Embarazada de mi enemigo

Capítulo 7

 

Mi corazón dejó de latir en ese preciso instante.

Había dicho la chica del bar, recordaba a Dee Grace, pero no a Destiny Baker.

Por supuesto, jamás se acordaría de aquella niña ilusa. Pensé, sin entender si me sentía un poco decepcionada, o si simplemente quería que alguien tuviese en su mente de vez en cuando algún recuerdo de mi antiguo yo.

Era verdad que resultaba bastante hipócrita de mi parte querer algo como eso, sobre todo cuando yo misma me abandoné sin mirar atrás. No tenía derecho a desear que alguien todavía tuviera en su corazón o mente a la pobre y desafortunada Destiny.

—¿Te encuentras bien? —preguntó preocupado.

Le dediqué la sonrisa que tenía ensayada, esa con la que sabía que me veía bonita e intenté parecer ingenua, para poder salir de la situación rápidamente.

—Por supuesto —comenté—. Es solo que aquello me tomó por sorpresa.

—¿Entonces... eres tú la chica de esa vez?

—Supongo que esto hará las cosas algo extrañas, pero es algo que ninguno pudo predecir —solté a modo de excusa.

Thiago se pasó una mano por el cabello cuando comprendió que no negué su cuestionamiento y suspiró. Nada ganaría de lucir sospechosa y negarle que era yo aquella mujer. Además, todo lo que habíamos hecho era acostarnos una vez sin tantas complicaciones, y en realidad resultaba mejor que él no supiera mi verdadera identidad. Ahora que estaba embarazada, Destiny tenía varios años de muerta y finalmente encontré un trabajo decente como Dee Grace, confesarle a ese tipo quien era en verdad únicamente me pondría las cosas mucho más complicadas. Y yo ya no tenía ni la edad ni los ánimos de vivir en constante drama.

—Espero entonces que aquello no suponga ningún inconveniente en el trabajo.

Prácticamente estaba diciendo que no quería que me colgara de él y fingiera que teníamos una relación, pero no me pondría a discutirlo, porque era algo que esperaba de todas formas.

—Le aseguro que se quedará como un recuerdo muy lejano.

Thiago pareció complacido con mi respuesta y suspiré, pensando en cómo reaccionaría si supiera que pasó una noche íntima con aquella chica que estuvo enamorada de él durante tantos años. Probablemente no le importaría, porque comenzó a ignorarme como si nada cuando se hizo amigo de mis hermanastras, pero de todas formas, no podía negar que era bastante cómico, por no decir trágico.

Otras dos horas más pasaron mientras visitábamos subsidiarias de la empresa y en todo momento me aseguré de ser lo más profesional posible. Mi única meta en esa etapa de mi vida era conseguir una buena reputación laboral, donde mi trabajo no corriera peligro, pues solo de esa manera lograría brindarle la vida que mi hijo se merece.

Él no sería tratado de manera grosera, ni tampoco lo dejaría a su suerte. Me aseguraría de cuidarlo, aconsejarlo y amarlo. No viviría ni la infancia de Thiago, ni la mía, y aunque él jamás se enteraría de que es el padre del niño que estoy esperando, le brindaría todo el cariño y afecto que le darían dos padres.

¿Será que ya es momento de que empiece a buscar un ginecólogo? No tenía ni la menor idea de cuando una mujer necesitaba ir a visitas médicas, pero lo único que comprendía era lo costoso que resultaba, por lo que me aseguraría de conseguir más horas extras si eso me aseguraba un colchón más grande.

—Eres bastante eficiente —dijo cuando salíamos del último edificio del día. Todos los empleados le dedicaban miradas inquisitivas, sin atreverse a cruzarse en su camino, pues su aura imponente y su rostro inexpresivo, le hacían el típico jefe rígido que ponía el ambiente tenso.

Thiago era muy inteligente, desde siempre lo había sido, pero nunca fue bueno socializando con los demás, ya que a menudo pensaban que estaba enojado con los demás. No fue hasta que dejó de juntarse conmigo, que descubrí aquella faceta carismática y divertida que podía llegar a tener en las multitudes, ya que antes de eso solamente solía tratarme de esa manera a mí misma.

—Me halagan sus palabras.

Hice mi cabello hacia atrás, dejando mi cuello expuesto e intenté lucir como una mujer confiada y exitosa, pues también tenía algo de orgullo y no quería ser intimidada por las oficinistas que me observaban con ojos asesinos por estar trabajando tan cerca de Thiago Laupper.

—¿Eres empleada en el área de ventas no es así?

—Solo soy una secretaria que se dedica a hacer los recados.

—Para ser una chica con un puesto como ese aprendes muy rápido, y eres bastante perceptiva sobre el ambiente que se cruza frente a ti. ¿En qué universidad estudiaste?

La bilis me subió por la garganta. Parpadeé varias veces, sin saber cómo responder sin delatarme y él me miró.

—¿Acaso solo te graduaste del bachillerato? Lamento ponerte en una situación difícil.

—No, no es así. Simplemente la universidad era demasiado costosa como para permitírmelo.

Sabía que era un pretexto pobre y que cualquier otro jefe pensaría que sus empleados no son de la calidad que esperaba, sin embargo, Thiago era diferente a todas esas personas que crecieron con cuchara de oro en su boca, así que sin duda comprendería lo que era no poder seguir estudiando por problemas económicos.



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En el texto hay: reencuentro, perdon, embarazada

Editado: 22.01.2022

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