Capítulo 18

 En el apartamento de Leonardo y Karina, Marcela cargaba al pequeño perrito Azur, quien movía las paticas intentado escapar.

—Es un lindo perro ¿Cómo se llama? -pregunta Marcela, la madre de Leonardo.

—Azur.

—Que nombre tan extraño para un perro.

—Es un nombre original -contesta Leonardo.

  Azur estaba en brazos de Marcela. Leonardo podía sentir lo que sentía Azur, incomodidad y molestia.

  A Marcela le gustaba los animales y se encariñó muy rápido con Azur.

—Yo tengo cinco perros -comenta Marcela con gran alegría- Apolonio, Aristóteles, Atenea, Hércules y Greta, tres gatos Acleto, Constantino, Afrodita, dos tortugas Eustaquio y Frida, dos ovejas Nerón y Troya, un caballo Atlas y dos yeguas Persefone y Hestia.

—Y Azur es el que tiene un nombre raro. Pobres animales. Me alegro que no me hayas puesto un nombre así a mí -comenta Leonardo con gracia.

—Algunos son nombres griego y tienen historia...

—No hace falta las explicaciones, mamá -Interrumpe él. Conociendo a su mamá iba a hablar sobre la historia de todos esos nombres y eso sería muy largo y tedioso.

—Y tu nombre, tu padre no lo permitió -responde Marcela desviando la vista.

—¿Si me ibas a poner esos nombres?

—Era broma, casi.

—¿Cómo que casi? -pregunta Leonardo entrecerrando los ojos.

—Hay unos nombres griegos que son muy lindos.

—Apolonio Leonardo Palacios -se burla Karina.

  Las dos mujeres se rieron mientras Leonardo estaba muy serio. Su madre y Karina se llevaban mejor de lo que esperaba.

—Guau, guau -el ladrido de Azur se escuchó tan falso que Marcela lo observó extrañada. 

—Ladra muy mal. ¿Estará enfermo?

—Tiene la garganta irritada. El veterinario le mandó unas medicinas -mintió Leonardo.

—Pobrecito -dice Marcela acariciando la cabeza de Azur.

—Ya está mejor, sólo no debe ladrar para nada -Leonardo dice esto fulminando con la mirada a Azur para que entendiera que debiera callarse.

—Tiene muchos animales, Marcela -interviene Karina siguiendo la conversación de antes.

—Mi mamá casi tiene un zoológico en casa.

—No son tantos. Hay suficiente espacio para más -dice Marcela emocionada.

—¿Ahora que animal quieres? -pregunta Leonardo.

—Una vaca y un toro para hacer la pareja. Y hablando de parejas ¿Cuánto tiempo tienen juntos?

—¿Tiempo juntos? Algunos meses.

—¿Cuántos? -pregunta Marcela insistente.

—No sé exactamente.

—¿Cómo no van a saber? ¿Qué tan seria es su relación?

—Es una relación seria -responde Leonardo incómodo. Su madre podría ponerse bastante fastidiosa con el asunto.

—¿Y se casarán? ¿Tendrán hijos?

—¡Mamá! Sólo llevamos unos meses juntos. No hemos pensando en nada de eso.

—Eres mi único hijo y mira mi edad y no he tenido ningún nieto -contesta Marcela con mirada inocente.

—No puedes obligarme a tener hijos ahora.

—No te voy a obligar, pero si yo muero y no llego a conocer a ningún nieto...

—Mamá, sin manipulaciones -Leonardo estaba cansado de esa conversación.

—Es que Karina se ve tan buena mujer y no como...

—Mamá, no menciones a mis ex, es pasado.

—Y un muy mal pasado -replica Marcela. 

  Azur se sube a las piernas de Leonardo y se le queda observando fijamente y ve la puerta.

—¿Qué quieres, precioso? -le pregunta con cariño, Marcela a Azur.

—Quizás quiera salir -comenta Karina.

—¿Quiere pasear? Desde que estoy aquí no lo has sacado a pasear, pobrecito. Me gustaría conocer el edificio. Se que tiene una piscina y así lo sacó a caminar.

—Porque no vamos todos a fuera, así Azur camina más y vamos a comer a algún lugar -propone Leonardo. No podía permitir que su madre paseara dentro del edificio.

—Tienes razón. Me iré a cambiar.

  Marcela va a su habitación. Azur se baja y se queda viendo a Leonardo y a Karina.

—Yo tengo reunión con los demás. No quería salir a pasear.

—Mi mamá piensa que sí y vendrás con nosotros -le ordena Leonardo.

—¿Cuando se irá? No me gusta no poder hablar -se queja Azur.

—Los perros no hablan.