Capítulo 1-4

En ese instante, el tiempo pareció detenerse en una paleta de colores suspendida en el aire, y mi mente se sumió en una introspección intensa. Como si un poder mágico me envolviera, empecé a viajar dentro de mi propia mente. Un velo invisible se deslizaba sobre los recuerdos pasados, y con cada parpadeo, las imágenes dolorosas se desvanecían, como hojas llevadas por el viento.

El eco de las heridas antiguas se disolvía, y en su lugar, surgía una paleta de colores más vibrante. Los momentos difíciles se desvanecían, como si mi mente estuviera dando paso a un capítulo nuevo, libre de las sombras del pasado.

Mientras ella permanecía de espaldas, algo mágico ocurría en mi interior. La bruma de los recuerdos dolorosos se despejaba, y en su lugar, se tejían nuevas memorias. Cada latido parecía ser una pincelada en este lienzo en blanco que se extendía ante mí.

Los destellos de momentos felices emergían, como burbujas de alegría en mi mente. Risas compartidas, gestos tiernos y la promesa de un futuro más luminoso se dibujaban en cada rincón de mi conciencia. Sentí cómo el amor, en ese preciso momento, no solo estaba transformando mi realidad exterior, sino también reinventando mi mundo interior.

La sensación de cambio era palpable. Cada paso, cada palabra, cada encuentro estaba escribiendo un nuevo guion en el libro de mi vida. La metamorfosis emocional se manifestaba, y la promesa de un amor renovado crecía con fuerza en el epicentro de mi ser.

El tiempo, que previamente se había detenido, ahora fluía con una suavidad renovada. Mientras la figura de ella permanecía de espaldas, un renacer emocional se operaba en mi interior. El capítulo que se estaba escribiendo en ese momento se perfilaba como el inicio de una nueva era en la que las cicatrices del pasado quedaban atrás, dando paso a una narrativa de amor y esperanza.

Con el corazón latiendo con una mezcla de nerviosismo y emoción, extendí mi mano hacia ella y regalé el primer "hola" de la noche.

— Hola —dije, intentando ocultar la ansiedad que bullía dentro de mí.

Ella se volvió para mirarme, y la sonrisa que iluminó su rostro transformó la noche en un lienzo lleno de luz.

— Hola —respondió, sus ojos profundos brillando con complicidad.

En ese intercambio de miradas y sonrisas, sentí como si nuestras almas se hubieran encontrado en un lugar especial. La conexión silenciosa entre nosotros creó un momento único, donde las palabras no eran necesarias para entender que algo especial estaba naciendo entre ambos.

Cuando finalmente la vi de frente, sus ojos se revelaron como dos perlas negras, profundas y misteriosas. Fue un instante de enmudecimiento, como si el tiempo se suspendiera por un momento para permitirme apreciar la autenticidad de su mirada.

Me encontré hablándome a mí mismo, un susurro interno que celebraba la maravilla de verla más allá de las fotos. "¿Es real?", me pregunté en silencio, asombrado por la intensidad de su presencia. Su mirada parecía llevar consigo historias no contadas, secretos guardados en el fondo de esos ojos de perla negra.

En ese juego mental, mi propia voz interna se convertía en un narrador emocional, describiendo cada matiz de su rostro, cada destello en sus ojos, como si estuviera desentrañando un misterio delicado y hermoso.

La magia del momento radicaba en esa conexión visual, un encuentro que trascendía las palabras y se comunicaba a través de la intensidad de las miradas. Mis propios pensamientos se entrelazaban con el palpitar acelerado de mi corazón, creando una sinfonía de emociones que pintaban la escena con tonos vívidos.

Era un juego mental fascinante, donde la realidad se fusionaba con la imaginación, y en cada parpadeo, descubría capas más profundas de esa mirada de perla negra. En ese instante, su presencia no solo cambiaba mi percepción de ella, sino que también transformaba mi propia narrativa interna, tejida con hilos de admiración y asombro. Era un momento etéreo, donde la realidad y la fantasía se mezclaban en una danza encantadora.