¿Se puede ser tan feliz que crees que vives dentro de una realidad alternativa? Días antes hubiera dicho que no era posible, que tenías que trabajar muy duro y que ni siquiera eso te lo garantizaba, si no la suerte misma influía muchísimo, y al parecer el destino comenzaba a sonreírme. Finalmente estaba mirando la luz fuera del túnel, y lo que me hacía más dichosa era saber que tenía a Thiago conmigo.
Era la primera vez en toda mi vida que me daba la oportunidad de amar de esa manera a un hombre y todo se sentía distinto, se intensificaba. Con cada cita, salida o beso que compartíamos, sentimientos extraños florecían y me hacían percatarme de lo mucho que me gustaba estar a su lado.
Thiago era caballeroso y muy amoroso, siempre procuraba mi bienestar por encima de todo y nunca escatimaba a la hora de consentirme tanto a mí como a mi hijo.
A pesar de que el juicio estaba a la vuelta de la esquina y pasábamos algunas tardes hablando con los abogados que mi tía Rebecca contrató, más la ayuda legal con la que nos estábamos asesorando por parte de él, me mantenía tranquila y dichosa pasando mi tiempo libre con la gente que quería y adoraba.
Cenábamos juntos, paseábamos, platicábamos. Era como volver a ser viejos amigos que se tienen mucho cariño, pero que con el tiempo aquello se desarrolló en algo romántico, así me sentía con Thiago, y eso me fascinaba. Pues no hay nada mejor que tener una bella amistad con la persona que te gusta.
Y así es como entré al juzgado aquella tarde, de la mano de Thiago, la persona que ahora era mi más grande apoyo.
Nos sentamos discretamente hasta el fondo de la sala y permanecimos en silencio hasta cuando Ivy, Candy y su madre entraron por la puerta principal. Por petición de los abogados, no hablaría hasta que ellos me pidieran presentarme, así que cuando Ivy reparó en la presencia de Thiago y se acercó a nosotros, me mordí la lengua para no soltarle quien era en realidad y solamente sonreí a pesar de la tensa situación.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó desconcertada observándome con cara de pocos amigos.
—He venido como apoyo de la tía Rebecca.
Ivy frunció terriblemente el entrecejo, era el tipo de persona que no podía ocultar cuando algo no le gustaba y sonreí todavía más brillante, porque me causaba tanto regocijo mirarla así.
—¿Ella te lo ha pedido? —bufó—. No puedo creer que su avaricia llegue a tal punto de querer ponerte en nuestra contra.
Thiago alzó una ceja inquisitiva, seguramente pensando que Ivy se estaba haciendo una especie de película extraña con él y negó.
—No, yo he venido porque he querido apoyarla. Es ella quien tiene el derecho de reclamar la herencia de su sobrina después de todo.
Ivy se notó bastante herida con el comentario y se mordió el labio.
—¿Tiene el derecho? ¡pero si la hija soy yo, no ella!
—Corrección, hijastra. Y te recuerdo que el padre de Destiny no era el dueño de esa herencia, sino su madre.
—Es lo mismo si ambas están muertas —rodó los ojos—, eso nos pertenece a nosotras y eso vamos a demostrar este día, así que espero que lo comprendas muy bien después de que el juez me dé la razón.
Ivy alzó el mentón, luciendo muy convencida de que ella era quien tenía todas las de ganar y realmente me sorprendía que seguía actuando de esa forma tan confiada en todo momento.
—¿Nunca cambiarás, no es así? —preguntó Thiago luciendo extremadamente cansado de su actitud y yo apoyé mi mano sin pensarlo en su brazo para detenerlo, algo que captó la atención de Ivy, quien parecía muy disgustada con mi acto.
A mí tampoco me gustaba como ella se creía dueña de Thiago, a pesar de ni siquiera ser su amiga. Así que me aferré todavía más a su brazo y la encaré con severidad, sin pensar en dejarme intimidar por ella.
—No tengo ninguna razón para cambiar —espetó orgullosa.
El brillo travieso en sus ojos dejaba ver que ella en realidad pensaba que ya todo estaba arreglado, así que simplemente dejé que todo empezara a ir como quería, para después tirarle el teatro que creó en su cabeza de una manera cruel y repentina.
—Apropósito, no sabía que ahora tenías un fetiche con salir con mujeres algo… grandes—soltó de manera despectiva y me eché a reír por lo grosera que podía llegar a ser sin importarle nada.
—Te pediré que respetes a mi novia, con quien pronto tendré un hijo.
—¿Es tuyo? —el color de su rostro la abandonó y pareció bastante acongojada.
—Así es.
—Tendré que retirarme, todos nos están esperando para empezar.
Ivy pareció rendirse y se movió rápidamente de donde nos encontrábamos. La tía Rebecca se posicionó donde le tocaba con su grupo de abogados y noté como mi madrastra hablaba en voz baja con sus hijas cuando notaron que el equipo legal de mi tía creció considerablemente.
“Así es, ya va siendo hora de que se pongan nerviosas, nada saldrá como quieren.”
Durante todo el rato estuve sosteniendo la mano de Thiago, quien ponía sus dedos sobre mi dorso y lo acariciaba para brindarme consuelo y que eso me hiciera estar menos nerviosa por lo que estaba a punto de suceder.