Ellie

Capítulo 11.

Maldita sea.

Mi enfermedad ya casi se había ido por completo y Margaret… Margaret me había visto “sentirme mejor” antes de poder idear un plan para que la enfermedad siguiera. Actúe demasiado tarde.

 

— ¿Desde hace cuánto empezó con los síntomas? — preguntó el doctor.

 

— Dos semanas aproximadamente ¿cierto Ellie? — asenti.

 

Yo tenía la cabeza gacha y por un momento sentí la mirada del doctor sobre mi. — ¿Alguna otra cosa que deba saber? — negué.

 

— Lo mejor era venir antes. Es bueno que no evolucionó y pasó a mayores. — Tomó un pedazo de papel y empezó a escribir. — Esta es la preinscripción con algunos medicamentos para que baje por completo el resfriado, si algo llegase a suceder mi numero viene abajo.

 

— Por supuesto — . Margaret tomó la receta. — Gracias, doctor.

 

Salimos y está lloviendo. Subo la capucha a mi cabeza y me acerco a mamá a tomarla del brazo para cruzar la calle. Mi gesto la desconcertó pero no hizo nada por impedirlo.

 

— ¿Quieres ir a comer? o ¿Comemos en casa?

 

— En casa.

 

— Bien. 

 

Caminamos por Chelsea, donde hace unos días le rogaría a mamá que me dejase ir a la casa de Heather y visitar las diferentes tiendas a comprar un atuendo para la próxima salida. Ahora solo rogaba por no encontrarme con ella o con alguien conocido.

 

— Mira estamos cerca de la casa de Heather, ¿por qué no la visitamos un rato? Hace tiempo no veo a Julia…

 

— No, es decir, no nos podrán recibir porque su familia ha llegado desde Liverpool — .  nunca le había mentido a ella y esto se sentía horrible, todo era mentira tras mentira desde hace días. — Además ¿Desde cuando te gusta convivir tanto?

 

— No me pongas en esas, solo me parece importante convivir con los padres de los amigos de mi hija. 

 

— Nunca lo habías hecho.

 

— Tal vez es hora de cambiar… — el timbre de su celular la interrumpió. — ¿Si? Oh, ¿es muy importante?

 

— ¿Qué sucede? — me miró. 

 

— Estoy con Ellie… Está bien. Estoy en camino. — Colgó y se acercó a la calle a tomar un taxi.

 

— ¿Qué pasa? ¿A dónde vamos?

 

— A la academia, surgió algo y tengo que ir con urgencia.

 

— Pero…

 

— No te preocupes será rápido.

 

E. Model, una institución prestigiosa formada y fundada por mi madre. Al pasar la entrada en el vestíbulo se encuentran varias fotos de grandes modelos que han salido de aquí, pero sobre todo y en el centro de la pared, Margaret Wilde en todo su esplendor. Toda una diva Inglesa, con su gran cabellera dorada conquistaba el mundo. 

 

 Muchos dicen que soy una réplica de ella, pero sin duda su belleza es indescriptible.

 

Su carrera estaba en la cima cuando quedó embarazada de mi y tuvo que alejarse, luego volvió a resurgir con su academia y triunfo. La verdad estoy muy orgullosa de ella, fue madre soltera y logró sacarnos adelante y obtener su éxito de nuevo. Nunca me obligo a seguir sus pasos y aunque lo intente… el modelaje no es lo mio.

 

— Espérame aquí, ahora vuelvo. — me dice antes de encaminarse a su oficina. Hace tiempo que no vengo a este lugar.

 

Miranda, la recepcionista y asistente de mi madre me saluda y le devuelvo el gesto. Me quedo vagando por el lugar hasta llegar a un salón donde están teniendo una practica, me quedo un momento en una tumbona a observar a las chicas que caminan de aquí allá, luego voy al baño. Al lavar mis manos es imposible no mirar mi reflejo en el espejo.

 

Piel pálida, ojeras profundas, labios resecos, mi cabello apuntando a todas direcciones, soy un desastre. Nunca me había visto de esa manera y me causa conflicto estar así, me enferma no poder dejarlo ir, me llena de impotencia que mis ojos empapen mis ojos con lágrimas.


 

Volver a la escuela era peor que cualquier cosa, al caminar por los pasillos podía sentir cómo la gente murmuraba y me veía de reojo. Ya habían pasado dos semanas ¿y la gente no solo podía dejarlo ir y ya?

 

Con la cuota tan alta que tenían ¿no podían poner un maldito elevador? Subir los tres pisos me agotaba demasiado. Aún peor cuando llegué al tercer piso, sentí que el mundo se había parado. El señor y la señora Campell se encontraban frente a la puerta de la directora. Oh, no, no, no, no.



 




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