A veces no comprendía porque me abrumaba tanto algo que pasó hace tanto tiempo. No tenía nada de sentido que cuando las memorias de una época ya muy ajena a la persona que era, de repente me carcomieran y me hicieran sentirme así de mal.
¿Sería porque nunca cerré realmente aquel ciclo de mi vida? No es como que hubiera podido desprenderme realmente de toda esa miseria como debí, simplemente hui sin darme vuelta atrás, mientras me quedaba estancada con otra identidad completamente distinta.
No es que odiara ser Dee Grace. Si lo veía de manera objetiva, amaba ser ella. Era como si estuviera en una vida completamente diferente a la que tuve de niña, y eso me gustaba, sin embargo, lo que me resultaba extraño era ese sentimiento de incertidumbre que nunca me abandonaba.
Siempre estaba asustada de que alguien descubriera que Destiny Baker seguía viva. Era una constante preocupación la que no me soltaba, cada año, cuando se acercaba aquella fecha donde todo cambió, comenzaba a tener pesadillas sobre esa época, y no podía evitar preguntarme que pasaría si me encontrara con mi padre, mis hermanastras u otra persona conocida que pudiera desenmascararme.
¿Me perseguirían para hacerme de nuevo la vida miserable? ¿o habían cambiado y ahora eran personas diferentes?
La realidad era que nunca lo sabría y esperaba que se quedara de esa forma. Nunca podría ver al que se suponía era mi progenitor de ninguna manera cariñosa, ni tampoco pensaba en este como en mi familia, mucho menos a su nueva esposa e hijas, así que prefería sufrir unas pocas noches al año y continuar con mi pacifica existencia lejos de ese sitio infernal.
—¿Estás cansada? —preguntó Thiago a medio camino.
A pesar de haber pasado más de la mitad del día atrapada en aquel automóvil tecleando en el ordenador como poseída, no estaba tan fatigada como se esperaba. Pero sin duda alguna, él parecía haber captado mi estado de ánimo.
—No, es solo que pensé en algunas cosas sin importancia.
Alzó una ceja, luciendo bastante intrigado.
—Si no te importara tanto, no harías esa expresión.
“Si no me hubieran jodido tanto, tal vez no tendría que verme así de mal.”
—¿Qué expresión se supone que uno ponga cuando piensa en personas que detesta?
Thiago pareció sorprendido de que Dee Grace contestara de una manera audaz, y casi un segundo después de que eso saliera de mi boca, me maldije por ser así de impertinente.
—Dígame señorita, ¿qué puede ser tan grave como para que los odie con tanto fervor?
Me mordí el labio, recordando cómo me dio la espalda igual que los demás, y la sangre en mis venas hirvió sin control.
—Discúlpeme, pero no estoy aquí para hablar de temas personales.
Erguí mi espalda y miré hacia la ventana, con miedo de que si continuábamos hablando de ese tortuoso tema, terminaría explotando contra él, y ocasionándome un despido innecesario.
—Lamento si me inmiscuí demasiado en algo que no debería.
—Me encogí de hombros.
—Simplemente hay cosas que no se deben sacar nuevamente a la luz.
Observé su imagen reflejada y por un instante, vislumbré al antiguo Thiago, sonriente y amable, que me brindaba su cálido hombro para reconfortarme después de una pelea en mi casa.
Mi padre siempre puso a sus hijastras por delante de mí. En una pelea de credibilidad, cuando estaban ellas acusándome de arruinar sus vidas en la escuela, y cuando estaba yo implorándole que les pidiera que pararan su acoso en mi contra, me daba una bofetada y me pedía que dejara de ser tan envidiosa y rastrera con las hijas de su mujer. Él siempre creía todo lo que le decían de mí, me tachaba de mala persona, amiga, estudiante, todo.
Para él no era nadie más que la asesina del amor de su vida. Así que siempre que salía con las mejillas hinchadas y el corazón roto años después de que dejó de ignorarme y pasó a regañarme con efusividad, quien me consolaba cuando lloraba a moco tendido era Thiago.
—No te preocupes —solía decir—. Te prometo que cuando nos vayamos lejos, nos reiremos de toda esta absurda situación. Serán tan solo anécdotas que les contaremos a nuestros nietos.
—Mentiroso —murmuré en voz baja mientras nos acercábamos a nuestro destino.
El evento se llevaría a cabo en una de las franquicias de hospitales más importantes del país, ubicado justo en el centro de la ciudad. Nunca me imaginé que estaría parada en un sitio tan costoso y exuberante como ese, sin decir que acompañada de una persona con la que no creí volver a toparme nunca más.
Caminé a su lado de la manera más serena y hábil que pude, bastante acostumbrada a estar en tacones. Me dediqué a actuar de la manera coqueta y relajada en la que Dee actuaba, y finalmente intenté dejar de lado esa melancolía que me atrapaba bastante en esos últimos meses. Y es que al parecer, tener a una persona de mi pasado de vuelta a mi vida, lograba un cierto retroceso en lo que había logrado y sin darme cuenta, terminaba actuando como la antigua Destiny.
La entrada a la fiesta tenía justo una alfombra rosa oscuro cerniéndose justo en el medio de las escaleras. No había paparazzis ni reporteros, porque era un asunto serio con personas que no eran del medio artístico, pero ese nivel de decoración y preparación, sin duda eran dignos de algunos premios de la televisión.