San bloqueo su celular con sus temblorosas manos al momento de enviar ese mensaje, ese mensaje que aunque breve decía tanto.
Se giró lentamente hacia su amiga Vanessa quien lo miraba Orgullosamente, porque aunque nadie lo vea como algo importante ella sabía muy bien que era un gran pazo para su amigo.
—Estoy tan orgullosa de ti San, veras que él te contestara.
Los dos se encontraban encerrados en un cubículo del baño de mujeres escapando de su odiosa clase de educación física, mientras San seguía procesando lo que había hecho llevó una de sus manos hasta su flequillo para comenzar a jugar con él cómo muestra de frustración.
Tal vez Samuel no se arrepentía en lo absoluto de enviar aquel mensaje a su amor platónico pero si le preocupa lo que el le pueda responder o peor lo que no le respondería, que no le tomará importancia a nada y siguiera con su vida haciendo como si ese mensaje no existiera, como si él no lo hiciera.
Vanessa se inclino hasta quedar a su altura, debido a que su amigo se encontraba en el piso recargando su peso en la puerta del baño.
Al quedar a su altura ella lo noto, vio el momento exacto donde todos lo pensamiento del muchacho colisionaron provocando un caos en su cerebro.
—¡Ay no! Vanessa tengo miedo, ¿y si me insulta? ¿o descubre que fui yo? ¿o si me ignora?, o peor se lo muestra todos para que se burlen de mis sentimientos. —Las palabras abandonaban rápidamente su boca sin parar un segundo para analizarlas dejando que el miedo dominará su cuerpo y su cerebro.
Porque si de algo estaba cansado Samuel era de tener el corazón roto por diversa razones, ¿y si él se lo rompía? ¿y si su amor de años lo hacía? No sabía que haría, porque a San le gustaba soñar con un mundo color rosa, sin importar que la oscuridad los arrastra todas la noche, a él le encantaba brillar aunque no tuviera luz alguna.
Tantas decepciones poco a poco se iban llevando a ese San optimista y soñador, por eso fue que lo hizo, por eso fue que apretó el botón de enviar, porque él era su única esperanza de surgir, la única ilusión que le quedaba de un niño risueño que poco a poco la sociedad se encargo de aplastar.
—San sabes que Lucas no es así, él apreciera tus palabras y te responderá. Si las cosas salen bien hasta terminen siendo novios.
—¡Que dices loca! ¿Él y yo? Imposible