Ellie

Capítulo 4.

Después de dos largas horas viendo las leyes de Newton con el profesor Roftan, al fin era hora del almuerzo. Bajé hasta el pasillo principal que está atiborradao de estudiantes y salgo a la cafetería a ordenar una hamburguesa con papas y queso extra.

 

— Gracias. — le digo a la señora que me da la comida.

 

Mi teléfono vibra en mi bolso y lo saco viendo que es Lía. Mi mejor amiga, que me envia un largo mensaje de:

 

Lía Marquez <3

-¿En dooooonnnndeeeee eeeeestassssss?

Olvidalo, ya te viiiiiiii.

 

Alzo la vista y apenas puedo ver a la castaña que viene corriendo con el celular en la mano antes de que se estrelle contra mi ocasionando que casi se caiga mi comida.

 

— ¡Hey! ¡Casi tiras mi comida! — le gruño sin que se moleste en aflojar su abrazo de oso.

 

— ¡Te extrañe tanto! — dice— No dejes que me vuelvan a llevar.

 

— Si, si, si lo que digas. ¿Ahora puedes soltarme? — lo hace y siento como mi cuerpo va tomando oxígeno de nuevo.

 

— Bueno ahora cuéntame qué ha pasado en los dos últimos meses —. reanudó Lía tomando una papa frita a lo cual la regañé.— Porque yo tuve lo mismo de todos los años, el mismo drama familiar de siempre —. Suspira poniendo un brazo sobre mis hombros mientras avanzamos a nuestra mesa de siempre bajo el sauce en el que estaba en la mañana.

 

Unos minutos después de sentarnos Harry hace su aparición con un cierto brillo después de ver a Lia y rió al ver como se sienta a su lado y le pasa un brazo por los hombros intentando darle un beso en la mejilla y como la otra no se deja. El castaño se rinde y lo deja preguntando cómo fueron nuestras vacaciones de verano.

 

— … la verdad es que parís no es tan divertido. Hay demasiadas rat…

 

— Oh, dios mio, ¿Quien es ese bizcocho andante? —. Interrumpe y suspira Lía viendo detrás de mí.

 

— Pero si estoy… 

 

— Sht, sht —. Calla a Harry haciendo que el castaño frunza el ceño y vea a la misma dirección.

 

No se porque tanto revuelo y frunzo los labios volteando para ver al semejante dios que tanto describe Lía y… no puede ser.

 

El chico camina entre la gente de la cafetería con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta de cuero, sacude la melena que reluce bajo los pocos rayos de sol y se siente como si todo se detuviera mientras el camina en cámara lenta con todas las miradas sobre él.

 

— ¿Oliver? ¿En serio hablas de Oliver? — Oh, no. Lo dije en voz alta.

 

— ¿Oliver? ¿Lo conoces? — pregunta acelerada Lía sacando el pecho y sonriendo con coquetería.

 

— No, bueno si. Es mi vecino— respondo y no pasa mucho en tres… dos… uno…

 

— ¡Tienes que presentarmelo ya! — se para enérgica y viene hasta mi lugar intentando arrastrarme para ver al tal chico Green.

 

— ¿Quién es Oliver? ¿Y por qué Lily se pone como loba en celo? —Pregunta detrás de nosotros Heather comiendo un bote de mermelada y crema de maní, su repentina aparición nos espanta y sobresalta a los tres.

 

Pero de inmediato Lía se para y va hacia ella pidiendo que me convenza de llevarla con Oliver.

 

— Estás mal si piensas que haré eso— le contestó la pelinegra sentándose en la banca.

 

Lía después de unos largos minutos parece desistir y se sienta con un mohín. Ruedo los ojos <<Ya se le pasará>> el descanso continúa normal con la llegada de Sophie quien es una de nuestras mejores amigas así cerrando nuestro grupo y escuchando hablar tonterías de Lía quien por mucho que llegue a cansar a veces, es una de las nuestras y la queremos aun con su tonta personalidad.

 

El descanso llegó a su fin. Intentó buscar con la mirada a Oliver por los jardines pero no dio señales de vida. Subía las escaleras cuando al llegar al tercer piso, la directora Rivers me detiene, una mujer alta, morena y muy imponente he de decir. 

El que me detenga se me hace raro y no puedo evitar entrar en crisis al ver como me dice que si la podría acompañar a su oficina, balbucee y la seguí no sin antes echar una mirada atrás donde Lía me observa con cautela detrás de un muro ya que fue la primera que salió corriendo apenas vio que Rivers se me acercaba.


 

— ¿Qué es lo que quería tronchatoro?— pregunta Heather mientras salimos del instituto. Me río por cómo llamo a Rivers y la verdad no le queda para nada corto el apodo ya que, en vez de dirigir una escuela, parece que dirige una estación militar.

 

— Solo que había estudiado a muchos alumnos y que yo fui la que “ganó” al ser quien dirá el discurso de fin de año y que también será encargada del baile, fiesta y todo eso.

 

— ¿No es precipitado? Aún falta mucho.

 

— Lo sé, pero me dijo que como delegada tendría que saberlo para actuar con tiempo.

 

La madre de Heather llega por ella.

 




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