Los secretos.
Guardados en el fondo de nuestro interior, desde el más inofensivo hasta el más oscuro. Yo tengo secretos, todo el mundo los tiene. Mamá los tiene, Lía, Harry, Heather, Sophie, Oliver…
¿Oliver? me repetí a mi misma arrugando el ceño y con la punta del lápiz en la boca. Gire el lápiz y estuve apunto de borrar su nombre con la goma rosada pero, algo me detuvo de hacerlo y mejor cerré la libreta.
Era sábado por la noche, se olía el espíritu adolecente por todas partes. Me levanté y quedé parada sobre las tejas del techo del garaje. Mire a mi alrededor, hace no mucho tiempo que el sol se había metido, el señor Davis daba el paseo nocturno de todos los días en su vieja cuatrimoto, verificando que todo se encontrara en orden, en la casa de los Hoggins que se está algo retirada de mi casa se logra escuchar la música y cómo la gente iba llegando poco a poco.
Hoy es de esos días donde no quieres, necesitas con urgencia ir a una fiesta. Desde que me levante tuve ese sentimiento a falta de música con el volumen por los cielos, gente a montones bailando sin parar y una que otra copa para dejar la timidez de lado y entrar en ambiente, asi que tome la mejor decisión, tome mi celular y le hable a Lía.
— Dejamelo todo a mi, solo preocúpate por verte más espectacular y paso por ti a las ocho. — habló demasiado rápido y colgó.
Acate sus indicaciones, rebusque en mi armario y escogí unos jeans holgados y un poco desgastados, una camiseta de tirantes negra, un par de botas y una chaqueta de cuero enorme. Estilizé mi cabello en una alta coleta dejando algunos mechones sueltos, con mi rostro no hice la gran cosa, pestañas rizadas, brillo en los párpados, polvo y brillo labial.
Ahora esperaba la llamada de mi amiga diciendo que ya estaba en la entrada del suburbio, para ir con ella. Podría venir directo a mi casa, pero Josh Sanderson no se lo permitía, es su ex al que no quiere ver ni en pintura.
De repente sentí algo raro a mi izquierda y volteé buscando lo que sea que fuera. Mi vista se detuvo en una de las ventanas de la casa de los Green. <<Oh dios mío>> La imagen de Oliver pasando con el torso desnudo y celular en mano me dejó idiotizada sin poder dejar de mirarle.
El sonido estrepitoso proveniente del auto de Lía me hizo volver a la tierra. <<¡¿Que me pasaba?!>> Lo que temía había sucedido, Oliver al escuchar el claxon de Lía miró por su ventana y me miró primero a mi… viendole, luego a mi entrada para ver que el auto blanco de Lía era el origen. Por una mínima fracción mis ojos entraron en contacto con los verdes de él y solo eso fue suficiente para que suplicara que la tierra me tragara. Me acerqué a la orilla del techo cuidando de no caer en los arbustos secos de mi madre haciéndole una señal a la castaña de que dejara de sonar el claxon pero no me escuchó.
— ¡Lía! — le grité ¿qué más podía hacer? Oliver ya me había visto mirándole— ¡Lía, para que los vecinos se quejaran!
Al fin pareció percatarse de mi. — ¡¿Lista para una noche de aventura?! — me gritó de vuelta.
— Si, si, pero baja la voz ¿quieres?
— Vale, vale. Pero apresúrate que llegaremos tarde por Heather.
Asentí y como pude me meti lo mas rápido por la ventana de mi habitación, dándome un golpe en la cabeza, aun podía sentir la mirada de Oliver sobre mi, nuestras habitaciones estaban casi una frente a la otra y por primera vez odie que estas casas tuvieran mas ventanas de las necesarias.
Tomé mi pequeño bolso y salí a toda prisa hacia el auto convertible de Lía, claro que después tuve que regresar a cerrar la puerta con llave. De un brinco subi al asiento de copiloto.
— ¡Acelera, acelera, acelera!
— ¿Pero qué te sucede mujer? — deje ver mi cara de frustración— Esta bien, esta bien.
Piso el acelerador y de un momento a otro ya estábamos en la carretera rumbo a la ciudad. No hablamos de lo sucedido solo la música de Shaw Mendez reinaba, llegamos hasta Chelsea donde aparcamos en una esquina una calle antes de la casa de Heather.
— ¿Por que aparcas aquí?— pregunté.
— Por eso — hablo con una sonrisa maléfica y señalo al frente donde Heather venía en nuestra dirección corriendo como si una manada de perros la persiguieran.
Lía encendió el auto, quitó las gafas oscuras de su cabeza y se las puso, yo subí el volumen al estereo donde I Gotta Feeling se reproducía. En cuestión de segundos llegó a nosotras y trepó al asiento trasero, nos miramos y sonreímos con complicidad. Las llantas arrasaron el asfalto y nos llevaron a un panorama diferente donde supuse que sería la fiesta, Fulham se habría paso entre nosotras.
Sophie nos esperaba en la puerta de la casa donde se haría la dichosa fiesta. Nos llevamos una cara de decepción al ver que eso estaba tan aburrido como un domingo por la tarde.
— Esto es un asco— dijo Sophie tirando el contenido del vaso rojo que sostenía en su mano.
— ¿Por qué nos hiciste venir a esto? — reclamaba Heather con cara de… con cara de Heather.
— ¡Para que vinieran a mi rescate obviamente!, el idota de Jason dijo que sería todo lo contrario — habló la pelinegra— si esto les parece horrible deberian ver el interior — rodó los ojos y se recargo en mi ventanilla.
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Editado: 23.08.2024