Ellie

Capítulo 13.

<<No se fue>> Oliver seguía ahí. Esperando recargado en la camioneta junto a mamá.

 

— ¿Cómo te fue? — preguntan ambos apenas me ven.

 

— Pudo ser peor. — respondo sin ganas encogiéndome de hombros.

 

— ¿Quieren ir a comer a algún lado? — Pregunta mamá mientras  nos subimos al auto.

 

— La verdad señora Wilde… Quería pedirle permiso para llevar a Ellie a un lugar. — mis ojos se abrieron como platos para mirar a Oliver que estaba a mi izquierda.

 

— Claro, si ella quiere por supuesto. — nos mira por el retrovisor.

 

— Pe-pero no puedo, tengo que darle de comer a Milo, peinarlo y recoger su arenera… — me excuse tan rápido que empecé a balbucear.

 

— No te preocupes lo hago yo. — Su sonrisa divertida me desconcierta.

 

— Pero tu odias hacerlo…

 

— Ellison, seamos sinceros, de todos modos lo terminaré haciendo yo. — se para con el semáforo en rojo y me mira— Así que ve y diviértete con Oliver ¿quieres?

 

— Igual si no quieres no hay problema… — se mete el castaño y mamá lo interrumpe.

 

— Claro que quiere — me deja pintada y arranca — ¿Oliver dime donde los dejo?

 

Oliver le da las indicaciones, no les hago caso mirando por la ventana. Llegamos al tan esperado lugar y mamá nos da un sermón sobre mantenernos alerta. Exagera tanto que casi, casi le pide a Oliver que si una abeja pasa a mi lado, tiene que llamarla.

 

— Sentí que me acaban de intercambiar por dos gallinas.

 

— Ese era el objetivo. — dice divertido y le golpeó en el hombro.

 

No había venido a este lugar. A pesar de que los mínimos días soleados del verano se van yendo, hoy en particular el cielo está despejado y un radiante sol destella todo su esplendor. Hay muchas familias con niños pequeños de aquí para allá. Creo que estamos cerca del Támesis. ¿Pero que no se dan cuenta que es imposible nadar ahí? Todos llevan camisetas delgadas sin mangas, shorts, inclusive trajes de baño. Nada parecido a mi. Llevo la misma capucha oscura, con pantalon de mezclilla y simples convers negros.

 

La música de Avicii se alza en alto con The Nights. Entrecierro los ojos mirando a Oliver de reojo que sólo se hace el loco y sigue caminando.

 

— ¿“The Beach”? —leo el cartel de bienvenida cuando llegamos— ¿En serio? ¿Un parque acuático?

 

— ¿Qué? ¿No te gusta? —cuestiona tomando y colocándose las gafas de sol de un puesto.

 

— ¿Crees que vengo de acuerdo para una piscina? — señalo mi atuendo— Además, estar con una masa de gente no es algo que quiera ahora.

 

Se quita las gafas y se acerca a mi quedando a muy pocos centímetros de distancia. Se quita las gafas y me las pone. El mero hecho de que sus dedos hayan tocado mi piel y que nuestros cuerpos han quedado cercanos me hace soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo.

 

— Está solo era la fachada — . Me dice.

 

— Oigan ¿compraran las gafas o no? — habla el vendedor desesperado a pocos pasos.

 

— ¡Las quiero! — Oliver le informa al vendedor. — Me gusta como te quedan — . Habla para nosotros antes de irse a pagarlas.

 

Siento algo caliente en mi rostro. De seguro la falta de líquidos y el sol sobre mi me debe de estar afectando.

 

— No necesito que me lo compres, lo pude haber hecho yo. — alego apenas lo alcanzo cuando le está dando el dinero al vendedor y me adelanto a colocarle al vendedor sudoroso diez euros en la mano.

 

— Pero quiero hacerlo— me reta quitando mi dinero, poniéndolo en el bolsillo de mi capucha  y dándole su dinero al vendedor. Me reta con la mirada.

 

— No es necesario — . Saco otro billete y se lo tiendo al señor.

 

— Yo te… — Apenas Oliver quiere refutar pero el vendedor ve que va a seguir discutiendo y explota.

 

— ¡Ya estuvo bueno! ¡Solo necesito el dinero de uno!

 

— ¡No se meta! — le gritamos ambos y conseguimos la mirada de las personas del alrededor..

 

— ¡Ya no los aguanto más! ¡Quedencelo! — dice finalmente volviendo a su puesto.

 

Suspiro poniendo las manos en mis caderas y lo miró con una ceja alzada. Oliver solo ve al frente y se muerde el labio para luego echarse a reír como maniático.

 

— ¿Qué es tan gracioso? — rechiste.

 

— Que se ha quedado con todo el dinero. — mantuvo la risa.

 

— Somos unos idiotas, se ha quedado con treinta libras y esta cosa no debe valer más de cinco — . Me quito las gafas observandolas y una pequeña risita se me escapa.

 

— No la contengas, vamos rie. — lo miro y hace una cara tonta que acaba con mi seriedad y la cambia a una carcajada. — Si no te ríes se te forman arrugas, no quieres tener arrugas ¿o si?




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