Embarazada de mi enemigo

Capítulo 8

—Este tipo de cosas solo les pasa a las mujeres cuando están embarazadas.

El que Thiago tuviera ese tipo de intuición era algo que todavía conseguía ponerme la piel de gallina. Había sido lo bastante inteligente con ligar mis síntomas de embarazo a la noche en que nos acostamos. En aquel momento de ebriedad, cuando estaba en el bar bebiéndome mis penas, me pareció bastante irónico y hasta un poco divertido, saber si la hermosa y seductiva Dee Grace era capaz de conquistar al chico que Destiny Baker nunca pudo tener. A diferencia de él, yo lo reconocí desde el primer momento, porque era justo igual a cuando me rompió el corazón, solo un poco más mayor. Sin embargo mi apariencia era muy distinta, sobre todo después de pasar por el quirófano. Porque sí, mi nariz y mentón no eran los mismos que poseía cuando era una adolescente, y no me arrepentía de mis decisiones, pues eso era lo que me brindaba confianza, y me tranquilizaba por las noches, ya que nadie sería capaz de vincularme con aquella chica pelirroja que dejé en el olvido.

—Por supuesto que no es eso —mentí sin la más mínima muestra de nerviosismo, pues no necesitaba tenerlo inmiscuido en mis asuntos, desde que supe que estaba embarazada, sabía que ese hijo era mío y solo mío.

—¿Entonces? —enarcó una ceja.

—Solo tengo el estómago revuelto por leer tanto tiempo en el automóvil, soy sensible a este tipo de cosas.

Puede que no se tragara del todo mi cuento, pero no tenía manera de desmentirme, ni tampoco se me notaría la panza en las próximas semanas, por lo que pronto se olvidaría del tema y haríamos como que nos conocíamos. Y probablemente para el momento en que me tomara la incapacidad de maternidad, no nos cruzaríamos más en la oficina y yo haría la vida feliz que tenía planeada al lado de mi hijo.

  —Entiendo —susurró pensativo—. De todas formas, creo que lo mejor sería descartar cualquier posible…

—¡Hemos llegado! —exclamé cuando el automóvil se detuvo frente a la tienda de vestidos y abrí la puerta en un santiamén—. Debemos apresurarnos para no llegar tarde al evento.

Salí rápidamente sin quedarme a mirar la expresión desencajada de su rostro, necesitaba zanjar el asunto antes de que se metiera en terrenos demasiado íntimos e incómodos de hablar. Tomé el picaporte de la entrada y me asombré por lo hermosa y elegante que era el sitio por dentro. Finalmente entendía porque mis hermanastras soñaban tanto con esa boutique, sin duda era algo sacado de una película adolescente, y ellas siempre querían ser como esas protagonistas que pasaban de pobres a ricas y se casaban con el tipo más guapo de la historia.

—Buenas tardes, —dijo una de las dependientas observándome de arriba abajo sin ninguna contención— ¿tiene  una cita?

Parpadeé durante varios segundos y me pregunté si en verdad tenía que realizar algo como eso para entrar a una tienda de ropa. Con cuidado giré mi cara para notar si Thiago ya venía a la tienda, pero parecía ocupado atendiendo una llamada en su celular, así que simplemente me encogí de hombros y negué.

Ella pareció esbozar una mueca y sus ojos antes neutrales, destilaban un poco de desdén.

—Entonces me temo que no puede entrar a la tienda, deberá volver otro día cuando haga su reservación con debido tiempo porque estamos bastante ocupadas el día de hoy.

Observé toda la tienda y no había ni una sola alma presente. Pensé que las otras chicas que atendían se dignarían a ponerse de mi lado, pues seguía siendo un potencial cliente, pero solo se rieron en voz baja de mí. Apreté los puños con fuerza, indignada por sus actitudes, pero como había aprendido a lidiar con gente como mis hermanastras y los chicos de la escuela, pude controlar mi ahora violento temperamento.

—No sabía que una simple empleada podía ser tan petulante —escuché como aquella voz masculina se colaba por mi espalda y sabía que Thiago alcanzó a oír su grosera respuesta.

Las chicas ahogaron un jadeo, mientras eran intimidadas o seducidas por la imponente figura elegante de Thiago. De seguro su traje era de diseñador, por la manera en que ellas ahora parecían nerviosas por su presencia.

—Disculpe, no sabía que venía con usted —dijo disculpándose con él, no conmigo.

—Majadera —dije en una voz lo suficientemente baja para que nadie me escuchara.

Él pareció cansado con su forma de actuar y solo se frotó la cien.

—Ve y trae algunos vestidos que le queden bien, no escatimes en el precio.

Las dependientas asintieron y comenzaron a moverse más rápido que un rayo por la tienda.

—Si no tuviéramos prisa, habría hecho que nos atendieran en otra tienda —confesó algo apenado.

—No hay problema, en realidad no es nada —no lo era comparado con el acoso y la violencia que recibí en años anteriores—. Simplemente me maravilla lo fácil que las cosas se hacen cuando hay dinero de por medio.

Thiago pareció divertido por mi respuesta.

—Le sorprendería saber que no toda mi vida he tenido esto —suspiró.

—No me diga —solté sin pensarlo demasiado—, fue el sexto hijo de una familia pobre.

Él se puso rígido en su lugar y casi quise echarme a reír yo. Por supuesto que no se esperaba que le dijera eso, pero después de comprender que no me reconoció por ser Destiny Baker, había comprendido que para él esa chica nunca significó nada y que tampoco la mantenía en sus recuerdos, por lo que no tenía que preocuparme por nada.



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En el texto hay: reencuentro, perdon, embarazada

Editado: 22.01.2022

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