Elvis y Luna

Primer Beso

Las vacaciones en las cataratas terminaron y volví a las más absoluta normalidad, excepto porque mi amigo seguía ofendido conmigo.

Extrañaba a Elvis… Cada vez que estaba acostada en mi cama, escuchando alguno de mis discos de Linkin Park y oía la voz de Chester cantando y gritando a todo pulmón, pensaba en él. No me gustaba estar tan distanciada, con el correr de los meses nos habíamos vuelto muy unidos y pese a que le daba vueltas y vueltas al asunto de su desprecio para con mi fiesta de quince años no podía entender por qué me había mentido de esa manera. Nada le costaba decirme las cosas sin miramientos ni peros, como era él. Esto no tenía sentido, pero cuánto más pensaba, menos entendía.

A mamá no le gustaba que escuche Linkin Park, decía que era un grupo demasiado violento para una señorita, así que gasté los pesos que venía ahorrando para comprarme un celular antes que Ruth me regale uno de los suyos y me compré un discman, colocaba alguno de mis CD de mi banda favorita, especialmente Meteora, me metía los auriculares en las orejas, le subía el volumen, me acostaba boca arriba en la cama y ahí me quedaba… Mirando mi poster de Chester mientras seguía con mi calesita mental.

Elvis y yo no nos volvimos a dirigir la palabra. De hecho, ya habíamos cumplido un mes sin hablarnos. Este distanciamiento ridículo tenía que terminar de alguna manera. Y para colmo de males, me habían puesto ortodoncia.

Tenía la boca en carne viva, no podía comer nada y me dolía hasta sonreír, el único consuelo que tenía era que el tratamiento iba a durar sólo un par de meses, como mucho hasta fin de año, ¡pero por qué justo ahora que tan desesperada estaba por un beso! ¡Con este rallador nadie se me iba a acercar!

Me conectaba en MSN más seguido que nunca con la esperanza de hablar con Elvis (o que al menos nos reconciliáramos de esa estúpida pelea) pero apenas iniciaba sesión y lo veía conectado, él automáticamente se desconectaba.

-Tenés que dejarlo ir de una vez por todas, Luna-Ruth y yo salimos de Educación Física, y por detrás de nosotras salieron los varones y entre ellos Elvis, que ni se mosqueó de mi presencia o que me lo estaba comiendo con los ojos-Entendé que el flaco este no está interesado. Por lo que me estuviste contando sólo quería una amiga para acostumbrarse a la Argentina, ¡o ni eso, siquiera! Porque por lo que veo no le importó perder tu amistad o basurearte la invitación.

Me rasqué la cabeza mientras pensaba… El tema estaba empezando a molestarme y si no lo encaraba yo jamás nos íbamos a reconciliar. Tenía que tomar cartas en el asunto y ponerme yo los cojones que le faltaban a él para solucionar todo esto o cortarlo de una buena vez.

-Hagamos una cosa: Vamos al cyber, busquemos la información que necesitamos y vamos a tomar un helado o a comer algo en el McDonald’s del shopping, ¿dale?-propuso Ruth-Me gustaría que me acompañes a ver alguna remerita linda en 47-Street. Estuve viendo una en color chocolate y rosada, muy a la moda, que creo que me va a quedar linda.

-Tu tono de piel es algo pálido para el chocolate con el rosado-una voz que ninguna de las dos conocía habló a nuestras espaldas. Nos giramos y vimos  a una muchacha de nuestra misma edad, tenía el rostro redondo y nariz algo ancha y pegada contra la cara pero bonitos ojos marrones, el cabello negro y con graciosos bucles rebeldes, blancona como nosotras dos y de mirada alegre y viva-Creo que te va a quedar mucho mejor la alternativa: Chocolate y celeste.

Ruth y yo la miramos sin entender quién era o qué hacía. No llevaba el uniforme de nuestro colegio e iba vestida íntegramente de negro. Pero intenté no ser descortés y le sonreí, pues no sé por qué pensé que quizás esa chica solo buscaba hacer amigas.

-Creo que tenés razón. Ruth es medio paliducha para el rosa-sonreí y Ruth me miró con sorpresa.

-Supongo que deberías buscar colores más vibrantes, más alegres, porque si no se pierden con tu tono de piel-continuó la chica mientras Ruth seguía con la misma expresión-Además que tenés la bendición de ser rubia natural, entonces todo te va a quedar bien.

Ruth sonrió, si había algo que le encantaba a mi amiga era que le halaguen el cabello.

-Yo soy Luna, ¿cómo te llamás?-pregunté.

-Anuma-respondió riendo.

-¿Anuma?

-Ananuma. “Ana, nomás” pero para que mi nombre sea más divertido digo “Ana, numás”.

No pude evitar soltar una carcajada pues esta chica sí que tenía sentido del humor.

-Vamos al cyber y luego a McDonald’s, ¿querés venir con nosotras?




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