El aire puro penetra en mis pulmones. La temperatura ambiente es agradable. Mis manos están en contacto con la hierba húmeda. Algún que otro insecto se aventura por mis ropajes. Los rayos del sol impactan sobre mis párpados cerrados. El astro rey calienta mi alma y me reconforta. El sonido del tráfico de la ciudad es lejano, supeditado al de la brisa en los árboles. El sopor me invade. Mi estómago se encuentra en plena digestión de la comida. Me muevo para acomodarme mejor. Relajo los músculos. Trato de centrarme en algunos de ellos: el cuello, las piernas, los pies, el pecho… Es increíble en qué grado somos capaces de percibir nuestra vida interior fisiológica si le prestamos la suficiente atención. Una nube algodonosa cruza rauda el cielo, proyectando penumbra sobre mí. Espero que pase. Pasa veloz. Es cierto que ha arreciado el viento. Hace un poco más de fresco. El vello de los brazos se me eriza. Veo pasar a un anciano delante de mí. Más allá, una chica trata de controlar a un perro agitado. Vuelvo a recostarme y a cerrar los ojos. Me centro en mi interior más profundo. Me viene a la mente una imagen que he visto alguna vez, de cruces extremadamente complejos de tráfico a varios niveles y con elevado volumen en cada carril. El más completo caos automovilístico. Desecho la imagen, me estresa. ¿Por qué acude a mí? Me centro en el exterior. Hay más paz ahí, fuera. Como si de una imagen bucólica se tratara, una bandada de pájaros cantores me sobrevuela en el preciso instante en que abro los ojos. La imagen bucólica finaliza cuando uno de ellos decide satisfacer sus necesidades sobre mi camiseta. Es mi camiseta favorita. Limpio como puedo el desaguisado con un pañuelo que encuentro en un bolsillo trasero del pantalón. Un jardinero ha empezado a podar a mis espaldas. El estruendo que produce me aporta poca paz. Mirar hacia atrás buscando esa fuente de ruido me hace fijarme en un señor mayor agazapado entre dos arbustos, mirándome de manera extraña. Me hace un gesto que me niego a interpretar. Mis músculos de movimiento comienzan a reclamarme movimiento. Quizás un paseo sea mejor.