Embarazada de mi enemigo

Capítulo 1

Todavía podía recordar cuanto lloré cuando abandoné aquella habitación donde estaba la persona que más me lastimó.

Ni siquiera estaba sensible por el hecho de que estuve con él, o porque no haya disfrutado de la noche caótica. Más bien, cuando la euforia se esfumó y los recuerdos horribles que experimenté comenzaron a embargarme, no pude evitar sentirme melancólica y decepcionada.

Era como si volviera a tener aquella edad, y eso me causaba mucho conflicto, pues no podía dejar de pensar en la tonta Destiny. La que nadie quería, la que todos hacían a un lado, el gran estorbo.  Esa persona que una vez solo tuvo a Thiago Laupper de su lado. Y cuando creyó que nunca la abandonaría, creció, se convirtió en un tonto y apoyó a su hermanastra Ivy, la que siempre le hizo la existencia miserable.

Me limpié el rostro con la manga de mi blusa, reacia a dejarme llevar por esas tormentosas memorias y caminé hasta tomar el primer taxi disponible, pues tenía que llegar a desalojar mi departamento.

Un día antes, y el verdadero motivo por el que llegué a emborracharme en un bar después de tanto tiempo, era que me habían despedido de mi trabajo y justo unas horas luego de eso, me llamó la casera para decirme que no esperaría ni un día más por la renta que les debía, que necesitaba irme ya mismo.

Estaba tan frustrada y enojada por lo injusta que era la vida conmigo, que solamente quería ir y maldecirlos a todos. Me observé el rostro por el retrovisor del taxi mientras viajábamos a recoger mis cosas, y lo único que me consoló, fue saber que por lo menos me veía bonita aun cuando era un completo desastre.

“Porque lo único que jamás podrían quitarle a Dee Grace, era su apariencia.” Me dije a mi misma una y otra vez.

Y no era una mentira.

Había aprendido de la peor manera posible que lo único que te brindaba esperanza en esa fea sociedad, era cumplir con los estándares de belleza. Si no eras agraciada, nadie te tomaba en serio. Ni siquiera intentaban conocerte. La gente siempre te criticaría y disfrazaría sus comentarios de odio con frases como “es por tu salud”. Pero en realidad, a nadie le importaba realmente como me encontraba, todo lo que buscaban era sentirse superiores a mí, dándome consejos inútiles.

Pero ese era el pobre destino que la gente como Destiny Baker tenía que lidiar todo el tiempo. Sin embargo, yo ya no era aquella pobre muchacha atacada. Era alguien mejor, el objeto de envidia de muchas, mientras que otros me deseaban. Pero irónicamente después de conseguir ser tan atractiva, no era demasiado exitosa en otras áreas de mi vida, como por ejemplo: en mi trabajo.

Luego de cambiar de identidad de aquella manera tan abrupta, era bastante notorio que jamás sería capaz de acomodarme en otra universidad sin tener que contactarme con mi familia. Había intentado muchísimas veces encontrar una manera de cambiar mis datos sin que ellos se enteraran de mi paradero, pero el miedo a que supieran quién era en realidad Dee, me paralizaba lo suficiente como para no intentar hacer nada más.

Y era por esa razón que dedicaba mi vida a trabajos tontos de medio tiempo, donde la paga era tan mala y poco estable, que nunca conseguía suficiente como para mantener el costo de la renta todos los meses.

 Me mordí el labio pensando en la manera tan turbulenta en la que los gerentes solían intentar acosarme, pero no había trabajado tanto en mi misma como para rebajarme de esa manera. Eso era algo que probablemente Destiny habría hecho, pero yo no.

Me paré frente a la puerta del que dejaría de ser mi departamento y suspiré con pesar. Realmente me costaba demasiado desprenderme de ese sitio, pues tendría que volver a molestar a mi única amiga por un lugar donde quedarme hasta que encontrara donde mudarme. Me rasqué la nuca cuando pasé rápidamente a recoger mis cosas, pero cuando entré, fruncí la frente al encontrar a la dueña del edifico con varias personas desconocidas dentro.

—¿Qué está pasando? —pregunté confundida.

Fue entonces que aquellas personas se voltearon a verme y cuando la casera se dio cuenta de quién era, hizo un gesto despectivo con la mano y les indicó que prosiguieran con lo suyo.

—¿Simplemente me ignorará? —volví a decir—. Quiero saber porque demonios hay gente en mi departamento.

La señora se cruzó de brazos y me dedicó una mirada despectiva.

—¿De verdad te atreves a cuestionarme? ¡Todavía que te di un día de plazo para que te fueras, y no te apareciste en toda la noche!

Maldije mentalmente y me culpé por ser tan impulsiva. Ya que luego de pensar que todo mi mundo se derrumbó, decidí salir a ahogar mis penas que afrontar la realidad.

—Tuve un asunto urgente que atender —mentí—. Pero a eso he venido hoy, a sacar todas mis pertenencias.

Esbocé una mueca cuando nadie parecía detenerse y ella negó.

—Lo siento, niña, pero ya no puedo esperarte más. Ellos sacarán todo y lo botarán ahorita a la calle.

Observé como desechaban todo lo que tenía como si fuera basura y ahogué un grito.

—¡Están tratando mis cosas como si fueran basura! —exclamé horrorizada mientras intentaba detenerlos.

—¡Basta! ¡deja de hacer un escándalo Dee o llamaré a la policía! No creo que quieras pasar además unos días en prisión.



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En el texto hay: reencuentro, perdon, embarazada

Editado: 22.01.2022

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