Elaine sintió las fuertes manos de Alexander en su cintura atrayéndola cada vez más a su cuerpo era una dulce y deliciosa tortura. Sentir sus manos aun sobre la ropa por que no eran impedimentos para que le hiciera sentir lo abrasador de su cuerpo. Tan concentrada estaba en lo que le hacía sentir que no noto como él se sentaba en el sofá mientras la tenía a ella sobre su regazo tratando de desabrochar su falda mientras acariciaba su trasero en el proceso, ella se separó para empezar a repartir besos sobre su mandíbula hasta su oído al llegar a esa parte le dijo unas palabras que él no entendió antes de sentir como mordió levemente su lóbulo
— den eísai gia ména oúte egó gia séna (tú no eres para mí ni yo para ti) —escucho nuevamente —, allá aftó den me empodízei na se thélo (pero eso no evita que te desee)
Él quiso preguntar qué es lo que quiso decir pero ella le callo con un beso que le hizo olvidarlo todo y concentrarse en las sensaciones que ella le provocaba, como ninguna otra en toda su vida. Mientras que los dos amantes estaban muy concentrados tratando de apagar sus ansias de uno por el otro las puertas del elevador se abrían dejando ver la figura de un hombre con una sonrisa que deslumbraba a todos los que lo miraban pasar mientras en sus manos tenía un objeto el cual movía entre sus dedos. Al llegar hasta la puerta la miro antes de sonreír, justo ene le momento que sus ojos se volvieron violeta
—¡Alexander amigo mío! —grito apareciendo justo en la entrada —, he llegado
En eso se queda sin hablar al ver la escena que tenían enfrente de él, mientras Alexander lo miraba con odio y Elaine trataba de ponerse su blusa
—Lo siento —se disculpó aquel hombre —, no sabía que tenías compañía
El no contesto solo se levantó para acercarse a ella
—Por favor no te vayas —le suplico en un susurro —, solo dame un minuto y lo hecho pero no te vayas
—No, yo me largo —empezó a caminar hacia la salida y él detrás de ella
Ella se paró un segundo para mirar a los ojos al hombre y tener de él un giño a lo que ella negó y salió dando un portazo. Aquel hombre solo camino como sin nada hasta el sofá donde después se dejo caer soltando un suspiro con una sonrisa
—Ven amigo mío, siéntate a mi lado
—¿Qué haces aquí Seung Kuyng? —le pregunto con evidente enojo
—Me dijo Antón que tenías un gran negocio entre manos —sonrió —, y vine a ayudarte
—Que considerado de parte de Antón —le lanzo la almohada —, pero no quiero tu ayuda. Acabas de arruinarme algo que importante
—Dime algo Alexander —lo miro seriamente —, ¿Tiene algo que ver en tu negocio la mujer que acaba de salir de aquí?
—Si fuera así ¿A ti que te importa?
—Si es así, no te lo permitiré —se puso a su altura —. No jugaras con ella para después robarle
—¿Por qué? Te remueve la conciencia ahora o no quieres que se repita tu historia
Alexander se vio empujado contra la pared antes de sentir el cuchillo sobre su cuello
—¿Qué? Te molesta… te molesta que recuerden tu pasado?
—No juegues con fuego Alexander, no podrás con ella
—No me digas lo que tengo que hacer —lo empujo separándolo de él —, yo haré lo que se me pegue la gana. Así que no te metas
El no dijo nada más, solo sonrió antes dar la vuelta para irse
—Ah, Seung Kuyng —lo miro sobre su hombro —, no vuelvas a utilizar tus trucos para irrumpir en mi casa
Seung solo alzo las manos con una sonrisa antes de irse, al salir de la casa se le borro la sonrisa. En parte tenía razón, lo hacía por su conciencia la cual la tenia manchada por un momento nos ojos se aparecieron en su campo de visión pero rápidamente negó ya no podía cambiar el pasado por más que él quisiera. Al abrirse las puertas del elevador y caminar hasta su auto una voz sonó con un nombre y un título que hace años ya no escuchaba
—Rey Choi Jung
El volteo para verla hay parada atrás de ella con una seriedad que lo trasporto a tiempos atrás
—Mi querida Elaine —sonrió —, años sin verte. Sigues igualita
—Al igual que usted —lo miro de arriba abajo —, bueno con otra vestimenta claro esta
—La verdad me gusta mas esta que la de hace años —sonrió —, pero de las dos formas me veo genial
—¿Qué lo ha traído?
—He venido a ver a… un viejo amigo
—¿Es él? —pregunto
—¿Quién? —pregunto con una sonrisa
—¿Es a quien debo de destruir?
—Hablas de…
—Hablo del ser maligno que ha escapado del averno —lo miro alarmado —, yo sé que tienes contacto con los dioses. Dime si es él con el que tenemos que acaba
—¿A que le temes Elaine?
—Yo no le temo a nada —le aclaro
—Claro que temes, temes que él sea a quien tienes que matar —se le acerco —, temes que esa persona por la que has empezado a sentir algo sea quien tengas que liquidar. Por qué no podrás hacerlo porque mi querida Elaine, te has enamorado de Alexander Jones