Emily Williams

Nathan Harris – Extras

Nathan HarrisExtras

— Viste a Lukas, no paraba de mirarte, ¿Por qué no te das una oportunidad de nuevo? – balbuceaba Alexia, mi horripilante mejor amiga.

— ¿Por qué no mejor guardas silencio y me dejas comer mis galletas en paz? – conteste tomando un poco de leche.

No me gustaba hablar de chicos, desde la horrible experiencia que tuve prefiero estar lo más lejos que pueda de ellos.

— ¿Está buena esa leche Williams? – grito un jugador de soccer.

— Delicioso, es de la vaca de tú madre – respondí haciendo que me mirara atónito.

— Digo, ¿Enserio en tu granja no tienes vacas? – estaba hablando de la vaca, de su madre son cosas muy diferentes.

El chico comprendio demasiado tarde y se marchó riéndose de si mismo por no haber entendido.

Alexia me miró y se soltó a carcajadas.

— En verdad los chicos piensan que nos quedaremos calladas, ¡Que absurdo! – dije terminado de comer mi última galleta.

Alexia y yo caminamos de regreso a las aulas, casi siempre me quedaba dormida en clases, y aún así, no se cómo pasó las materias.

Llegamos al aula y me senté detrás de Alexia, comenze a trenzar su cabello, uno de mis hobbies era peinar, me era muy relajante.

— Oíste que vendrá un chico nuevo, lo expulsaron de su antigua escuela, parece que es uno de los tuyos – murmuró Alexia.

— Mejor que se cuide, porque no estará a salvó de mi – dije silbando.

La profesora Brok entró apresurada como siempre, detrás de ella estaba un chico pelinegro, con... ¿Pecas? 

Que cosa más extraña, el chico parecía captar la atención de todos así que evite mirarlo y seguí con la trenza de Alexia.

No escuché absolutamente nada de lo que balbuceó la profesora, hasta que sentí un pisotón.

Solté un jadeo de dolor.

— ¡Auch!

Él chico pecoso me había pisado y ni si quiera se disculpo.

— ¿Estás ciego, o eres idiota porque me pisaste el pie? – gruñi.

— Disculpa si te lastime, no te ví, te confundí con una tabla – respondió con una sonrisa en su rostro.

¡Imbécil! ¡Me había dicho tabla!

Era un completo dolor de muelas, está bien chico, ¿Quieres guerra?

¡Tendrás guerra!...

La clase continúo nada fuera de lo común, aún que debo decir que la presencia de Nathan me incomodaba.

Estaba sentado detrás de mi y no sabía que podría estar haciendo.

La profesora Brok, no notó nuestro pequeño conflicto que tuvimos al inicio de la clase, y era de esperarse ya que es muy distraída.

Finalmente la clase acabo me levanté y caminé juntó a Alexia sin mirar atrás, el chico ya había hecho amigos y era de esperarse, aunque admito que no me agradaba la idea de que tuviera más cómplices.

Como siempre salimos a el pasillo y charlamos frente a los casilleros.

Todo estaba completamente normal, hasta que pasó lo siguiente.

— ¡Dios santo Emily!, ¿Qué te hiciste en el cabello? – jadeó Alexia.

Yo no sabía de lo que hablaba a si que le pregunté.

— ¿De qué hablas?... – admito que temía su respuesta.

— Pues, tienes un chicle pegado en el cabello – al escuchar sus palabras no hizo falta que investigará, sabía quién era el responsable, y no me quedaría con los brazos cruzados.

Caminé hasta la cafetería y ordené un batido, ese idiota no estaba bromeando, quería quitarme el puesto, pero antes muerta que verlo en la cima de la torre de los rebeldes.

Llegué hasta la mesa donde estaba sentado y me puse detrás de él.

— Se que me deseas Williams, pero te pido que no me acoses – mi sangre hervía de enojó y fue entonces cuando actúe.

Vacíe el batido en su cabeza, mientras veía las pequeñas fresas resbalar por su cabello, al estar completamente empapado, pude poner la cereza del pastel.

Y en verdad era una cereza, la puse encima de su cabeza.

— Que bien te ves, la cereza jamás puede faltar – dije sonriendo triunfal.

Él no daba crédito a lo que acababa de suceder, simplemente permanecía inmóvil.

— No crees ¿Que fue demasiado? – fanfarreo Alexia.

— Para nada, ese niño de papi, busco la guerra desde el principio, ahora afrontará las consecuencias – conteste caminando de vuelta a los pasillos.

De lejos veía como se limpiaba la cabeza, y muchos reían a su alrededor.

Había movido un alfil en el tablero de ajedrez, objetivo; dar hacke al rey.

Alexia no estaba tan de acuerdo, con esta guerra, pero oye el se lo había buscado, cuando me dijo tabla.

Los ricos, siempre sacando sus trapitos al sol.

Mostrando todo el jodido dinero que tienen, y está vez no fue la excepción.

Regresamos a la siguiente clase, el profesor era algo cascarrabias pero nada fuera de lo común.

Era clase de álgebra, la verdad la odiaba con todo mi ser.

Tomé asiento y comenze a jugar con un mechón de cabello.

El profesor hablaba mucho, pero no entendía ni una palabra.

— Señorita Williams, ¿Quiere por favor pasar al pizarrón a resolvernos está ecuación – ¡Mierda ese es el problema de no prestar atención!

Me levanté, pero la silla lo hizo conmigo, mi trasero se había quedado pegado, ya sabía quién era el responsable.

Todos me miraban atónitos, la bromista había caído en una.

Intenté despegarme pero era inútil, Harris solo se reía en silencio.

¡Estúpido niño rico!

El día no paso de eso, créanme fue difícil despegarme pero lo logré y está vez no te salvarás Harris.

¡Ésto apenas comienza!




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