Después de dos semanas de haberme puesto en contacto con mi tía Rebecca, finalmente llegaba en avión a la ciudad.
Había pensado que tardaría mucho más en llegar o siquiera en responder, también consideré la opción de tener que ir yo hasta Canadá para explicarle lo que sucedía, pero después de una carta muy explícita en donde le revelaba secretos que solo ella y yo sabíamos de mi pasado, me respondió con un mensaje corto y conciso a mi número telefónico y pronto arreglamos todo.
Desde que tenía uso de razón, ella era de una de las pocas parientes paternas que poseía que verdaderamente me quería, sino que la única. Ella había intentado que siempre me sintiera parte de su familia, me contaba anécdotas de mis padres cuando eran jóvenes y estaban a punto de casarse y lo hermosa que era mi madre cuando era joven.
Lastimosamente para mí, yo no poseía una familia materna con la cual apoyarme, por lo que casi era como estar sola en el mundo, fue entonces que recordé la cara esperanzada de Thiago, al saber que yo era Destiny.
Era un hecho desgarrador ser consciente de que no hay nadie en el mundo de tu familia, que estás solo. Eso fue lo que sentí cuando mi tía estaba lejos en Canadá y Thiago se alejó de mí, pues eran las únicas dos personas con las que podía apoyarme.
Estaba esperándola en la sala de espera del aeropuerto, donde ella llegaría en menos cinco minutos. Ya habían anunciado desde hacía un rato que su vuelo aterrizó, así que suponía pronto nos veríamos a la cara.
Me encontraba demasiado nerviosa y tenía el corazón latiéndome muy fuertemente en el pecho. Las manos me sudaban y no sabía cómo la saludaría o como ella me recibiría. Hacía tanto tiempo que me había resignado a nunca más volver a verla, que ahora simplemente no poseía ni la menor idea de qué debía hacer con ella.
Pero para mí alivio, ella seguía siendo la persona cariñosa y social que conocí de pequeña, pues en cuanto me vio pareció reconocerme y corrió hasta donde estaba.
—¡Pero si estás igualita, Destiny mi cielo! —me abrazó fuertemente con sus regordetos brazos y me estrujó—. Solo te faltan unos pocos kilos en el cuerpo.
Me reí ante su comentario y se sintió bastante bien que alguien dijera eso.
—Pensé que no me creerías —le contesté con la voz temblorosa.
Ella negó y revisó mi cara con sus manos muy bien cuidadas.
—Siempre le dije a tu padre que había algo extraño con esa supuesta muerte tuya —frunció el ceño y volvió a abrazarme—. Le dije una y otra vez que no podían darte por muerta sin un cuerpo, aunque hayan encontrado supuestas evidencias, ¡pero nunca quiso escucharme ese hombre tan terco!
A pesar de que habíamos tocado el tema de la muerte de mi padre muy por encima, todavía la tía Rebecca sabía que yo ya conocía la verdad, o la supuesta verdad que Candy me brindó.
—No, no. Fue lo mejor que pudieron hacer, yo no tenía pensado jamás volver a ser Destiny Baker.
Percibí como mis mejillas se enrojecían debido a la vergüenza de confesar aquello y mi tía sonrió.
—Ay querida, conmigo no tienes por qué sentirte avergonzada por ello, no era para más, estabas en un nido de víboras terrible, y más con esa trepadora de Tracy haciéndote sufrir por sus celos. Esa mujer sigue siendo la misma desde que la conocí.
La tía Rebecca había odiado a mi madrastra y a sus hijas desde la primera vez que supo que mi padre estaba en una relación con ella, y no era para menos, pues ella conocía a Tracy desde sus épocas de secundaria. Los tres habían asistido a las mismas escuelas, y ellas dos jamás se cayeron bien, por no decir que se odiaban a muerte.
—Candy me contó que ellas no se quedaron con nada al morir mi padre.
Mi tía me miró con curiosidad y asintió.
—Nunca pensé que alguien que poseyera su sangre pudiera algún día llegar a ser una persona de bien y honesta, pero debo admitir que esa chica tiene razón. Finalmente mi hermano después de que fue muy tarde para arreglar las cosas contigo recuperó el sentido y se deshizo de ellas.
Me imaginé una escena donde Tracy se mordía los labios de furia mientras pensaba en mi padre y en como la dejó sin un centavo, pues ella era el tipo de persona que no hacía nada más que colgarse de sus parejas como un parásito y absorber todo su dinero. Un total parásito, sin oficio ni beneficio.
—¿No se presentaron al funeral?
La tía bufó con horror como si recordara la escena.
—Es que tuviste que estar presente ese día, ¡fue un caos total! Ellas entraron como las señoras principales y armaron un alboroto, llorando frente a la tumba como si él todavía siguiera con ellas, todo para engañar a la gente y hacerles creer que lo que había dejado mi hermano era para ellas.
Tracy era una mujer guapa, pero sin clase y violenta. Era la típica adulta, divorciada y amargada, que pasaba la vida peleándose y brindando espectáculos indeseables. Así que seguramente habría sido todo un caso deshacerse de ella.
—Esa mujer pensó que todo iría como quería, pero yo me encargué de que no fuera así, jamás le daría ni un solo centavo de la herencia de mi hermano y tu madre, mucho menos después de todo lo que te hizo, yo te lo debía.