Estaba exhausta cuando me desplomé sobre Cristian.
— Roxy. — Me llamó en el oído y giré la cara para mirarlo.
— ¿Verdad que teníamos que haberlo hecho antes? — Le pregunté.
Cristian sonrió y me acarició la mejilla.
— Quédate conmigo. — Me pidió. — Volvamos a ser los que éramos. Te necesito…
— Te engañé y te dejé sin más. — No me gustó verlo tan arrastrado por mí cuando lo humillé.
Me incorporé llevándome parte de la sábana conmigo y me quedé sentada entre sus piernas. Él también se incorporó.
— Decido perdonarte.
— No, Cristian. — Negué y sentí mi voluntad temblar cuando vi sus ojos decididos a intentarlo de nuevo. — Tu madre no iba a estar de acuerdo y aunque accediera, las cosas nunca serían iguales. Siempre sería la mujer que engañó a su hijo y se quedó embarazada de otro hombre. — Le puse una mano en la cara y lo besé en la boca con amor. Cristian me agarró la mano mientras correspondía a mi beso. — Es tarde para nosotros.
— No.
— Cris…
— Te amo, Roxana. No he dejado de hacerlo, ni de pensar en ti. — Fue él quien me besó y me abrazó después con fuerza. — Encontrarte en el hospital ha sido el destino.
— Cris… — Intenté soltarme y finalmente él cedió. — No puedo. — Le dije mirándolo a los ojos. — Lo siento.
— ¿Has dejado de amarme?
— No lo sé.
— Entonces piénsalo. Toma el tiempo que necesites para pensarlo y dame después una respuesta. — Agarró mi mano para enlazar nuestros dedos y me lamenté por hacerle daño otra vez.
Lo abracé con fuerza y me hundí en su cuello. Era el mejor hombre que había conocido. Me amaba por encima de él y de su orgullo o amor propio, por eso no era buena para él.
Le pedí a Cristian que me llevara a casa de tía Carla. Mónica debía estar trabajando en su salón de belleza, le pediría a tía Carla que la llamara.
— Gracias por todo. — Dentro del coche agradecí a Cristian con un abrazo y él me besó en el cuello.
— Promete llamar. — Me pidió y lo aparté de mí.
— Te llamaré, aunque no sea para darte la respuesta que quieres. — Me agarró de la cara y me besó en los labios con efusividad.
Antes tenía que suplicar para que me besara así.
— Te quiero. — Me dijo al dejarme ir y le sonreí.
Bajé del coche y caminé hasta subí al porche de la casa. Cuando toqué a la puerta y tía Carla me abrió, vi irse el coche de Cristian.
— ¡Cariño! — Tía Carla me hizo entrar en la casa y me abrazó.
— Lo siento. — Me disculpé, sentía que era lo que más le debía a mi familia, una disculpa.
Tía Carla me soltó llorando y la pude ver más delgada y vistiendo riguroso luto. No había superado el luto por papá.
— Roxana. — Me llamó alguien más y vi salir del salón a Danilo.
— Danilo. — Me sorprendí y se acercó a mí abrazándome. — ¿Qué… qué haces aquí?
Danilo no me dejó de abrazar.
— Fui al hospital y no estabas. Pensé que tal vez habrías venido aquí, pero no y estaba muy asustado.
— Lo siento.
— No vuelvas a asustarnos así. — Escuché a la señora Leona.
Danilo me dejó de abrazar, pero me sostuvo con su brazo alrededor de la espalda. Leona estaba allí y Carla me agarró una mano.
— Lo siento. — Dije a Leona y ella le quitó mi mano a mi tía Carla.
— No tienes nada que sentir, solo tienes que estar bien y no darnos esos sustos. — Me dijo Leona y sonrió ampliamente. — Debiste esperar en el hospital.
— Pasemos a la sala… — Propuso Carla, pero Leona la miró.
— Gracias, pero ya la hemos molestado lo suficiente. Es hora de que volvamos a casa, Roxana tiene que descansar. — Leona miró a Danilo y le dijo. — Lleva a tu mujer al coche, yo ya voy.
— Tía Carla. — Me solté de Danilo para poder darle un abrazo y ella me correspondió.
— Deja de hacer numeritos. — Dijo Leona con gracia y me alejó de Carla. — Voy a darle nuestra dirección y teléfono a tu madrastra para que pueda ir a verte a casa. — Me besó en la sien y me entregó a su hijo.
Danilo me hizo andar hasta fuera de la casa y me llevó a un coche en el que los dos subimos en el asiento trasero. Leona no tardó mucho en subir también y cuando el chofer puso el coche en marcha, miré hacia la casa. Tía Carla estaba en el porche con cara de preocupada.
— ¿Dónde has estado? — Me preguntó Danilo y negué con la cabeza.
— Te fuiste del hospital con un hombre, eso ha dicho el doctor, ¿quién era él? — Me preguntó también Leona y lo hizo con tono molesto.
— No era nadie. — Dije y miré a Danilo. — Me duele la cabeza.
Danilo me acostó en su hombro y se dirigió a su madre.
— Hablemos luego de eso.
Cerré los ojos escuchando a la señora Leona despotricar sobre mí por haberme ido del hospital con un hombre. No quería escucharla, solo dormí y conseguí hacerlo durante el trayecto.
Cuando desperté había anochecido y en el dormitorio conmigo solo se encontraba Olivia que leía un libro sentada en un sofá.
— Roxana. — Me llamó al verme incorporarme en la cama.
— ¿Cuánto he dormido? — Pregunté. Me sentía aturdida.
— Cuando Danilo y madre te trajeron ya estabas durmiendo, y son más de las once de la noche. ¿Quieres que te traiga algo de comer o beber? — Me miré el cuerpo, me habían quitado mi ropa para ponerme un camisón de noche. — ¿Te sientes bien?
— Sí, disculpa. — Miré a Olivia y ella sonrió.
— Me alegro. — Frotó con su mano la mía.
— ¿Por qué estás aquí?
— Madre me ha pedido que te vigile por sí vuelves a hacer lo mismo. Pero la verdad es que me habría quedado igual para saber cómo estás.
Olivia era una buena mujer, cariñosa y atenta. También inteligente, ya que los libros que solía leer nunca eran simples novelas.
— Deberías irte a dormir con Michael. Yo no haré nada.
— Sé cómo te sientes, de no tener a Michael conmigo yo habría hecho lo mismo que tú hace mucho tiempo.