El viaje sin retorno

22. Poliamor

—¿Poliamor? Sí, he oído hablar de eso... Pero no me acuerdo bien de lo que significaba —dijo él.

—Que alguien puede amar a varias personas.

—Entonces yo tengo poliamor porque te amo a ti, a mi madre y a mi hermana, ¿no?

—No, atontado, amar en el sentido romántico. Sería que me amas a mí y a otra chica, u otras.

—¿Es posible eso?

—Eso dicen, es la nueva moda.

—¿Es una moda amar a muchas personas?

—Es una moda que se va a quedar, o sea que han salido científicos hablando sobre eso y todo.

—Cariño, ¿me estás intentando decir algo?

—Tranquilo, no amo a otros chicos. Pero podríamos probar eso que hablamos del intercambio de parejas.

—Demasiada información. Voy a echarme la siesta.

Pero Alba acabó convenciendo a Lucas.

Lucas se sentía algo incómodo teniendo a una completa desconocida llamada Asia sentada a horcajadas sobre él, los dos desnudos, al tiempo que su novia estaba al lado contemplando la escena.

—¿Qué miras? Vosotros a lo vuestro, venga —dijo Lucas.

Alba lo miraba divertida.

—¿Te das cuenta de que me estás poniendo los cuernos? —dijo— ¿No te da vergüenza?

—Te recuerdo que fuiste tú la que me metió en esto. Ahora te lo comes con patatas. Venga, líate con ése.

—“Ése” se llama Martín —dijo Martín.

Alba y Martín se centraron el uno en el otro. En apenas unos minutos al sofá del salón no le quedó un hueco libre de carne. Pasados unos minutos más, las dos parejas interactuaron y se fusionaron en una orgía.

—Me ha gustado, ¿pero esto era poliamor? —dijo Lucas.

—Bueno, ha sido más bien una orgía.

—¿Entonces para qué querías hacer esto? Se suponía que querías comprobar el poliamor.

—Poliamor sería si siguiéramos viéndolos y nos enamoráramos de ellos.

—¿De los dos? A mí él no me interesa.

—No, tú de Asia y yo de Martín. Eres un poco tonto, ¿no?

—Es que no me aclaro con esto del poliamor. Yo te quiero a ti y ya está.

—Ya pero a lo mejor podrías querer a Asia al mismo tiempo que me quieres a mí.

—¿Estás hablando de querer o de amar?

—De amar, más bien.

—¡Pues no me líes con las palabras!

—Sabes de qué estoy hablando. Si sigo quedando con Martín a lo mejor me enamoro de él, pero no por ello tendría que dejarte. Podría tener dos novios.

—No, de él no te puedes enamorar.

—¿Por qué?

—No sé si te has dado cuenta pero es argentino.

—¿Y…?

—Que no me imagino que una chica pueda enamorarse de un argentino, son muy cansinos.

—Martín es un ejemplo, podríamos conocer a más gente.

—¿Pero cuántos novios quieres tener tú?

—Los que hagan falta.

—¿Y te vas a casar con todos ellos, y a tener hijos con todos? ¿A bienes gananciales, y cada Navidad con una familia?

—Qué antiguo eres. No habría por qué casarse, ni tener hijos. Y mucho menos lo de los gananciales.

—¿Ahora no quieres tener hijos? No es eso lo que me has dicho siempre.

—El mundo está superpoblado, si algo no le hace falta es más gente.

—Claro, y lo haces por el mundo y no por eso que te ha dado ahora con el poliamor.

—Un poco por todo.

—Vamos a ver, que me queden las cosas claras. ¿Adónde lleva esta conversación? Si vas a acabar dejándome y ésta no es más que una manera sofisticada de hacerlo, prefiero la antigua: dime que me dejas y ya.

—¡Que no! ¡No quiero dejarte! Me encanta que seas tan tonto. Y otras cosas que no te digo para que no te vengas arriba.

—Vaya, se ve que rezumas amor por mí. Se te ve loquita. Pues estaría bien que me dijeras esas cosas por las que me amas, aunque sea para saber que no me vas a dejar.

—Vale. Me encanta de ti que siempre me prestas atención, que te desvives por mí, que eres abierto y no te cierras a las cosas que te digo, que haces lo posible para hacerme sentir bien, que te veo como mi hombre, el que me quiere, me protege a mí y a mis futuros hijos.

—¿Entonces quieres tener hijos? Me estás volviendo loco.

—Lo que te quiero decir es que te veo como el padre de mis hijos. Te aseguro que ésa es la mayor declaración de amor que una mujer le puede decir a un hombre.

—Necesito una siesta. Demasiada información.

—Sí, tú vete a dormir después de las cosas bonitas que te he dicho. Cuando te falte ya me echarás de menos.

—No pasa nada. Como tengo poliamor tendré a muchas otras.

Cuando Lucas estaba ya desvistiéndose para la siesta, entró Alba corriendo y se abalanzó hacia él rodeándole con los brazos. Le dijo en susurros:



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En el texto hay: crimen, romance, drama

Editado: 14.10.2024

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