Embarazada del hombre equivocado

Capítulo 8 El comienzo del juego

No me atrevo a imaginar la cara que pondrá cuando me vea aparecer frente a ella.

―No te alejes ―le indico a mi chofer mientras ajusto el botón de mi chaqueta―, tal vez las cosas no salgan según lo esperado ―sonrío, divertido―. Conociendo su carácter me temo que me explotará la bomba en la cara.

Ángelus asiente al cerrar la puerta trasera de la camioneta.

―No se preocupe, señor ―me devuelve la sonrisa―. Llamaré respaldo en el caso de que lo necesite.

Me entrega la cartera y me desea toda la suerte del mundo, antes de alejarme. Camino decidido hacia la entrada del edificio, con la sangre ardiendo en mis venas y el corazón palpitando al doble de su velocidad. Esta nueva aventura me tiene excitado y con las expectativas en alto. Me acerco a la recepción y me identifico.

―Buenas noches, vengo a ver a la señorita Rogers ―el joven me observa y levanta la bocina de su teléfono interno para anunciarme, pero lo detengo y evito que lo haga―. Es una sorpresa.

Niega con la cabeza.

―Lo siento, pero no pudo dejarlo entrar si la señorita no lo autoriza.

Me le quedo mirando mientras meto la mano en el interior de mi chaqueta, saco la cartera y extraigo dos billetes de alta denominación.

―Espero que esto sirva para convencerte.

Sus ojos se abren como platos, observa hacia los lados para percatarse de que nadie lo ve, coge el par de billetes y los guarda en el bolsillo de su pantalón. Me aseguraré de que lo despidan cuanto antes, un sujeto como él no ofrece ningún tipo de confianza como para dejar en sus manos la seguridad de un lugar como este.

―Puede encontrarla en el último piso ―me indica sin preocuparse por el hecho de haberme soltado información confidencial―, es el único apartamento en el área.

 Maldito hijo de puta. Oculta mi furia y le agradezco por sus decepcionantes servicios. Me alejo de allí y me dirijo hacia el elevador. Una vez que ingreso al interior del aparato me acerco al tablero y marco el piso en cuestión. Luego, saco mi teléfono y me comunico con Ángelus. Contesta al primer repique.

―Averigua cuál es la empresa encargada de la seguridad y vigilancia de este edificio y pide que despidan al recepcionista ―exijo con enfado―, y que envíen a alguien nuevo ―antes de colgar, agrego algo más―. Pídele a Marcus que examine la fiabilidad y el prestigio de dicha empresa y, si no pasan la prueba, que la sustituya por una de nuestro grupo.

Cuelgo la llamada y bajo del elevador cuando las puertas se abren. Examino los espacios y hago nota mental de todo. Hay demasiadas fallas de seguridad en este lugar, tendré que tomar cartas en el asunto. Me detengo frente a su puerta y toco el timbre. Algunos segundos después, escucho sus pasos.

―¡Qué empiece el show! ―me digo a mí mismo y me preparo para el nuevo encuentro. Meto una de mis manos en el bolsillo de mi pantalón al escuchar que quita el pasador y gira la manilla de la puerta―. Buenas noches ―sus ojos azules me observan incrédula y desconcertada―. ¿Quién iba a imaginar que nuestro encuentro sería tan pronto? ―le digo aposta. Espero a que reacciones, pero su sorpresa es tal que no puede hacerlo―. ¿Nos quedaremos parados en este pasillo o me invitarás a entrar?

Sonrío. Esta aventura promete muchas cosas.

―Pero… ¿Qué demonios hace usted aquí? ¿Cómo supo dónde vivía?

Chasqueo la lengua y me abro paso hacia el interior de su apartamento sin esperar a que me invite a hacerlo, porque sé que no lo hará.

―No es de buena educación hacerle tantas preguntas a un invitado que acaba de llegar.

Me doy la vuelta y me le quedo mirando con cara de circunstancia. Noto el cambio casi al instante. Su rostro se enrojece y estalla en pocos segundos. Estoy a punto de echarme a reír, pero me contengo.

―No es mi invitado y nunca lo será, así que puede irse por donde mismo vino.

La sangre me hierve de la emoción. Cuanta energía acumulada hay en ella, no obstante, está mal direccionada. Necesita a alguien que le enseñe a darle un mejor uso. Y, quién mejor que yo.

Niego con la cabeza.

―Esa no es manera de tratar a alguien que solo se preocupa por ti, Destiny.

No se da cuenta de que llevo su cartera enganchada en mis dedos y colgada sobre mi espalda. Con un movimiento sobreactuado la muevo hacia el frente y se la muestro. Su cara es para coger palco.

―¿Qué haces con mi cartera?

Se acerca rápidamente, pero la elevo para que no pueda tomarla. Su vehemencia la hace impactar contra mi pecho. Aprovecho la oportunidad y la envuelvo de la cintura con mi brazo.

―¿Rescatarla? ―aproximo mi cara a la suya―. ¿Ir por ella al lugar en el que la dejaste olvidada y ofrecerme a traerla? ―observo sus labios con ganas de volver a besarlos―. Viéndolo desde un punto más objetivo ―le digo con aires de suficiencia―, a este ritmo, me deberás hasta el alma, cariño.

Una sonrisa cínica tira de mi boca. Me fulmina con su mirada y pone las palmas de sus manos sobre mi pecho para zafarse de mi agarre. Me da un empujón que me envía a varios metros lejos de ella.



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En el texto hay: romance, amor, embarazo

Editado: 26.08.2023

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