Embarazada de mi enemigo

Capítulo 6

Thiago vendría pronto. En cinco minutos.

Caminé en círculos por la sala de estar, con el estómago nuevamente revuelto. Me llevé una mano a la boca para no repetir lo de hacía un momento e intenté tranquilizar mi alarmado corazón.

Desde aquel día en la empresa, no me encontré nuevamente con él. Estábamos en áreas completamente distintas, por lo que no solía pasar por los cubículos donde yo residía, y si acaso necesitaba algo, buscaba a su asistente personal para que le ayudara con eso. Así que realmente no había muchas oportunidades para topármelo, lo que hacía que me mantuviese un poco más tranquila.

Pero esa paz estaba a punto de desmoronarse, porque nos veríamos cara a cara durante todo el día, no, lo que era peor, sería su mano derecha y tendríamos que interactuar.

Las manos comenzaron a temblarme y sudé frío. Clarissa notó mi cambio de humor y se acercó a mí, luciendo confundida.

—¿Por qué te ves tan aturdida?

Volteé a verla, intentando disimular, pero ella era la única persona que no se tragaba la máscara perfecta que había desarrollado en todos esos años.

—Es mejor que hables de una vez —colocó sus manos en jarras.

—Thiago llegará acá en menos de cinco minutos —confesé en medio de mi crisis nerviosa—. Ya viene y no puedo poner mis pensamientos en orden.

Clarissa no conocía a Thiago Laupper en persona, por lo que nunca había convivido con él, pero si algo sabía, era que lo odiaba con todo su corazón por todo lo que me hizo.

—¿Y qué tiene que hacer acá? —cuestionó asqueada—, mándalo de regreso por donde vino, no te involucres con ése tipo.

Aunque deseaba más que nadie simplemente no tener que encontrármelo de nuevo, era algo muy imposible de lograr cuando trabajamos en la misma empresa, y lo que era peor, era mi jefe.

—Créeme que eso quisiera, pero no puedo hacer eso si significa perder el trabajo que tanto me costó encontrar.

Ella suspiró y se quitó el delantal que llevaba, pues ella fue quien cocinó la cena para nosotros.

—No tienes idea de cómo me gustaría que no tuvieras que depender de esta manera de ese trabajo, tú mereces más que todo esto.

Su expresión se oscureció, de repente llena de malos pensamientos, pero a pesar de que se encontraba de esa manera por mi culpa, me sentí muy conmovida de la empatía y amor que ella tenía por mí. Y es que Clarissa, era la única hermana que alguna vez iba a reconocer, las otras dos chicas que hicieron mi vida tan miserable no eran más que una basura de la que quería olvidarme.

—No te preocupes por mí, he superado obstáculos más grandes que esto.

Clarissa se rascó la cabeza, bastante molesta por no poder hacer más, pero no le quedaba de otra.

Escuché el motor de un automóvil detenerse justo en la entrada del departamento, por lo que me puse de pie y le di un beso en la frente.

—Nos vemos en la noche, no estés tan estresada por mí.

Ella exhaló fuertemente y negó.

—Más le vale que no te haga otra cosa mala, o ahora sí encontraré una manera de vengarme —soltó con convicción.

Sonreí y me colgué el pequeño bolso que me acompañaba, esperando que el día se pasara lo más rápido posible. Ya no quedaban demasiadas horas para el final de lo que se consideraba una jornada, por lo que intuía que solo iríamos a una o dos reuniones pendientes que Thiago tuviera.

Salí a la calle, manteniendo mis emociones neutrales, sin tener ni una sola expectativa del día. Había aprendido con los años que la mejor manera de tratar con una situación inesperada, era simplemente fluir con ella y no nadar contra la corriente, pues corría el riesgo de terminar ahogada por la presión. Miré como la persona que manejaba el negro y lujoso automóvil se bajaba y me saludaba.

—¿Es usted la señora Grace?

Sentí una especie de golpe en mi orgullo cuando me llamó señora, pero suponía que ya no era tan joven como antes y que tal vez pensaba que ya estaba casada, por lo que solamente asentí.

—Sígame.

Caminé a su lado, abrió la puerta trasera por mí y se movió nuevamente a su lugar.

Entré sin hacer escándalo y noté como Thiago hablaba por teléfono y anotaba una serie de cosas en su computador. Una vez que cerré la puerta y me abrumó la proximidad de su cuerpo, simplemente colocó el ordenador en mis piernas e hizo un gesto similar a teclear, por lo que parecía que quería que tomara algunas notas de lo que hablaban.

Al principio, me quedé congelada mientras el escupía palabra tras palabra, pero una vez que su ceño se acrecentó a más no poder y noté lo mucho que se estaba conteniendo para regañarme, me enfoqué únicamente en el monitor y empecé a apuntar todo lo que soltaba en voz alta dirigido a mí.

Transcurrió alrededor de media hora cuando finalmente fue capaz de colgar, y fue hasta entonces que respiré con tranquilidad. Thiago se acomodó el cuello de la camisa y al parecer, aquel tiempo de trabajo sin descanso había servido bastante bien para no tener que pensar en cosas extrañas.

Era difícil que mi corazón no latiera con fuerza ahora que me encontraba tan cerca de él, pero nada tenía que ver con el romanticismo que se veía en las telenovelas, era más bien una inquietud lo que me embargaba, que me avisaba constantemente que podía llegar a reconocerme.



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En el texto hay: reencuentro, perdon, embarazada

Editado: 22.01.2022

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