Elaine

4. Marian

La tensión es palpable en aquella habitación, los dos estaban a centímetros uno del otro solo faltaba que alguno diera un paso para que sus labios se juntaran. Y ese paso lo dio él, pero justo cuando estaba apunto de tocar sus labios el timbre sonó haciendo que Elaine agradecerá a los dioses por que estaba apunto de besarla y ella hubiera permitido eso y talvez… rápidamente negó antes de salir de aquella habitación para abrir la puerta  

—Hola hermosa —hablo el hombre parado en su puerta  

Elaine miro con fastidio aquel hombre que estaba parado frente de ella. Gabriel Sanz, el primogénito de las empresas automovilísticas “La luna blanca”  

—¿Que haces aquí Gabriel? —aquel hombre solo sonrió  

—¿A que más? A verte hermosa —trato de tocar su barbilla pero ella lo esquivó  

—Vete, estoy ocupada y no tengo tiempo ni ganas de atenderte —trato de cerrar la puerta —. Así que adiós  

El impidiendo que cerrara la puerta la empujó con la mano  

—Vamos Elaine, podemos pasarla bien —recorrió su cuerpo con la mirada —, solo tienes que aceptar 

Para Elaine eso fue la gota que derramó el vaso, iba a contestarle cuando una voz se alzó atrás de su espalda  

—Mi vida, ya la tina está lista —los dos voltearon a ver lo —. ¿Pasa algo, mi amor? 

Alexander llegó hasta aquella pareja con la toalla aún envuelta en su cadera, cuando estuvo cerca de ella la tomo por la cadera acercándola hacia su pecho con posesividad  

—¿Se te ofrece algo? —preguntó observando al hombre que estaba parado afuera  

—¿Quién diablos eres tú? —gritó Gabriel, para luego ver a Elaine —, ¿Por este me rechazaste? Por este simple… hombre  

Elaine estaba preocupada, sabia perfectamente que es lo que pasaba si Gabriel se enojaba. Algo era seguro, abría problemas  

—Gabriel… por favor cálmate, yo… —trato de tranquilizarlo pero la voz de Alexander se alzó nuevamente ante la de ella 

—¿Y si así fuer que? Ella tiene el derecho de estar con quien ella quiere —le dijo empujándolo haciendo que trastabillé con sus pies 

Elaine sostuvo el aliento al ver cómo los ojos de Gabriel se llenaban de coraje, en entonces se acerco a Alexander poniendo las manos en su pecho  

—Basta —hablo mirándolo a los ojos —, por favor. Para, no lo enfrentes  

Él no supo por que, pero hizo lo que ella le pido. Tal vez fue el miedo que reflejo en su rostro, o lo dulce que se escuchó su voz junto al cálido contacto de sus manos con su piel o simplemente se estaba volviendo loco, pero a pesar de todo estaba haciendo lo que le pido esperando que ella le dijera algo para que el lo hiciera; como un niño al cual le han prometido un premio si se mantenía quieto y se portaba bien, así se encontraba en estos momentos con la única diferencia es que no sabía si habría premio alguno. Elaine volteo a ver a Gabriel, el cual tenía sus puños apretado a su costado, ella pudo ver una gota de sangre correr por sus manos hasta sus nudillos antes de caer al suelo mientras sus ojos se mantenían fijos en Alexander  

—Gabriel por favor vete  

Él la miro con odio para luego mirar hacia el hombre  

—Mejor cuídate —le advirtió al hombre antes de irse  

Los dos lo vieron marcharse, Elaine que muchas veces lo había visto enojado al igual que había sido testigo de la furia de Gabriel no pudo dejar de escuchar su clara advertencia. Alexander se quedó observándola mientras ella estaba recargada aún en su puerta con la vista perdida  

—¿Quién era él? —preguntó rompiendo así el silencio  

Ella al escuchar su pregunta dirigió su mirada hacia aquel que había provocado todo con su imprudencia. Cuando Alexander notó que su mirada estaba cargada de enojo solo pudo hacer lo que siempre le resultaba; sonreír aunque no sabía si esta vez le resultaría ya que la persona que tenía enfrente de él no le agradaba mucho que digamos su presencia de hecho hasta podía jurar que lo odiaba  

—¿Que haces aún aquí? —cruzo sus brazos sobre su pecho —, ya terminaste de bañarte así que largo  

—No has  respondido mi pregunta —le dijo en el momento que ella disponía a sacarlo 

—Eso es algo que no te importa —le hizo saber una vez que estuvo afuera de su departamento —. Y te lo pido de la mejor manera aléjate de mi  

Le pido para luego cerrarle la puerta en su cara. Cuando eso sucedió el solo pudo quedarse parado frente de aquella puerta para luego soltar una sonrisa. Dio la media vuelta pero se paró en seco al ver la puerta de su departamento entreabierta, con sigilo abrió la puerta para luego entrar lentamente; el lugar está en penumbras ya que había dejado las cortinas cerrada asi que con gran agilidad llego hasta el buró de la sala para sacar una pistola, en eso las luces fueron encendidas dejando ver a una mujer sentada en el sillón individual  

—Hola Jones —saludo con la frialdad de siempre  

Alexander dejó soltar un suspiro para luego dejar el arma en la mesa y luego dejarse caer en el sillón  

—¿Qué haces aquí Marian? No deberías estar preparándote para tu boda  

—Samuel se molestó por que no fuiste a la despedida de tu… 

—¿Crees que me importa si se molesta o no? Hace años que dejo de importarme lo que el sintiera y con la despedida no me interesa  

Se levanto para irse a su habitación dando por zanjada esa platica  

—¿Estas diciendo que ni Samuel ni yo te importamos? Alex —lo llamó por el apodo que ella le puso  

—Piensa lo que quieras Marian  

—¡Somos familia! —grito haciendo que detenga su paso —, no podemos estar peleados para toda la vida. O es que ¿A caso aún nos guardas rencor?  

El volteo a verla con el enojo plasmado en su rostro, con rapidez se acercó a ella  

—Entiéndelo nosotros no somos nada —llevo su mano hacia la cadena que colgaba en su cuello —, y rencor seria poco después de todo lo que me hicieron. Me arrebataron lo más importante  

—No fue nuestra culpa Alex… 

—¡No me llames así! —grito tirando el jarrón que estas a un lado —, ya no soy el estúpido niño al que podías manipular a tu antojo  




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