Cuando Ruth vio la reacción que Elvis tuvo para conmigo estuvo a punto de ir y partirle el palo de hockey en la cabeza, pero la detuve antes que la cosa pase a mayores. Así que mientras él se iba con los varones a hacer atletismo Ruth y yo nos quedamos mirándolo, yo todavía pasmada y mi amiga con el ceño fruncido.
-Te juro por Dios que nunca en mi vida conocí a alguien tan pelotudo como él. Te pide el MSN, te agrega y no te habla, ahora te mira como bicho raro delante de los de segundo año. De verdad que el tipo es rarísimo-Ruth seguía con el palo de hockey sobre sus hombros y se colgaba de él con ambos brazos-Mejor olvidáte de él, Luna. No sirve para bosta.
-¡Chicas de vóley!-gritó la gorda Goytia.
-¡Chicas de hockey!-esta vez el grito lo dio la profesora Guillú, era la entrenadora del equipo de hockey.
-¿Nos vemos a la salida?-pregunté.
-Como siempre-aseguró mi amiga y se despidió de mí. Yo me reuní con el resto de las alumnas y nos amontonamos esperando órdenes de la gorda.
-Bueno, vamos a empezar con cinco vueltas alrededor del colegio para calentar. Vayan por la galería, bajan al campo de atletismo, y vuelven a subir para completar la primera vuelta en el buffet. Las voy a estar controlando-dio inicio al cronómetro que siempre llevaba colgando del cuello. Seguí a mis compañeras mientras empezábamos a calentar, ¿para qué calentábamos con el calor que estaba haciendo? Menos mal que luego de Educación Física podía darme un merecido chapuzón en natación y luego derechito a casa a hacer los deberes.
La galería terminó y bajamos trotando las escaleras para ir al campo de atletismo dónde estaban los muchachos y Elvis. Hoy les tocaba hacer lanzamiento de jabalina así que el profesor, el flaco Heredia, estaba más histérico que de costumbre ya que los varones se colocaban la jabalina en la zona genital o se andaban pinchado el trasero con ellas. Divisé a Elvis y él me miró pero nuevamente me ignoró y sus amigos se burlaron de él mientras adoptaban poses femeninas y tímidas, claramente imitándome y burlándose de mí. Ruth tenía razón, mejor me olvidaba de él.
Luego de las cinco vueltas que había ordenado la gorda nos reunimos en la cancha de vóley para armar los equipos, y como siempre las que mejor jugaban eran las que elegían a las jugadoras dejándonos a Corchito y a mí para el final.
-Soler-dijo Macarena Martin, ella y Ornella Leone eran las que mejor jugaban al vóley y, por ende, las que siempre armaban los equipos a su conveniencia.
-¡No se vale, la última vez me dejaste a la Corcho!-chilló Ornella. Romina, o mejor conocida por mi curso como Corchito, era una chica que apenas llegaba al metro cuarenta y cinco, petisa y gordita así que la habían apodado cariñosamente como “corchito”. En ese colegio si no te ponían apodos insultantes como “Jeepers Creepers”, “Corcho”, o “BigMac” te trataban por el apellido.
-¡Leone, nada de apodos insultantes!-le dijo la gorda. Ornella miró a la profesora mientras yo me unía de mala gana al equipo.
-¡A la Corcho no le molesta! ¿O no, Corcho?-Ornella miró a Romina de tal manera que daba a entender perfectamente que debía afirmar lo que acaba de decir o le podía ir mal.
-Nnno…-murmuró Romina. Me daba mucha pena esa chica, por eso siempre que podía la ayudaba con su tarea y con Educación Física.
-Igual, nada de apodos-la gorda hizo sonar el silbato y todas nos pusimos en la formación para iniciar el partido.
Pese a que estaba en el equipo de Macarena y que poco y nada veía la pelota pudimos ganar el partido, algo que provocó el enojo de Ornella puesto que ella y Macarena competían en todo, desde quién salía con los chicos más lindos del colegio hasta quién ganaba más partidos de vóley. Saqué mi botella de agua y me hidraté, Ruth vino trotando a mi encuentro, ella también había terminado con su clase de gimnasia.
-¿Vamos? Te acercamos hasta natación, si querés-me propuso.
-Dale, me vendría bien-acepté la propuesta mientras me colgaba la mochila al hombro. Salimos del colegio y vimos a Ornella y su equipo increpando a Romina.
-¡No puede ser que siempre me hagas perder los partidos! ¡Deberías de cambiarte para hockey así no molestas!-Ornella tenía a Romina acorralada contra el paredón del colegio mientras el resto de las chicas le cerraba las salidas.
-Disculpáme, no va a volver a pasar…-susurró Romina pero Ornella no la escuchaba.
-¡En serio te digo, no volvás a vóley, no me importa si desaprobás la materia! ¡Te llego a ver el miércoles acá y te hago mierda!