En Busca de un Papá

Capítulo 10

La oficina, normalmente llena de empleados, estaba inusualmente vacía debido a una reunión general en otro piso. La mamá de las niñas había tenido que irse rápidamente a la reunión, dejándolas con instrucciones claras de no moverse de su escritorio.

Pero como las mellizas con sus mentes llenas de curiosidad e imaginación, decidieron explorar más allá de la sala de donde su madre las había dejado.

La puerta de la oficina de Kyril estaba entreabierta, y Mía, con sus ojos brillando de emoción, susurró a Lilí:

—Mira, Lilí, ¡podemos entrar sin que nadie nos vea!

Lilí, que siempre seguía a su hermana a en sus aventuras, asintió con entusiasmo.

—¡Vamos, Mía! ¡Seguro hay cosas divertidas allí!

Las dos pequeñas entraron en la oficina, mirando a su alrededor con asombro. Había escritorios ordenados, papeles importantes y, lo más emocionante de todo, una gran pizarra blanca.

—¡Mira esto, Mía!—exclamó Lilí señalando un marcador de colores.

—¡Podemos dibujar!—dijo Mía, ya imaginando un mural lleno de sus personajes favoritos.

Con risitas traviesas, comenzaron a llenar la pizarra con sus dibujos. Hicieron flores, animales y hasta escribieron sus nombres, aunque con algunas letras al revés y otras de tamaños diferentes.

Después de unos minutos, Lilí encontró un sello en uno de los escritorios.

—¡Mira, un sello!—dijo emocionada mientras lo estampaba en un papel.

—¡Yo también quiero!—Mía se acercó, y ambas comenzaron a estampar papeles sin parar, riendo cada vez que el sello dejaba una marca.

El tiempo pasó volando y pronto escucharon pasos acercándose. Y salieron a esconderse pero fue falsa alarma siguieron con sus travesuras.

las mellizas, llenas de curiosidad, se acercaron al escritorio. Y sobre el escritorio, una laptop permanecía abierta, mostrando una página de citas en línea. Las niñas, intrigadas, se subieron a la silla y comenzaron a leer lo que estaba escrito en la pantalla.

—Mira, Mía, es la página de citas donde le hicimos un perfil a mamá, esas palabras las escribimos nosotras, cosas sobre mamá.

—El Señor X trabaja con mamá, no puede ser.

—Mira lo que dice que le gusta caminar por la playa y leer libros románticos. ¡Eso es muy cierto!

—Sí, mamá siempre dice que ama los paseos en la playa. ¿Pero quién es el Señor X?

—Creo que es mejor salir de esta oficina y volver donde mamá nos dejó.

—Y perderme la oportunidad de conocer al Señor X.

—¿Eso significa que vamos a tener que esperar al que el Señor X, aparezca?

—No sé, si es buena idea Mía

—Aquí hay un mensaje ese no lo habíamos leído. ¡Lee lo que dice Lilí! —Lilí leyendo en voz alta.

—Hola, Dulce Candy. Me encantaría conocerte mejor. También me encanta la playa. ¿Te gustaría tomar un café algún día?

Las niñas emocionadas dicen.

—¡Oh, mamá tiene que conocer al Señor X, y este sabado era la cita. Bueno hay que escribir de nuevo al Señor X.

—¡Qué emocionante! Pero no deberíamos estar leyendo esto, Lilí es privado, tenemos que averiguar quién es el Señor X.

—Tienes razón. Vamos a salir de aquí antes de que mamá regrese.

Las niñas rápidamente cerraron la laptop, aunque su pequeña travesura les había revelado un secreto sobre el Señor X, Lilí y Mía estaban emocionadas por la idea de que su mamá pudiera encontrar a alguien especial. Al salir de la oficina y dejar aquel desorden, al rato algo inesperado aguardaba al jefe, a el pobre de Kyril, en su despacho. Al llegar, notó algo extraño: la puerta estaba entreabierta y había un peculiar olor a pintura fresca.

Al entrar, sus ojos se abrieron de par en par al ver que su oficina estaba completamente pintada y empapelada con un diseño excéntrico de colores brillantes y patrones geométricos.

Kyril conocido por su temperamento explosivo, no pudo contener su frustración. Inmediatamente llamó a todo el equipo al área común para obtener respuestas.

—¡¿Quién en su sano juicio ha decidido redecorar mi oficina sin mi autorización?!

—No lo sé, jefe Cuando llegué esta mañana, solo me dirigí a la oficina. —le contesto Daniela su secretaria.

—Yo tampoco tengo idea, jefe. No he visto a nadie entrar o salir de su despacho. —decia Anthony.

—Esto es inaceptable. ¿Creen que esto es una broma? ¡Mi oficina parece un circo! ¿Alguien tiene algo que decir? —apretando los puños.

Valeria que está allí y imaginándose quien eran las causante, levantó tímidamente la voz para decir lo ocurrido.

—Señor Drakos, disculpe pero tal vez sepa quién fue el causante de todo en su oficina. Será que podemos hablar en privado.

Kyril frunciendo el ceño le dice.

—La espero en mi oficina.

Kyril se retiro y Valeria miro a su amiga y el dice.

—Ayudame con mis hijas Lara, voy hablar con el jefe.




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