Ellie

Capítulo 1.

Las Estrellas.

 

Esas que miramos hipnotizados por su belleza y la calidad que emanan. Aunque están tan lejos puedes percibir su brillo y guiarte a través de ellas a un lugar mejor. 

 

Donde pueden ser tu consuelo o darte fortaleza, mirarlas y seguir adelante ya que el camino es largo y pesado; pero siempre con la confianza de que al menos una de las millones que existen, guiará y cuidará tu camino a la felicidad.

 

Por otro lado, El Camino a la Felicidad es… algo tan atemorizante y tan emocionante a la vez. Los diferentes tipos de personas que te acompañan en el recorrido y el misterio del ¿por qué?, el por qué de esa persona que se cruzó en tu camino.

 

¿Me hará feliz su estadía?

Puede ser.

 

¿Me dolerá su partida?

Tal vez.

 

Pero lo mejor es dejar de pensar en eso, terminar el ciclo cumplido y avanzar a uno mucho mejor, donde puedas tener nuevas y mejores experiencias. Eso es la Felicidad.

 

Dejó la pluma sobre las hojas y me detengo a pensar lo que acabo de escribir. “Eso es la Felicidad” aunque hace unos momentos pude abarcar lo que era para mi la felicidad en unos cuantos párrafos, lo vuelvo a leer y… no lo se. Creo que ese tema al igual que el amor, abarca muchos temas y muchos escenarios diferentes. 

 

No. No quiero ponerme a sobrepensar las cosas y martirizarme con algo en lo que tal vez pueda o no tener razón y que nunca voy a poder comprobar. Cierro mi libreta y me quedo por un minuto más mirando al cielo estrellado.

Milo (mi pequeño gato) se acurruca en mis piernas. Me le quedo observando y acaricio su pelaje negro. Dejo caer mi cabeza en el vidrio de mi ventana y cierro los ojos. 

 

La calma y el silencio son dos cosas que me encantan además de el cielo y todas sus facetas claro. Sonará un tanto raro pero, me hacen fluir y es que siento como si me integrara en el ambiente. Como una hoja que revolotea en el aire.

 

Sin duda una de mis cosas favoritas es despejarme un poco de todo al salir por la ventana de mi habitación y sentarme en el techo de lo que abajo es el garage. Desde apreciar el día soleado, los atardeceres, algunos amaneceres después de una buena fiesta y lo mejor, mirar las estrellas y las constelaciones que se forman en ellas.

 

Todo se encontraba en paz y serenidad hasta que el grito de mi madre para ir a cenar me trae de vuelta a la realidad. Intento ignorarlo para quedarme un poco más de tiempo, pero un segundo grito aparece y es mejor ir con ella ya que si no, ella es capaz de venir y tomarme de una oreja para ir a cenar.

 

Cuando bajó las escaleras escucho más voces y más parloteo de lo normal. Al saltar el último escalón veo a una pareja de adultos junto a mi madre en la cocina.

Por lo regular siempre somos mi madre y yo, o a veces su mejor amiga y su familia.

 

Ellos no notan mi presencia ya que ríen con algo que el señor dijo. Avanzo un poco y volteo a la sala donde también hay un chico sentado en un sofá y para ser más exactos, está sentado en mi sofá favorito. Un par de gemelas aparecen de no se donde y revolotean jugando por toda la sala. 

 

En definitiva el mundo se puso de cabeza o fui yo la que se teletransporto a otra dimensión donde a Margaret Wilde le agradan las personas.

 

— ¿Hola? —demande con algo de confusión acercándose con lentitud hacia la isla de la cocina.

 

—¡Ven cariño! Que te presento a nuestros nuevos vecinos. -- me habla apurada viniendo hacia mi para tomar mi mano e ir con los señores.—Ellos son Catalina y Gregori Green —me presenta — Oh y ellos son Oliver, Daila y Ada, sus hijos.

 

Muestro una sonrisa cordial y saludo a los señores, que amables me sonríen de vuelta. Las niñas siguen en los sillones y las saludó de lejos, por otra parte, Oliver se levanta y camina hacia mí dando la mano para saludar.

 

—Mucho gusto, soy Oliver. —me dice el chico de ojos avellana y voz un tanto seductora.

 

—Ellie, encantada— le digo aceptando su mano que aprieta con firmeza la mía.

 

Me sonríe y da un paso atrás. Mi madre que está a lada mio me codea guiñandome el ojo de manera sutil. Ruedo los ojos y ella solo muestra una risilla llevando a todos hacia el comedor.

 

Nos sentamos y mamá destapa una serie de platillos que lucen y huelen muy bien. Tomo un poco de lasaña y también sirvo un poco de ensalada que ha traído la señora Green en mi plato.

Tengo una gemela a cada lado mío y eso es un poco incómodo ya que son pequeñas y a cada nada hacen un desastre con la comida, agregando el que sienta una mirada sobre mi, quien con casualidad es Oliver que está sentado frente a mi. Trato de ignorarlo y pongo atención a lo que mi madre cuenta.

 

—Hubo una vez donde Ellie de pequeña quedó atorada en el inodoro —ríe como si fuera lo más normal del mundo— tome una foto, voy por ella.

 

Me atraganto con la comida y toso haciendo que todos volteen a verme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.