El viaje sin retorno

26. En invierno el sol es blanco

Hoy he hecho aquaplaning volviendo del trabajo. ¿Que en qué consiste? En conducir un coche que de pronto se cree patinador profesional. Cierto, la carretera estaba helada y ni siquiera tengo neumáticos de invierno. De acuerdo, tampoco conducía con la suficiente precaución dadas las circunstancias. Pero ahora tengo una historia que contar.

Al menos, sé que a la china que me sirve la comida en ese pequeño restaurante para llevar le interesará. Por muy china que sea, noto que tiene interés por mí. A otros clientes ni les mira. Y a mí no sólo me mira, sino que además me sonríe.

Creo que es por mi nuevo look. Me he afeitado la barba y rapado la cabeza. Me he quitado diez años de encima. Parezco un niño.

Efectivamente, la china tenía interés. Hoy me ha metido la lengua hasta el esófago. Previo a ello la invité a salir, claro, y hemos quedado varias veces: a la bolera, al bingo y al pier (me he prometido a mí mismo no buscar nunca la traducción de esa palabra. Tengo la intuición de que perdería su magia). Hay que ser originales.

Me gusta besarla. Tiene los labios más carnosos que he besado en mi vida. Será de una región de chinos con los labios carnosos.

En el pier pasamos un frío de cojones, pero me apetece volver a llevarla allí. Me gusta aún más besar esos labios cuando están casi congelados.

Hoy he visto por la ventana que nevaba, y he salido a reflexionar. Al poco de salir me he quitado la capucha para que me cayeran los copos en la cabeza. Necesitaba pensar con frialdad.

Me he internado por uno de los bosques que los urbanistas (con dos cojones) plantaron en mitad de la ciudad. Aunque ya lo he hecho otras veces, no deja de resultarme extraño poder disfrutar de la naturaleza en el centro de la ciudad. Claro, como soy español (del litoral este, para más inri), no lo puedo entender.

Hacía frío con mayúsculas. El suelo estaba nevado y seguía precipitando.

He pensado que quizás lo he hecho mal con la china. Perdón. Con Jade (es el nombre occidental que ella misma eligió al emigrar). Mi plan es volver a mi país en dos meses. Y ella no lo sabe.

El paseo ha servido a su propósito. He tomado una decisión respecto a Jade.

Aún siento dolor en la mejilla. Al menos, he vuelto calentito a casa. El frío persiste. Las calles son blancas y no parece haber alma en los ojos de las personas que me cruzo.

Es curioso. El guantazo que he recibido cuando le he contado a Jade mis intenciones de volver apenas me importa. Lo que me ha mantenido intrigado durante todo el camino de vuelta, y aún ahora, son las últimas palabras que ha pronunciado antes de volverse y alejarse:

—En invierno el sol es blanco.



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En el texto hay: crimen, romance, drama

Editado: 14.10.2024

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