—Es que eso no me sirve, necesito que me aseguren ahorita mismo que ella y mi hijo se encuentran bien.
El ruido proveniente de la sala comenzó a sacarme de mi sueño y pronto un olor a antiséptico me golpeó. Lo primero que me recibió fue el color blanco inmaculado del techo y la incandescente luz de la bombilla.
—Señor Laupper, le recomiendo que se tranquilice, ya le hemos aclarado que ella despertará en cualquier momento, por favor sea tan amable de tomar asiento.
Los oídos me zumbaban y percibía los labios secos, lo que me hacía pensar en cuanto tiempo podría haber llevado dormida sin saberlo. Quise incorporarme y decirle a Thiago que no se preocupara, que ya estaba bien, pero simplemente no podía hacerlo. No podía abrir la boca y decírselo de manera personal.
—¿Cómo me pides que esté tranquilo cuando ella se encuentra sin abrir los ojos?
—Mmh —me quejé para que pudieran prestarme atención y dejaran de pelear.
Ambas personas presentes se detuvieron y entonces se acercaron a la cama.
—¿Dee, te encuentras bien?
La cara preocupada de Thiago fue lo primero que enfocó mi vista. Una barba descuidada y unas grandes ojeras decoraban su apuesto rostro. No parecía el usual Thiago impecable que veía en la oficina, así que simplemente parpadeé confundida.
—¿Necesitas algo? ¿te duele algo?
Negué y miré hacia la pared, buscando un reloj.
—Me encuentro bien —espeté—, ¿qué horas son?
—Han pasado aproximadamente dos horas después de que te desmayaste, estamos en un hospital cercano a la oficina.
—Ya veo —fruncí el ceño pensando en la discusión que tuve con mi hermanastra y nuevamente me sentí algo extraña.
Quise ponerme de pie para saber qué haría a continuación o que sucedería, pero cuando finalmente mi cuerpo me obedeció, Thiago entró en pánico y colocó uno de sus brazos en mi estómago y otro en la espalda.
—No te incorpores así, no sabemos si es seguro —me reprendió con un tono muy serio.
—Señor Laupper, ya le hemos dicho que es seguro que regrese a su casa, solo tiene que evitar esfuerzos o impresiones fuertes, de preferencia descanse en su residencia hasta que termine su embarazo.
Dejé de mirar a Thiago y busqué los ojos del doctor que acababa de decir eso como si nada.
—¿Disculpa? ¿entonces tengo que dejar de trabajar?
No, no y no. Eso no era posible y no pensaba hacerlo. Me había costado demasiado el conseguir un trabajo tan bueno como ese y no estaba dispuesta a simplemente renunciar a este, sería como echar por la borda mi futuro y el de mi hijo.
—Mire señora Laupper, yo solo estoy dándole las recomendaciones que debería seguir para que no padezca ningún tipo de inconveniente hasta que dé a luz, pero como se ha podido dar cuenta, por su peso y otros factores, su cuerpo no es muy saludable entonces tiene que cuidarse más que otra mujer promedio.
¿Me había dicho señora Laupper? No entendía nada de lo que sucedía, ni porque me llamaba así, pero antes que reclamarle eso, necesitaba conseguir su permiso para continuar en mi empleo.
—Le agradezco su preocupación, pero no puedo dejar el trabajo, no es posible.
Se acomodó los lentes y suspiró.
—Solo sería hasta que dé a luz, luego de eso todo volvería a la normalidad.
Me agarré las manos con nerviosismo y pensé en Dorothy y lo que diría de una empleada que acababa de contratar, la cual ya estaba embarazada y de repente tendría que pedir incapacidades. Era una locura, no me querrían más en la empresa. Un nudo en la garganta se apoderó de mí y no sabía que hacer o decir a continuación.
No quería perder a mi hijo. El ponerlo en riesgo no era una opción, pero de todas formas era tan desgarrador salirme.
—No se preocupe doctor, nosotros nos encargaremos de eso —contestó Thiago por mí.
—Eso estará bien —asintió el doctor—, entonces si me disculpan, iré a conseguir una enfermera para que te dé lo que te receté y te daré de alta.
Salió sin esperar a que le dijera algo y me quedé con la mirada fija en el piso. Sin vida.
—No te veas tan mal, como dijo el doctor, solamente será por un tiempo, es por tu salud y la de nuestro hijo —palmeó mi espalda y me mordí el labio.
—No es tan sencillo —confesé casi llorando.
—Dee… te voy a conseguir las incapacidades, nadie te correrá de la empresa si eso es lo que te preocupa.
—Pero Thiago, ¿crees que los demás considerarán justo que a una persona que acaba de entrar al trabajo la traten así? será horrible todo para mí una vez que vuelva a la oficina.
Y es que solamente pensar en cómo Luis pondría el grito en el cielo cuando se enterara que sería madre y de qué manera esto aumentaría su odio hacia mí, me hacía temblar. Todos me juzgarían y me tratarían como una mujer que hizo favores extraños para obtener tantos favores.
—Eso no sucederá, yo me encargaré de todo.