Salí de la habitación para buscar a una enfermera o alguien que me dejara un teléfono. Llamaría a Mónica, le pediría perdón por no haber reaccionado aquel día y por no haberla buscado antes y le diría que quería regresar a casa.
Me sentía cansada y andaba con la mano apoyada en la pared. La puerta de una habitación por delante de mí se abrió y vi salir a Cristian. Sus ojos recorrieron el pasillo y se pararon de mí con sorpresa.
— Roxana. — Al escuchar su voz me di cuenta de lo mucho que lo echaba de menos.
— Cristian. — Lo llamé y aparté la mano de la pared.
Cristian se acercó y miró a nuestro alrededor.
— ¿Estás sola?
— Ya no. — Su cara expresó amor. — ¿Puedes ayudarme? Quiero irme ya del hospital.
— ¿Estás en condiciones de recibir el alta? — Me preguntó preocupado.
— Sí.
¿Cómo le iba a decir lo que había hecho? Sentía tanta vergüenza.
— ¿Cuál es tu habitación?
Le indiqué la puerta y Cristian me ofreció una mano como apoyo para caminar.
Me senté en la cama y lo vi pulsar el botón para llamar a las enfermeras. Habían pasado casi nueve meses desde que nos vimos por última vez y no lo veía distinto.
— Gracias. — Le agradecí.
— Tenías que haberlo hecho tú en lugar de salir al pasillo. — Me dijo y observó la habitación antes de atreverse a hablar. — ¿Estás aquí por tu bebé?
Negué bajando levemente la cabeza.
— La perdí hace poco. — Le conté y me agarré a la bata de hospital que llevaba puesta. — Perdí a mi Eleonor.
Arranqué a llorar y Cristian se acercó permitiéndome llorar agarrada a él.
— Lo lamento, Roxy. — Me consoló sin atreverse a tocarme.
Cuando conseguí que me dieran el alta le pedí al doctor que no avisara a Danilo y de cierto modo obligué a Cristian a tenderme la mano una vez más.
Con su chaqueta puesta entré en su apartamento y vi que nada había cambiado.
— En la habitación de invitados están tus cosas, déjame sacarte la maleta del armario y te tomas una ducha. — Me dijo y lo miré.
— ¿Sigues guardando mis cosas? — Le pregunté y asintió.
— No volviste a por ellas y no veía bien tirarlas. ¿Qué hiciste con mis cosas?
— Están en casa de Mónica junto a mis cosas. Tuve que dejar el apartamento.
— ¿Dónde vives ahora? — Cristian dejó sus llaves en la mesita baja y se giró mirándome. — ¿Con el padre de… ?
— Más o menos. — Respondí.
— Roxana. Siento el fallecimiento de tu padre. — Habló Cristian. — Quería ir al funeral, pero no quería ponértelo difícil.
Su relación con mi padre siempre fue buena, de ahí el disgusto que le di a mi padre al contarle que estaba embarazada de otro hombre y que había roto con Cristian.
— Sé que fue así.
— Y… — Cristian suspiró. — Siento todo lo que dijo mi madre la última vez que nos vimos. No pretendía que pasara lo que pasó. Realmente quería seguir juntos y hacerme cargo de tu hijo.
— También lo sé. Reaccioné mal. Lo siento.
Cristian me sonrió como habiéndose quitado un peso de encima y lo noté nervioso.
— Iré a sacar la maleta.
Lo vi irse por un pasillo y me quité entonces su chaqueta, la cual doble y dejé en el sofá. Había salido del hospital con el camisón con el que fui ingresada.
Antes de seguir a Cristian por el pasillo vi que las fotografías de los dos que tenía enmarcadas ya no estaban y el lugar que ocuparon se encontraban vacíos.
— Tomé muy malas decisiones. — Me arrepentí y me toqué la barriga.
De haber seguido con Cristian, Eleonor seguiría viva.
— La tienes… — Oí a Cristian y me giré mirándolo.
Verme en ropa de cama lo había dejado sin palabras y sus ojos jugaron a no mirarme fijamente.
— ¿Puedo preguntar qué hacías en el hospital? — Pregunté acercándome a él.
— ¿En el hospital? — Cristian me miró a los ojos. — Tommy tuvo un accidente de moto ayer. Solamente lo visitaba.
— ¿Se encuentra bien? — Me interesé por su mejor amigo y asintió.
— Un brazo con escayola pero bien.
— Me alegro que sea así.
— ¿Qué hacías tú ingresada?
— ¿Yo? — No quería responder a eso y lo notó.
— Supongo que puedes negarte a responder.
— Me tomé algunas pastillas…
Sus ojos se abrieron mucho y bajé la cabeza a mis manos.
— ¿Por qué hiciste eso?
— Porque perdí a mi hija. — Respondí y me obligué a mirarlo. — Es tanto dolor el que siento… que no…
— Ve y toma el baño. — Cristian se acercó agarrándome de los hombros y me llevó con él a la habitación de invitados.
— Cristian. — Lo llamé cuando me dejó en la puerta.
— No sé la clase de vida que has llevado, ni porque estabas sola después de intentar algo tan horrible, pero ahora mismo estoy contigo, Roxy.
Era Danilo quién debía estar a mi lado en ese momento, quién debería preocuparse por mi estado físico y mental después de perder a nuestra hija, pero ni siquiera pasó la noche conmigo en el hospital.
— No has cambiado ni un poco. — Lo acusé. — Ojalá pudiera decir lo mismo de mí.
Entré en la habitación de invitados, cerrando la puerta tras de mí y viendo mi maleta encima de la cama.
Cuando salí de la habitación, duchada y vestida con un pantalón de chándal y una sudadera encima de una camiseta simple, me acerqué al dormitorio de Cristian. Todo estaba como lo recordaba, menos la almohada tierna que traje de casa cuando empecé a quedarme a dormir en su piso, ya que la que él usaba era muy dura. Dormimos juntos muchas veces y Cristian nunca quiso hacer el amor conmigo.
Me senté en su cama y pasé una mano por la almohada, todo olía a Cristian. Me tumbé en la cama, recostando la cabeza en la almohada y respirando su olor, arrepintiéndome una vez más de tomar tan malas decisiones.
— Si quieres dormir un poco, hazlo. — Lo escuché y me incorporé rápidamente.