Embarazada de un demonio

Capítulo 29

 Era una noche muy concurrida en el bar Luna Nueva. Se encontraban los borrachos habituales de siempre, discutían entre ellos por cosas sin importancia, se gritaban e insultaban para luego seguir hablando como si nada hubiera pasado. 

 

—Quiero otro -le dice uno de ellos al mesero.

—Ya has bebido mucho. Es mejor que regreses a tu casa -era un hombre de 47 años con cabello azul claro y ojos negros. Ya conocía a muchos de los que frecuentaban el local.

—Tú no eres mi mamá. ¡Otro trago!

—Ustedes los borrachos nunca aprenden.

 

 El mesero le entrega su pedido sin decir nada esta vez, ese hombre ya era un caso perdido y no iba a escuchar consejos.

 

《Si supieran el daño que le hacen a su cuerpo con tanto licor》 pensó él con decepción. 

 

 Se acerca al mesero un hombre de cabello negro y ojos naranjas quien lo saluda. Era otro cliente habitual del bar.

 

—Rolando. Últimamente has venido mucho por aquí -le dice el mesero algo preocupado ya que Rolando antes no era de emborracharse seguido.

—Necesito olvidar todo.

—¿Mucho a problemas?

—Demasiado -responde Rolando sentándose en una silla de la barra del bar.

—¿Lo de siempre?

—Ya lo sabes.

 

 Desde que encontró a su esposa Tatiana con ese monstruo que cambia de forma y que su amante lo haya terminado al querer quedarse a vivir con ella, su vida se convirtió en un desastre para él.

 

 Su tarjeta de crédito tenía cada vez más deudas desde que se la entregó a Deyfras. Rolando pensaba en cancelarla, pero si lo hacía sabía que el demonio regresaría y era lo que menos quería.

 

 Esa noche quería emborracharse hasta más no poder. No quería pensar que al final se quedó totalmente solo cuando antes tenía a dos mujeres.

 

—¿POR QUÉ TODO TERMINÓ ASÍ? TENÍA UNA ESPOSA QUE SE ENCARGABA DE LA CASA Y UNA MUJER QUE ME SATISFACÍA. MI VIDA ERA PERFECTA. PERO VINO ESE MONSTRUO A ACOSTARSE CON MI ESPOSA.

—¡CALLÁTE IDIOTA! NADIE QUIERE ESCUCHAR TU VIDA -grita una mujer que se encontraba en la mesa de al lado. 

—TIENES LO QUE TE MERECES DESGRACIADO -se escuchó la voz de un hombre mayor que estaba sentado en la barra.

—USTEDES CALLÉNSE. ¡INÚTILES! YO SI TENÍA UNA BUENA VIDA. NO CÓMO USTEDES VAGOS -les responde Rolando enojado. 

—¿QUÉ DICES? -se levanta molesto un hombre alto.

—¡BASTA! ESTE ES UN LUGAR PARA BEBER, NO PARA PELEAR -los detiene uno de los meseros intentando calmar el ambiente para evitar peleas.

 

 Rolando se volvió a sentar y agarró su botella y dio un trago largo, el líquido corría de las comisuras de sus labios y caían gotas en su ropa.

 

—Tu historia es muy interesante. Me gustaría escuchar más -se sienta cerca de él una mujer muy hermosa de cabello castaño claro corto y ojos amarillos con verde.

—¿Te burlarás igual que los otros?

—Para nada. Tu historia se escucha tan fantástica. Me encanta eso.

—Bien.

 

 Rolando le contó todo a esa mujer, desde que llegó temprano a su casa y encontró a su esposa Tatiana en la cama con un hombre que era igual a él, que luego se transformó en otro hombre y por último un pájaro que salió volando por la ventana, que luego dejó a Tatiana allí y se fue a vivir con su amante, pero después de unos días su amante dijo que ya no lo soportaba, que él sólo era algo pasajero, que lo utilizaba porque le daba lujos sin ningún compromiso y lo botó de la casa terminando con él. 

 

—Regresé a mi casa y Tatiana no estaba. Se había ido. Ella tenía que quedarse en la casa esperando por mí, su esposo -continúo contando Rolando ya muy borracho.

 

 La mujer estaba obstinada de escuchar los comentarios machistas del hombre, pero necesitaba sacarle toda la información. 

 

—Y ese hombre que cambiaba de forma ¿Lo volviste a ver? -pregunta ella para que él siguiera con la historia que era lo único que le interesaba saber. 

—Sí, Tatiana regresó a la casa y le dije que tenía que quedarse conmigo porque era mi esposa y otro monstruo apareció.

—¿Un monstruo? ¿Cómo era?

—No recuerdo bien, se que era calvo y tenía unos cuernos en la cabeza y unas alas como de murciélago ¡VOLABA! De verdad volaba -dice Rolando exaltado- Estaba aterrado por toda esa locura. 

—Era cómo ¿un demonio?

—¿Un demonio? Eso no existe...

—¿Y un monstruo sí? -pregunta la mujer levantado una ceja.

—Ya ni sé lo que es real.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.