Ella Es Mi Promesa

Capítulo 1-2

Cuando terminé de vestirme y me quedé sentado a un lado de mi cama, jamás imaginé que ese día marcaría el comienzo de una hermosa relación y, al mismo tiempo, el inicio de mi calvario emocional. Mi mente se vio inundada por sensaciones hermosas, mi corazón bombeaba sangre con la misma intensidad que esas emociones, y ese momento de tranquilidad antes de salir de mi habitación se experimentaba como un éxtasis. Fue entonces cuando comenzó esta extraordinaria y tumultuosa travesía que cambiaría mi vida de maneras que ni siquiera podía anticipar.

No comprendo cómo las emociones toman control de mi cuerpo; el simple hecho de saber que voy a conocer a alguien me llena de nervios y mi mente entra en una catarsis de emociones, transformándome de una persona racional a irracional. Me encuentro perdido en los recuerdos de cuando conocí a esa mujer con tan solo un "HOLA". Después de un tiempo, estaré frente a una conocida desconocida con la que solo nos hemos visto a través de fotos.

Bajo la cabeza, apoyando mis manos en mi rostro, respiro pausadamente para tranquilizar mis emociones. Mi corazón reduce la intensidad de sus latidos. Una vez calmado, levanto la vista y consulto mi reloj; solo faltan dos horas para ese encuentro, pero siento que el tiempo se paraliza.

Es fascinante cómo el estado emocional puede influir en la percepción del tiempo, dándole formas diversas. En mis momentos de alegría, el tiempo parece transcurrir como un parpadeo de ojos; en la tristeza, se asemeja al lento recorrido de una tortuga. Y cuando me encuentro inmerso en un estado particular, la sensación es única, como si el tiempo real se detuviera a mi alrededor. En esos momentos a solas en mi cuarto, llegué a comprender que soy una persona hermosamente emocional, y como resultado, los próximos días de mi vida cambiarán, marcados por un evento que está fuera de mi control.

El amor, para mí, se revela como un sentido hermoso, uno que desconocía hasta hace poco. En este descubrimiento emocional, se presenta la certeza de que mi vida experimentará transformaciones significativas, guiadas por la fuerza del amor.

Con la decisión tomada, me levanto de la cama con un nudo de emociones en el estómago. Me dirijo al baño, donde el perfume que elijo hoy parece adquirir un significado especial. Cierro los ojos al rociarlo, permitiendo que su aroma se mezcle con la incertidumbre y la anticipación que flotan en el aire.

En el espejo, me encuentro con mi reflejo. Un diálogo interno comienza a tomar forma.

— ¿Estás listo para esto? —me pregunto a mí mismo, con la mirada fija en mis propios ojos.

— Sí, es emocionante, pero también aterrador. ¿Y si no es lo que espero? —respondo, sintiendo el eco de la inseguridad.

— Pero, ¿y si es algo maravilloso? ¿Y si este paso te lleva a algo que nunca imaginaste? —me motivo, buscando contrarrestar el miedo con la esperanza.

Tomo las llaves del auto, sintiéndolas frías en mi mano. Al salir de mi cuarto, las luces tenues de mi casa parecen jugar con las sombras, creando un ambiente que refleja mi propio estado mental.

Al llegar al auto, me detengo un momento antes de abrir la puerta. La llave en mi mano es la entrada a lo desconocido, a un encuentro que podría cambiar mi vida. Mi corazón late con fuerza, como si quisiera recordarme que aún está ahí, listo para vivir todas las emociones que se presenten.

Me subo al auto, enciendo el motor, y mientras las ruedas comienzan a girar, las dudas persisten. Pero también persiste la emoción. En el trayecto, el diálogo conmigo mismo continúa, una mezcla de miedo y anticipación que se entrelaza con cada giro del camino.

— Estás haciendo esto por ti, por la posibilidad de algo hermoso. No dejes que el miedo te detenga —me aconsejo, buscando fortaleza en mis propias palabras.

La carretera se extiende ante mí, un camino que simboliza más que solo el traslado físico. Es un viaje hacia lo desconocido, hacia el encuentro que podría cambiar el rumbo de mi vida. Con cada kilómetro, la ansiedad y la emoción bailan en armonía, recordándome que este viaje, más allá de lo que suceda, es parte fundamental de mi propio crecimiento emocional.

En el auto, mientras manejo por las calles iluminadas, decido encender la radio para ahogar momentáneamente mis pensamientos en la música. Sintonizo una estación y, de repente, suena una canción de reguetón vibrante de Daddy Yankee. El ritmo envolvente y las letras pegajosas son como una inyección de energía que intenta dispersar la tensión en el aire.

De repente, el teléfono vibra con un mensaje. Al mirar la pantalla, veo que es ella. Un escalofrío recorre mi espalda y mi corazón late un poco más rápido. El mensaje dice: "Te esperaré en el cine. No puedo esperar a verte."

Sonrío ante esas palabras y mi mente comienza a formar un diálogo interno.

— ¿Estás listo para esto? —me pregunto nuevamente, mientras conduzco hacia el destino que me aguarda.

— Sí, estoy listo. Esto es lo que querías, ¿no? —respondo, tratando de disipar la incertidumbre.

— Pero, ¿y si no cumple con las expectativas? —mi mente vuelve a cuestionar.

— Entonces, será una experiencia, una lección. No todo en la vida sale como planeamos, pero a veces, las sorpresas son mejores —me animo, recordándome a mí mismo que el miedo no puede dictar el curso de las cosas.

La canción de reguetón sigue sonando, y aunque intento concentrarme en la letra, mi mente vuela entre pensamientos y emociones. Llego al cine y estaciono el auto, tomo una respiración profunda antes de salir.




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