Era una mezcla de todo. En eso se podía definir a Oliver y al lugar en donde nos encontrábamos. Esto era un bar/estudio de tatuajes/discoteca/tienda de ropa/cafetería algo así se podía describir.
El lugar al que decidi apodar como BECyTD seguía teniendo esa luz neón roja, todas las paredes eran negras con unos cuantos grafitis en ellas, por fuera parecía un lugar muy pequeño, pero adentro tenía una barra de lado a lado donde servían el café y estaban montados los accesorios y ropa que se vendía, en frente un pequeño escenario donde una banda tocaba canciones un poco tristes a mi parecer, en un pequeño cuarto a lado estaban las sillas donde tatuaban a la gente, en el centro algo que podría llamarse una pequeña pista de baile y al fondo unos cuantos sillones y mesas pequeñas.
Aun sin soltar mi mano, Oliver me llevo hasta la caja donde saludó a una chica con la mitad de cabello negro y la otra mitad blanco, asi como Cruella de Vil. Me cayó muy bien, nos invitó una bebida y le dijo al hombre con barba a su lado que nos preparara algo. Nos movimos hasta los sillones donde nos dejamos caer.
— ¿Qué es este lugar? — pregunté asombrada por el lugar.
— La Nona, la encontré la noche en que nos mudamos. Estuve perdido un par de horas hasta que seguí a unos chicos a este lugar. ¿Es asombroso no crees?
— Me encanta.
— Sabía que te gustaria, eres la primera amiga que tengo, por eso te he traído.
— ¿Así que si no hubiera sido la primera, nunca me traerías?
— Claro que no, me caes muy bien y eso es raro.
— ¿Por qué? — inconscientemente empecé a dibujar círculos con mi dedo en su mano.
— Llegue aquí mentalizandome que sería un Oliver muy distinto, alguien retraído, tímido y ese tipo de cosas.
— Pues has sido todo lo contrario — dije divertida— Déjeme decirle señor Oliver Green que su primer día ha sido todo un éxito.
— Chico popular me dicen, ¿cierto señora Ellie Wilde?
Fingí la voz como si fuera una duquesa. — Así es mi estimado señor Green.
Ambos reímos y me entró curiosidad de lo que había dicho. ¿Por qué quería ser alguien distinto? y también el porqué se habían mudado a esta ciudad, en la cena no se habló nada al respecto, al menos no en el tiempo en que yo estuve con ellos.
— Sus cafés. — avisa el hombre de barba dejando las tazas humeantes en la pequeña mesita frente a nosotros.
— Gracias. — Decimos al unísono.
— Oliver.
— Ellie.
— No quiero ser entrometida pero, ¿por qué se mudaron aquí?
La sonrisa cautivadora que tenía se esfumó y dejó una leve fina línea sobre sus labios, se dio cuenta y la cambió por una amable que era más forzada que nada, cambió el tema y no pregunté al respecto. No quería invadir su espacio personal, él ya sabrá si algun dia quiere contarmelo.
— Ese es un cuento para otro dia, rubia.— Dijo en cambio y regresó a su semblante inicial, lo que agradecí ya que no quería poner las cosas tensas.
— Bien, cuéntame otra cosa ¿Cómo estuvo tu día?
Empezamos a hablar sobre su experiencia en detención y como se ganó la rabia de un profesor al coquetear con Holly R. en plena clase, pero en su defensa él no sabía que ella era su hija. Luego de terminar los deliciosos cafés que hace Enzo, (el chico de la gran barba) la banda que estaba tocando se fue y llegó una nueva que cantaba covers de Red Hot Chili Peppers, que nos hizo cantar la mayoría de las canciones. También nos quedamos como media hora viendo como tatuaban un dragón chino en la espalda de una chica, fue muy divertido.
El día se nos alargó y me dejó un poco tarde en mi casa, cosa que no tuvo mucha importancia ya que mi madre aun no regresaba del trabajo.
— La veo mañana, señorita Wilde de Gales.— bromeó haciendo una reverencia.
— Por supuesto, Duque Oliver.
Entré a mi casa y le di de comer a Milo, para luego acostarme en el sillón de la sala a ver películas por el resto de la tarde acompañada de mi pequeño gato.
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Editado: 23.08.2024