Embarazo inesperado

9. Contigo

Salí de la habitación para buscar a una enfermera o alguien que me dejara un teléfono. Llamaría a Mónica, le pediría perdón por no haber reaccionado aquel día y por no haberla buscado antes y le diría que quería regresar a casa. 

Me sentía cansada y andaba con la mano apoyada en la pared. La puerta de una habitación por delante de mí se abrió y vi salir a Cristian. Sus ojos recorrieron el pasillo y se pararon de mí con sorpresa. 

— Roxana. — Al escuchar su voz me di cuenta de lo mucho que lo echaba de menos. 

— Cristian. — Lo llamé y aparté la mano de la pared. 

Cristian se acercó y miró a nuestro alrededor. 

— ¿Estás sola? 

— Ya no. — Su cara expresó amor. — ¿Puedes ayudarme? Quiero irme ya del hospital. 

— ¿Estás en condiciones de recibir el alta? — Me preguntó preocupado. 

— Sí. 

¿Cómo le iba a decir lo que había hecho? Sentía tanta vergüenza.

— ¿Cuál es tu habitación? 

Le indiqué la puerta y Cristian me ofreció una mano como apoyo para caminar. 

Me senté en la cama y lo vi pulsar el botón para llamar a las enfermeras. Habían pasado casi nueve meses desde que nos vimos por última vez y no lo veía distinto. 

— Gracias. — Le agradecí. 

— Tenías que haberlo hecho tú en lugar de salir al pasillo. — Me dijo y observó la habitación antes de atreverse a hablar. — ¿Estás aquí por tu bebé? 

Negué bajando levemente la cabeza. 

— La perdí hace poco. — Le conté y me agarré a la bata de hospital que llevaba puesta. — Perdí a mi Eleonor.

Arranqué a llorar y Cristian se acercó permitiéndome llorar agarrada a él. 

— Lo lamento, Roxy. — Me consoló sin atreverse a tocarme. 

Cuando conseguí que me dieran el alta le pedí al doctor que no avisara a Danilo y de cierto modo obligué a Cristian a tenderme la mano una vez más. 

Con su chaqueta puesta entré en su apartamento y vi que nada había cambiado. 

— En la habitación de invitados están tus cosas, déjame sacarte la maleta del armario y te tomas una ducha. — Me dijo y lo miré. 

— ¿Sigues guardando mis cosas? — Le pregunté y asintió. 

— No volviste a por ellas y no veía bien tirarlas. ¿Qué hiciste con mis cosas? 

— Están en casa de Mónica junto a mis cosas. Tuve que dejar el apartamento. 

— ¿Dónde vives ahora? — Cristian dejó sus llaves en la mesita baja y se giró mirándome. — ¿Con el padre de… ? 

— Más o menos. — Respondí. 

— Roxana. Siento el fallecimiento de tu padre. — Habló Cristian. — Quería ir al funeral, pero no quería ponértelo difícil. 

Su relación con mi padre siempre fue buena, de ahí el disgusto que le di a mi padre al contarle que estaba embarazada de otro hombre y que había roto con Cristian. 

— Sé que fue así. 

— Y… — Cristian suspiró. — Siento todo lo que dijo mi madre la última vez que nos vimos. No pretendía que pasara lo que pasó. Realmente quería seguir juntos y hacerme cargo de tu hijo. 

— También lo sé. Reaccioné mal. Lo siento. 

Cristian me sonrió como habiéndose quitado un peso de encima y lo noté nervioso. 

— Iré a sacar la maleta.

Lo vi irse por un pasillo y me quité entonces su chaqueta, la cual doble y dejé en el sofá. Había salido del hospital con el camisón con el que fui ingresada. 

Antes de seguir a Cristian por el pasillo vi que las fotografías de los dos que tenía enmarcadas ya no estaban y el lugar que ocuparon se encontraban vacíos. 

— Tomé muy malas decisiones. — Me arrepentí y me toqué la barriga. 

De haber seguido con Cristian, Eleonor seguiría viva. 

— La tienes… — Oí a Cristian y me giré mirándolo. 

Verme en ropa de cama lo había dejado sin palabras y sus ojos jugaron a no mirarme fijamente. 

— ¿Puedo preguntar qué hacías en el hospital? — Pregunté acercándome a él. 

— ¿En el hospital? — Cristian me miró a los ojos. — Tommy tuvo un accidente de moto ayer. Solamente lo visitaba. 

— ¿Se encuentra bien? — Me interesé por su mejor amigo y asintió. 

— Un brazo con escayola pero bien. 

— Me alegro que sea así. 

— ¿Qué hacías tú ingresada? 

— ¿Yo? — No quería responder a eso y lo notó. 

— Supongo que puedes negarte a responder. 

— Me tomé algunas pastillas… 

Sus ojos se abrieron mucho y bajé la cabeza a mis manos. 

— ¿Por qué hiciste eso? 

— Porque perdí a mi hija. — Respondí y me obligué a mirarlo. — Es tanto dolor el que siento… que no… 

— Ve y toma el baño. — Cristian se acercó agarrándome de los hombros y me llevó con él a la habitación de invitados. 

— Cristian. — Lo llamé cuando me dejó en la puerta. 

— No sé la clase de vida que has llevado, ni porque estabas sola después de intentar algo tan horrible, pero ahora mismo estoy contigo, Roxy. 

Era Danilo quién debía estar a mi lado en ese momento, quién debería preocuparse por mi estado físico y mental después de perder a nuestra hija, pero ni siquiera pasó la noche conmigo en el hospital. 

— No has cambiado ni un poco. — Lo acusé. — Ojalá pudiera decir lo mismo de mí. 

Entré en la habitación de invitados, cerrando la puerta tras de mí y viendo mi maleta encima de la cama. 

Cuando salí de la habitación, duchada y vestida con un pantalón de chándal y una sudadera encima de una camiseta simple, me acerqué al dormitorio de Cristian. Todo estaba como lo recordaba, menos la almohada tierna que traje de casa cuando empecé a quedarme a dormir en su piso, ya que la que él usaba era muy dura. Dormimos juntos muchas veces y Cristian nunca quiso hacer el amor conmigo. 

Me senté en su cama y pasé una mano por la almohada, todo olía a Cristian. Me tumbé en la cama, recostando la cabeza en la almohada y respirando su olor, arrepintiéndome una vez más de tomar tan malas decisiones. 

— Si quieres dormir un poco, hazlo. — Lo escuché y me incorporé rápidamente. 



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En el texto hay: infidelidad, drama, embarazo

Editado: 11.07.2024

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