Embarazada de mi enemigo

Capítulo 2

“¿Qué voy a hacer?” Me pregunté mordiéndome las uñas mientras miraba la prueba de embarazado dar positivo. Parpadeé varias veces, sin creerme el resultado y pronto me invadieron unas enormes ganas de vomitar, así que como pude, tomé con fuerza del lavamanos, para no terminar tirando mi estómago en el suelo.

Observé mi reflejo demacrado en el espejo y fruncí el ceño. Nada en mi imagen gritaba Dee y eso comenzaba a preocuparme.

Tenía semanas en el departamento de Clarisse, la única chica que conocía mi pasado y la única persona en el mundo a la que podía llamar amiga. Sabía lo incondicional que era conmigo, y que nunca me dejaría en situación de calle, pero de todas maneras, comenzaba a sentirme incómoda invadiendo su espacio, pues su casamiento estaba a la vuelta de la esquina y su novio de años, Matthew, probablemente quería algo de privacidad con ella en una etapa tan importante.

—¿Dee? —preguntó Clarisse del otro lado de la habitación—. ¿Te encuentras bien?

Volví a dirigir mis ojos hacia la prueba, y suspiré.

—Por supuesto —confesé.

Escuché como ella se recargaba en la puerta, esperando corroborar que no iba a lanzarme por la ventana y luego continuó.

—Sabes que conmigo no tienes que pretender ser la persona más fuerte en el universo. Debe ser horrible saber qué esperas un hijo de ese cretino.

Mi labio inferior tembló y una lágrima rodó por mi mejilla. Clarisse sabía lo retorcido que fue mi pasado desde el inicio, ya que ella había llegado a mi vida justo cuando escapé de la casa de mi padre.

Habían sido Clarisse y su padre las únicas personas que me acobijaron en la peor etapa de mi existencia, y era por eso que ella conocía perfectamente quién era Thiago. Estuvo a mí alrededor para apoyarme cuando lloré a mares, luego de que él no me defendió cuando su novia y mi hermanastra me humillaron frente a todo el instituto, llamándome resbalosa, por intentar confesarle mis sentimientos.

La desesperación que experimenté, cuando supe que mi confesión fue escuchada por Ivy y Evely, fue tan grande que quise que la tierra me tragara y nunca me escupiera. Pero lo que terminó de romperme, fue que lo hicieron público y toda la preparatoria se burló porque una adolescente regordeta intentó ligarse a alguien como Thiago.

Aún podía recordar tan claro como el agua, como él me miró confundido y no abrió la boca para auxiliarme. Después de todo lo que habíamos pasado juntos, después de tantos años de amistad,  no le importé en lo más mínimo. Ni siquiera pudo dedicar unas palabras en mi defensa.

Fue justo ese día que la determinación llegó a mí y decidí que ya no quería más estar en ese lugar, porque ya nada tenía sentido.

Me llevé una mano al estómago y cerré los ojos con fuerza. Estaba demasiado asustada de traer un hijo al mundo. Si pensaba en mis planes a futuro, nunca, pero nunca, había pensado en tener un bebé.

La sola idea de imaginar que tenía que cuidar de otro ser humano, me era aterrador. Alguien tan roto y poco experto como yo, no era la indicada para cargar con algo tan serio, que necesitaba completa responsabilidad y mucho pero mucho afecto.

—No sé qué hacer —confesé al borde de un colapso nervioso.

—No te estreses por ello, yo siempre estaré para ayudarte. Lo criaremos juntos.

Quise decirle que le agradecía su apoyo, quise decirle que confiaba en su palabra, pero nada salía de mi boca. Tenía un enorme nudo en la garganta, que oprimía cualquier tipo de comentario que pudiera agregar.

—Abre la puerta, Dee.

Seguí las instrucciones de Clarisse y ella entró rápidamente al baño. Me miró de pieza a cabeza y llevó sus manos a mis mejillas.

—Estás completamente pálida, vamos a sentarnos.

Seguí su paso en modo avión, con mi cuerpo sintiéndose demasiado pesado y cansado. Frunció la frente, inundada de preocupación pero se abstuvo de continuar regañándome, tal como hizo cuando se enteró que estuve con la persona que me traicionó.

—No puedo con esto —musité—. No puedo ser madre, no quiero.

Clarisse sostuvo mi mano con solidaridad.

—No estás sola, no temas. Yo te voy a apoyar en cualquier decisión que decidas tomar. Cualquiera.

El énfasis que le dio a la última palabra me hizo mirarle a los ojos y dejé salir el aire que llevaba conteniendo desde que miré el resultado positivo. Me acerqué un poco más a su cuerpo y le abracé.

La abracé porque era la única en el mundo que jamás, pero jamás, me juzgaría. Ella era esa persona que deseaba que todos tuvieran en su vida, y que a la vez, agradecía no compartirla con los demás, pues es que no habría una Dee sin ella.

Volví la vista una última vez a mi estómago y me mordí el labio. Ahora tenía que pensar verdaderamente si podía o no ser madre, y para ello, solo había una persona en el mundo que podría darme la respuesta que necesitaba escuchar.

***

Luego de unos días de desánimo y tristeza, caminé por la veredera del cementerio en silencio, y me tomó más de una hora dar con la lápida que buscaba. Era la primera vez que iba a visitarla, por lo que tuve que preguntar a más de un encargado del sitio donde podría estar ubicada, y después de algo de suerte y una búsqueda exhaustiva me encontré parada donde quería.



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En el texto hay: reencuentro, perdon, embarazada

Editado: 22.01.2022

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