, tengo mucho interés en que se dé algo entre nosotros, pero tú pareces renuente.

—Es verdad. Lo siento, no tengo nada en contra tuya, solo que no creo que encajemos el uno con el otro. Tal vez podemos ser amigos, pero no creo que haya la posibilidad de algo más entre los dos.

Si era posible, el semblante de Tony se endureció aún más, al punto que Fátima sintió un escalofrío de miedo por todo el cuerpo. Era claro que él no aceptaba bien el rechazo.

—No me interesa ser tu amigo. Te quiero para mí y no pienso rendirme. Desde la primera vez que te vi me encantaste, no dejo de pensar en ti desde ese día. Te quiero para mí y para nadie más. No esperes que me dé por vencido, soy un hombre que siempre obtiene lo que quiere y no acepto un no por respuesta —dijo casi como una amenaza.

—Tony, no pierdas tu tiempo conmigo. Es lo mejor para ambos —dijo Fátima en un susurro.

En ese momento, escucharon que alguien bajaba las escaleras.

—¡Tony! —exclamó Carmen—. Qué gusto tenerte de visita otra vez, nadie me avisó que estabas aquí.

—Lo siento, señora Landa. Estaba con Santiago, pero su marido lo mandó llamar. Espero no ser una molestia —dijo Tony cambiando su enojo por una máscara encantadora.

—Tú siempre eres bienvenido en esta casa. Es más, espero que te quedes a cenar y no aceptaré una negativa por respuesta —dijo ella colocando su mano sobre el hombro del joven.

Fátima sintió deseos de gritarle a su mamá, no podía ser más imprudente.

—Será un placer, señora —dijo Tony sin perder tiempo.

La cena estuvo lista poco después. Como ya lo esperaba, Carmen se encargó de que Fátima quedara sentada junto a Tony. Se sentía tan tensa que apenas lograba pasar la comida, era como si todo se quedara pegado a su garganta. La presencia de Tony a su lado se sentía como neblina a su alrededor, se estaba sofocando. La familia charlaba amenamente, sin tener idea de lo que Fátima estaba experimentando.

—No sé si tu padre ya lo mencionó, pero él y yo nos conocimos cuando éramos jóvenes —comentó Carmen mirando a Tony con interés.

El rubor en las mejillas del joven reveló que sabía bien la historia, al menos una versión de ella.

—¿Lo conocías? —preguntó Camilo con expresión de sorpresa.

—Mi tía Irene mencionó algo al respecto, aunque no me dio muchos detalles —mintió Tony en un tono educado.

—Ah, sí, recuerdo a Irene también —dijo Carmen con cierto desprecio en la voz, sabiendo que ella había sido uno de los artífices principales para alejarla del amor de Rodolfo.

—¿De dónde los conoces? —preguntó Camilo algo ofuscado.

—¿Quién se acuerda de eso, papá? Fue hace tantos años —intervino Fátima tratando de tranquilizar sus ánimos y le hizo una seña a su hermano para que cambiara el tema de conversación.

—Tony, ¿crees que la constructora gane la licitación en Jalisco? —preguntó Santiago llamando la atención de la mesa.

—¿Qué licitación? —quiso saber Camilo.

—Es un proyecto enorme para el gobierno de ese estado, puede representar mucho dinero para la constructora. Mi papá está en estos momentos allá haciendo de todo para ganarla, es probable que yo lo alcance en unos días —contestó Tony.

—Haces bien, es bueno que sepas del negocio de tu familia. Algún día va a ser tuyo —dijo Camilo—. Me alegra ver que eres un joven responsable.




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