Embarazada de mi enemigo

Capítulo 5

—¡Hoy vamos a celebrar el primer mes de trabajo de Dee! —gritó Clarisse de manera entusiasta, mientras su padre y su prometido alzaban las copas con alegría.

Estábamos compartiendo lo más parecido a una fiesta familiar que podíamos realizar, aunque para mí no había otra definición distinta, pues esto era en lo que pensaba.

Todas las memorias de fiestas o cenas familiares que venían a mi cabeza, eran lo suficientemente turbias como para hacerme vomitar. Recordé entonces la cena de acción de gracias que realizaron en mi casa cuando aún eran Destiny Baker, como mis hermanastras recibían hermosos regalos por la celebración y a mí nunca me daban nada más que un pastel, declarando que como tenía sobrepeso, me encantaba comer ese tipo de cosas grasosas y dulces. Si no hubiera entendido que el gesto se trataba de una completa humillación por mi físico, me habría alegrado de recibir un regalo como ese; pero a partir de ese momento, dejé de comer cualquier cosa parecida al chocolate, pues su sabor me traía a colación ese tipo de tristes momentos y solo me producía unas tremendas ganas de vomitar.

—Estoy tan orgulloso de que mi segunda hija finalmente sea capaz de conseguir lo que se merece —espetó su padre, hinchando el pecho.

No conocía a un hombre tan feliz ver salir adelante a su hija y a la chica que recogió en la calle como Frederick. Siempre pasaba instándonos a que tomáramos nuevos retos, nos cuidaba y nos aconsejaba cuando era necesario, era esa persona que me brindó la protección que necesitaba cuando estaba destruida.

—No estoy haciendo mucho —confesé, avergonzada—. Simplemente me encargo de las copias, rellenar formatos, entregar cafés.

Mi trabajo en la oficina no era uno muy importante, y tampoco ganaba tanto como la mayoría de los profesionistas, por eso no quería que Frederick lo malinterpretara y pensara que estaba en un puesto mayor al que verdad poseía.

Pero contrario a lo que pensaba, él bufó.

—¿Y crees que todas esas personas podrían hacer bien su trabajo sin tu ayuda? ¡por supuesto que no!

Clarisse asintió, secundándolo.

—Mi padre tiene razón, si tú no fueras tan capaz y dedicada, de seguro esas personas tenían un mal rato consiguiendo los documentos y todo para las juntas.

Sonreí por su apoyo y probé el pollo que me sirvieron en el plato, sintiéndolo un poco extraño. Era inusual que yo reaccionara de esa manera, pero unos segundos después, se me revolvió el estómago y terminé con unas arcadas incontrolables, que me llevaron directamente a la tasa del baño.

Clarisse me siguió y sostuvo mi cabello mientras vomitaba.

—¿Te encuentras bien?

—Eso creo —solté con los ojos llorosos.

Ella me acarició la espalda y suspiró.

—Quién diría que serías tú la primera en embarazarse de nosotras.

Clarisse y yo solíamos acostarnos en la misma cama y platicar acerca de nuestros planes y nuestros sueños. En aquel entonces todo lo que hacía era hacer ejercicio y dejar los carbohidratos, pensando que siendo delgada y bonita dejaría atrás mi pasado como Destiny, en cambio Clarisse, era una chica pura y risueña, que solo deseaba encontrar el amor y casarse, para formar una historia similar a la de su padre y su madre.

Aunque ambas nos parecíamos en el hecho de que crecimos sin una figura materna, ella si tenía un padre que la quería y la protegía. Cuando la miraba compartir abrazos y momentos cálidos con él, me hacía preguntarme si mi vida hubiera sido mejor si mi padre me hubiese querido.

A pesar de que él nunca lo dijo en voz alta, sabía que me resentía porque pensaba que yo había matado a la mujer que amaba. Yo era el típico hijo no querido de las historias de romance, y debido a que un viaje en automóvil ocasionó que el amor de su vida muriera salvándome, desde entonces actuó como si no existiera. Pasaba los días de niña mirando por la ventana mientras él se iba a trabajar todo el día, dejándome a cargo de niñeras.

Sabía lo difícil que lo pasó cuando se encontró completamente solo, sabía que le dolió tanto como a mí, pero aun así, no pude perdonárselo, todavía no lo hacía.

Ser Destiny Baker desde esa época no fue fácil, pero todo empeoró cuando mi madrastra y sus hijas llegaron a vivir con nosotros; porque la negligencia se convirtió en acoso y odio.

“No te preocupes, Destiny. Siempre estaré para cuidarte” fue una de las frases que Thiago me decía mientras tomaba mi mano y caminábamos hacia la casa de su abuela.

El corazón se me estrujó ante el recuerdo, pero ya no dolía como antes, no como en el tiempo donde era una adolescente tonta y hormonal.

—¿Ya saldrán de ahí?

Preguntó Frederick preocupado y sonreí. Hubo una época donde me insistió en que volviera a casa cuando me volví mayor de edad, así podría obtener mis papeles y un mejor futuro; pero estaba tan asustada de ver a esas personas que simplemente no quise. El solo imaginarme una vez más frente a las personas que me hicieron sufrir tanto, era tan escalofriante que prefería volver a tirarme de un puente.

La única persona que había significado algo hermoso para mí había sido Thiago, pero hasta él me hizo a un lado, cuando vio que seguiría siendo la fea y embarazosa gorda del instituto.



#200 en Novela romántica
#84 en Chick lit
#63 en Otros
#28 en Humor

En el texto hay: reencuentro, perdon, embarazada

Editado: 22.01.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.