Las mellizas eran conocidas por su ingenio y su habilidad para resolver problemas, aunque a veces sus soluciones eran un poco... inusuales. Esta vez, su misión era más grande que cualquier travesura anterior: querían ayudar a su madre a encontrar el amor y, de paso, asegurarse de que tuvieran un padre de ensueños.
—¿Viste a mamá hoy? Parecía que el mundo se le había caído encima.
—Sí, la vi llorando en la cocina. ¿Qué pasó? —su hermana le responde con voz dramática
—Su jefe. Sí, ese señor de la corbata fea. La trató mal en el trabajo. ¡Mamá estaba destrozada!
—¡Eso no puede quedar así! ¡No podemos permitir que nadie haga llorar a mamá! —con las manos en la cintura, como una mini superheroína
—Exacto. Tenemos que hacer algo. Algo épico. Algo que él nunca olvide.
—¿Una travesura? ¡Sí, por favor! ¿Qué se te ocurre? —Mía lo dice frotándose las manos como un villano de película.
—Podríamos ponerle pegamento en su silla. ¡Que se quede pegado como un chicle
—O ponerle de nuevo purpurina en las gavetas.
—¡O podríamos dejar un ratón de juguete en su escritorio! ¡Uno que parezca real!
—¡Sí, sí, sí! ¡Vamos a hacerlo todo! ¡Que aprenda a no meterse con mamá!
—¡Vamos! ¡La misión comienza ahora!
Las dos niñas salen corriendo a su habitación como si fueran agentes secretos en una misión de alto riesgo.
Al día siguiente en la oficina, Valeria no tuvo más remedio que llevarlas a su trabajo, ya que no podía conseguir quién las cuidaras. Las mellizas se miraban a la cara, con un brillo se que algo iban hacer. Al rato su madre sale a llevar unos documentos a otra oficina y las pequeñas se escapan a la oficina de su jefe.
—¡Aquí está su oficina! ¡Operación "Venganza por Mamá" en marcha!
—¡Entremos sigilosamente, como ninjas! —Mía abrió la puerta y entraron.
Las niñas entran en la oficina, mirando a todos lados como si estuvieran en una misión imposible.
—¡Pegamento en la silla, fase uno completada!
—¡El ratón falso, fase dos lista!
—¡Retirada inmediata! ¡Vamos, antes de que nos descubran!
Las niñas salen corriendo, riéndose como si hubieran ganado la lotería. Aquello lo habían hecho ya cuando todos en la empresa se retiranban a sus casa. Cuando su madre y ella llegan a casa, Mía y Lilí se le queda viendo. Y dice la más inocente de las día Lilí con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Mamá, mamá! ¡Tenemos una sorpresa para ti!
—¡Le hicimos una travesura a tu jefe! ¡Una mega travesura!
Su madre con los ojos abiertos como platos las mira.
—¿Qué hicieron? ¡No me digan que fueron a su oficina...
—¡Le pusimos pegamento en su silla!
¡Y dejamos un ratón de juguete en su escritorio! ¡Fue épico!
Su madre Intentando no reír, pero con una sonrisa escapándose.
—¡Chicas! ¡No pueden hacer eso! ¡Es su jefe!
—Lo hicimos porque te queremos ver feliz, mamá.
—No nos gusta verte triste. ¡Ese señor no puede tratarte así!
—Lo sé, lo sé... pero la próxima vez, hablen conmigo antes de hacer una travesura, ¿de acuerdo?
—¿Y si la próxima vez le ponemos puré de papas en los zapatos?
—¡Basta, ustedes dos! Ahora, a lavarse las manos. ¡La cena está lista!
Las niñas corren hacia el baño, riéndose, mientras la madre sacude la cabeza, pero con una sonrisa en el rostro.
—Estas niñas... son un terremoto. Pero son mis terremotos.
Su madre, era una mujer trabajadora y cariñosa, pero llevaba años sola, dedicada por completo a sus hijas y a su trabajo en una empresa grande. Su jefe, el señor Drakos, era un hombre serio, de unos treinta y tantos, con un aire de misterio y una fortuna que lo hacía parecer inalcanzable. Para las mellizas, él era la pieza clave de su plan.
Valeria de bueno se llevó a sus hijas al trabajo, pero está vez estaría más pendiente de ellas. Pero no fue así tuvo que ir a una junta con Daniela, dejando a las mellizas a cuidado de su otra compañera. Así que ese día el jefe de su mamá estaba allí en la oficina. Las entran sigilosamente en la oficina del señor Drakos, cerrando la puerta detrás de ellas. Él las mira con sorpresa, levantando una ceja.
—¿Y qué hacen ustedes dos aquí? ¿No deberían estar en la escuela?
Mía con una sonrisa traviesa pero seria.
—Señor feo, tenemos una propuesta que no podrá rechazar.
—Sí, es un asunto de negocios. Y de... familia.
—Porque me dicen Señor X ¿Y negocios y familia? Esto debería ser interesante. Continúen.
Las niñas toman asiento sin ser invitadas.
—Verá, nuestra madre es una mujer increíble. Trabajadora, inteligente, hermosa... pero está sola. Y nosotras creemos que usted podría ser la persona perfecta para ella.
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Editado: 21.06.2025