Catalina me esperaba en la caseta de entrada. Apenas la vi mi labio empezó a temblar mientras mi corazón se acelera de nuevo. Cada que estaba en sus brazos un ligero peso salía de mi, mi entrecejo tenso disminuye, mi espalda se relajaba y sentía como podía respirar sin sentir el pecho en una prensa.
— Estaré aquí mi niña. — fue un dulce susurro en mi oído — No lo dudes ni un minuto.
Después de un rato regresamos al hospital y saco la bolsa de ropa que le he traído. El papá de Oliver nos mira y viene con una gran sonrisa.
— Ha mejorado y el médico dice que por la noche la podrán dar de alta.
— ¡Qué gran noticia! — me abraza— Te lo dije Ellie.
— ¿Dónde está Oliver? — pregunto.
Ambos se miran. — Fue a la cafetería, ahora viene. — me responde al final el padre.
— Oh, bueno ire a dejar esto en lo que regresa. — Estoy dispuesta a ir a la habitación de mi madre cuando Catalina me interrumpe.
— Yo lo hago Ellie. Tu anda con Oliver. — Me corre con cortesía y me voy directo al ascensor donde le pregunto a una chica donde queda la cafetería.
Se hace la indiferente colocándose las gafas de sol y el hombre con gabardina que la acompaña me responde.
— Segundo piso al fondo.
— Gracias. — Se bajan en el tercer piso y pico el botón para el segundo.
Ahí está. Espera en la fila acomodando impaciente el cabello que cae por su rostro. No hago caso a lo que genera en mi pecho y voy directo a él.
— Linda sudadera. — sonríe.
— No es momento para eso. — lo tomo del brazo sacándolo de la fila. — Necesito preguntarte algo.
— ¡Hey! ¡Mi café!
— ¡Enfócate!
— Ya que lo insistes. Soy todo oídos.
— Bueno… — jugueteo con mis manos antes de poder mirarlo — He hallado esto en mi casa, lo encontré debajo de un sofá y… no quiero traer nada aun a mi cabeza sin confirmarlo. No aguantaría algo más así. Pero creo que este hombre es mi padre.
Le entrego la vieja fotografía mordiendo mi mejilla. Oliver la inspecciona y me mira unas cuantas veces de vuelta. Le da la vuelta y queda con la intriga con la que yo quede cuando la mire.
— ¿Mae y E?
— Así es. Mae era el seudónimo de mi madre cuando era modelo. Mae Wilde. Pero él…
— El nombre de él parecía estar completo, lo que falta lo ha borrado. No encontraste nada más?
Niego. — Solo eso. Había una caja que siempre mantenía con llave sobre su cama, creo que proviene de ahí, habían fotos de nosotras dos regadas por la cama y luego una cosa de metal que pienso servía de doble fondo y ahí es donde la ocultaba.
— Recuerdo de un viejo amor ¿eh?
Lo miro mal.
— Lo siento, esto no me lo mostraste porque si. ¿Quieres que lo investigue?
— Te lo agradecería mucho, ahora no tengo cabeza para eso. Tengo que cuidarla.
— Lo haré, pero necesito un adelanto…
— ¿Adelanto?
— Si, ya sabes esto es un trabajo de superinteligencia, puede que me tome noches… — empieza a alardear.
Ruedo los ojos. — Solo tengo esto — saco unos pocos billetes del pantalón.
— No quiero tu dinero. — se hace el ofendido— ¿por quién me tomas?
— ¡¿Entonces qué es lo que quieres?! — me desespera a niveles descomunales.
— Solo esto.
Se acerca un poco y con sus pulgares cierra mis ojos, luego su olor se impregna en mi al momento en que me rodea con firmeza, dura un momento y luego termina con un beso en mi coronilla.
— Lo haces de nuevo. — habla.
— ¿Qué hago de nuevo?
— Sonrojarse — toma un mechón suelto de mi cabello y lo coloca detrás de la oreja. — ¿La intimido de nuevo, señorita Wilde?
— No empieces, Green.
Mae and E...
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Editado: 23.08.2024