Embarazo inesperado

10. En otros brazos

Estaba exhausta cuando me desplomé sobre Cristian. 

— Roxy. — Me llamó en el oído y giré la cara para mirarlo. 

— ¿Verdad que teníamos que haberlo hecho antes? — Le pregunté. 

Cristian sonrió y me acarició la mejilla. 

— Quédate conmigo. — Me pidió. — Volvamos a ser los que éramos. Te necesito… 

— Te engañé y te dejé sin más. — No me gustó verlo tan arrastrado por mí cuando lo humillé. 

Me incorporé llevándome parte de la sábana conmigo y me quedé sentada entre sus piernas. Él también se incorporó. 

— Decido perdonarte. 

— No, Cristian. — Negué y sentí mi voluntad temblar cuando vi sus ojos decididos a intentarlo de nuevo. — Tu madre no iba a estar de acuerdo y aunque accediera, las cosas nunca serían iguales. Siempre sería la mujer que engañó a su hijo y se quedó embarazada de otro hombre. — Le puse una mano en la cara y lo besé en la boca con amor. Cristian me agarró la mano mientras correspondía a mi beso. — Es tarde para nosotros. 

— No. 

— Cris… 

— Te amo, Roxana. No he dejado de hacerlo, ni de pensar en ti. — Fue él quien me besó y me abrazó después con fuerza. — Encontrarte en el hospital ha sido el destino. 

— Cris… — Intenté soltarme y finalmente él cedió. — No puedo. — Le dije mirándolo a los ojos. — Lo siento.

— ¿Has dejado de amarme? 

— No lo sé. 

— Entonces piénsalo. Toma el tiempo que necesites para pensarlo y dame después una respuesta. — Agarró mi mano para enlazar nuestros dedos y me lamenté por hacerle daño otra vez. 

Lo abracé con fuerza y me hundí en su cuello. Era el mejor hombre que había conocido. Me amaba por encima de él y de su orgullo o amor propio, por eso no era buena para él. 

Le pedí a Cristian que me llevara a casa de tía Carla. Mónica debía estar trabajando en su salón de belleza, le pediría a tía Carla que la llamara. 

— Gracias por todo. — Dentro del coche agradecí a Cristian con un abrazo y él me besó en el cuello. 

— Promete llamar. — Me pidió y lo aparté de mí. 

— Te llamaré, aunque no sea para darte la respuesta que quieres. — Me agarró de la cara y me besó en los labios con efusividad. 

Antes tenía que suplicar para que me besara así. 

— Te quiero. — Me dijo al dejarme ir y le sonreí. 

Bajé del coche y caminé hasta subí al porche de la casa. Cuando toqué a la puerta y tía Carla me abrió, vi irse el coche de Cristian. 

— ¡Cariño! — Tía Carla me hizo entrar en la casa y me abrazó. 

— Lo siento. — Me disculpé, sentía que era lo que más le debía a mi familia, una disculpa. 

Tía Carla me soltó llorando y la pude ver más delgada y vistiendo riguroso luto. No había superado el luto por papá. 

— Roxana. — Me llamó alguien más y vi salir del salón a Danilo. 

— Danilo. — Me sorprendí y se acercó a mí abrazándome. — ¿Qué… qué haces aquí? 

Danilo no me dejó de abrazar. 

— Fui al hospital y no estabas. Pensé que tal vez habrías venido aquí, pero no y estaba muy asustado. 

— Lo siento. 

— No vuelvas a asustarnos así. — Escuché a la señora Leona.

Danilo me dejó de abrazar, pero me sostuvo con su brazo alrededor de la espalda. Leona estaba allí y Carla me agarró una mano. 

— Lo siento. — Dije a Leona y ella le quitó mi mano a mi tía Carla. 

— No tienes nada que sentir, solo tienes que estar bien y no darnos esos sustos. — Me dijo Leona y sonrió ampliamente. — Debiste esperar en el hospital. 

— Pasemos a la sala… — Propuso Carla, pero Leona la miró. 

— Gracias, pero ya la hemos molestado lo suficiente. Es hora de que volvamos a casa, Roxana tiene que descansar. — Leona miró a Danilo y le dijo. — Lleva a tu mujer al coche, yo ya voy. 

— Tía Carla. — Me solté de Danilo para poder darle un abrazo y ella me correspondió. 

— Deja de hacer numeritos. — Dijo Leona con gracia y me alejó de Carla. — Voy a darle nuestra dirección y teléfono a tu madrastra para que pueda ir a verte a casa. — Me besó en la sien y me entregó a su hijo. 

Danilo me hizo andar hasta fuera de la casa y me llevó a un coche en el que los dos subimos en el asiento trasero. Leona no tardó mucho en subir también y cuando el chofer puso el coche en marcha, miré hacia la casa. Tía Carla estaba en el porche con cara de preocupada. 

— ¿Dónde has estado? — Me preguntó Danilo y negué con la cabeza. 

— Te fuiste del hospital con un hombre, eso ha dicho el doctor, ¿quién era él? — Me preguntó también Leona y lo hizo con tono molesto. 

— No era nadie. — Dije y miré a Danilo. — Me duele la cabeza. 

Danilo me acostó en su hombro y se dirigió a su madre. 

— Hablemos luego de eso. 

Cerré los ojos escuchando a la señora Leona despotricar sobre mí por haberme ido del hospital con un hombre. No quería escucharla, solo dormí y conseguí hacerlo durante el trayecto.

Cuando desperté había anochecido y en el dormitorio conmigo solo se encontraba Olivia que leía un libro sentada en un sofá. 

— Roxana. — Me llamó al verme incorporarme en la cama. 

— ¿Cuánto he dormido? — Pregunté. Me sentía aturdida. 

— Cuando Danilo y madre te trajeron ya estabas durmiendo, y son más de las once de la noche. ¿Quieres que te traiga algo de comer o beber? — Me miré el cuerpo, me habían quitado mi ropa para ponerme un camisón de noche. — ¿Te sientes bien? 

— Sí, disculpa. — Miré a Olivia y ella sonrió. 

— Me alegro. — Frotó con su mano la mía. 

— ¿Por qué estás aquí? 

— Madre me ha pedido que te vigile por sí vuelves a hacer lo mismo. Pero la verdad es que me habría quedado igual para saber cómo estás. 

Olivia era una buena mujer, cariñosa y atenta. También inteligente, ya que los libros que solía leer nunca eran simples novelas. 

— Deberías irte a dormir con Michael. Yo no haré nada. 

— Sé cómo te sientes, de no tener a Michael conmigo yo habría hecho lo mismo que tú hace mucho tiempo. 



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En el texto hay: infidelidad, drama, embarazo

Editado: 11.07.2024

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