Las mellizas, estaban preocupadas por su mamá. La habían visto regresar llorando. Cuando le preguntaron qué había pasado, su madre les dijo que su jefe, el señor Drakos, la había tratado muy mal en la oficina. Las niñas, indignadas por el dolor de su madre, comenzaron a planear una travesura para darle una lección a ese tal Drakos.
—Lilí, tenemos que hacer algo. No podemos dejar que el señor malvado siga haciendo llorar a mamá.
—Tienes razón, Mía. Pero, ¿qué podemos hacer nosotras?
—Bueno, podríamos hablar con él y decirle que deje de ser tan malo. Pero dudo que nos escuche.
—Entonces, ¿por qué no le hacemos una broma? Algo que le haga saber que no debe meterse con nuestra mamá.
—¡Sí! Pero tiene que ser algo realmente bueno. Algo que nunca olvide.
—Déjame pensar... ¡Ya sé! ¿Recuerdas la vez que hicimos esa mezcla pegajosa en clase de ciencias?
—¡Sí! ¡Fue genial! ¿Crees que podríamos hacer algo parecido en su oficina?
—Podríamos. Imagínate su cara cuando entre y vea todo pegajoso.
—Pero tenemos que ser cuidadosas, Mía. No queremos meter a mamá en problemas.
—Claro, haremos que parezca un accidente. Solo queremos darle una lección, no causarle problemas a mamá.
—Es solo que me duele ver a mamá tan triste. Ella trabaja tan duro y no merece ser tratada así.
—Lo sé, hermanita. Pero vamos a hacer esto por ella. Y, quién sabe, tal vez el señor malvado aprenda a ser más amable.
—De acuerdo. Planifiquemos nuestra broma. Necesitaremos pegamento, purpurina y un poco de paciencia.
—¡Vamos a hacerlo! Este será el mejor plan de todos.
Las dos niñas pasaron el resto del día planeando cuidadosamente su travesura. Sabían que debía ser algo que no causara demasiado daño, pero que al mismo tiempo le enseñara al señor malvado a no tratar mal a su madre. Aunque eran pequeñas, su amor por su mamá les daba la valentía y la determinación para defenderla de cualquier manera que pudieran.
Kyril, salió de la oficina mientras la ordenaban, y al cabo de dos hora regresó. Al entrar en la oficina se dio cuenta que dos mini demonios estaba en su sillón del escritorio. Las niñas no se imaginaron esa sorpresa no esperaba que el jefe de su mamá entrar allí.
Para el todo parecía normal hasta que llegó a su despacho y encontró esos demonios, esos pequeños engendritos del mal. Cuando la niñas levantan la mirada, sus manos estaban cubiertas de una sustancia pegajosa llena de purpurina. El suelo también estaba adornado con una lluvia de confeti, y había una nota en el centro del escritorio que decía: "Con cariño, de parte de las mellizas."
—¡¿Qué demonios ha pasado aquí?! ¿Quiénes son ustedes?
—Somos las vengativas.
Kyril al escuchar aquella palabras lo que hice fue reírse, como nunca antes lo había echo. Aquella pequeñas le causaba risa. Pero de pronto se le borró la risa y se puso serio y dice con voz fuerte.
—¡Miren esto! Son unas niñas desordenadas y intensas de traviesas. Ustedes son lo respetan a los mayores.
—Pues quién le hace daño a mamá, es nuestro enemigo.
—Si y usted es nuestro enemigo, por hacer llorar a mamá.
—Quiere decir que son las hijas de Valeria. ¡Esto es inaceptable! Llamaré ahora mismos.
Unos minutos más tarde, llega Valeria a la oficina de su jefe, cuando observa que sus hijas habían hecho otra travesura, no tenía cara para poder mirar a su jefe, las mellizas había echo un desastre completo y capaz la botarian de la empresa.
—¿Espero que pueda explicarme porque día pequeñas demonios hacen en mi oficina otra vez y por qué han hecho esto?
—Señor Drakos, disculpe a mis hijas. Son pequeñas y no saben lo que hacen.
—¿Sus hijas claramente son un desastre?
—Por favor señor Drakos, disculpe a mis hijas no se preocupe que no volverá a pasar.
—Queríamos defender a nuestra mamá, de un malvado como usted.
—¿Defender a su madre? No puedo creer dos niñas pequeñas hayan hecho esto por su madre.
—Mis hijas son muy ingeniosas, señor. Y están muy unidas las dos.
—Está bien, dejaré pasar esta ocasión lo que han hecho. Pero asegúrense de que esto no vuelva a suceder.
Kyril, aunque aún molesto por la travesura, comenzó a reflexionar sobre su trato hacia Valeria. No podía evitar sentir una pizca de admiración por las niñas que defendían a su madre con tanto fervor.
—Y de nuevo señor Drakos. Lo siento mucho.
—Ahora vamos a trabajar. Y por favor, dile a tus hijas que no dejen de hacer travesuras.
—Esta bien jefe.
Valeria le tomó la mano a cada una y se la llevó a su oficina, cuando Mía salía se volvió a ver a Kyril. Y esta le señalo con los dedos en los ojos. Diciéndole que lo estaba observando.
Después de dejar la oficina, y llegar a casa con sus hijas. Valeria se sienta en el sillón de la sala, y frente a ella, sus hijas mellizas Mía y Lilí. Las se mantenían en silencio, los ojos clavados al suelo. El silencio era más acusador que cualquier grito.
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Editado: 21.06.2025