En Busca de un Papá

Capítulo 14

Valeria entró en la oficina del señor Drakos con un nudo en el estómago. No estaba acostumbrada a ser llamada para reuniones "personales" con su jefe, y menos aún cuando sus hijas habían estado merodeando por ahí con esa mirada traviesa que siempre precedía a alguna de sus travesuras. Se sentó frente a él, tratando de mantener la compostura.

—Señor Drakos —dijo con voz calmada, aunque sus manos se aferraban al borde de la silla—, ¿en qué puedo ayudarle?

Kyril Drakos la miró fijamente durante un momento, como si estuviera evaluando cada palabra antes de hablar. Finalmente, se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en el escritorio.

—Valeria, he estado pensando... —comenzó, pero se detuvo, como si buscara las palabras correctas—. Usted es una empleada valiosa para esta empresa, y creo que es hora de que hablemos de su futuro aquí.

Valeria parpadeó, sorprendida. No era lo que esperaba.

—Mi futuro... —repitió, tratando de entender hacia dónde iba esto—. ¿Hay algún problema con mi trabajo?

—Al contrario —dijo él rápidamente—. Su trabajo es impecable. Pero creo que usted merece más. Tal vez un ascenso, o una oportunidad para liderar un nuevo proyecto.

Valeria se relajó un poco, pero aún sentía que había algo más detrás de sus palabras.

—Eso suena... interesante —dijo con cautela—. ¿Hay algún proyecto en particular que tenga en mente?

Kyril se reclinó en su silla, cruzando los brazos.

—En realidad, hay algo más —dijo, y esta vez su voz sonó un poco menos formal—. Valeria, sé que esto puede sonar inusual, pero... ¿le gustaría cenar conmigo esta noche en ir al cine mañana? Quiero discutir algunas ideas en un ambiente más relajado.

Valeria abrió los ojos como platos. ¿El señor Drakos le estaba pidiendo que cenara con él y ir al cine al siguiente día? Esto no encajaba en absoluto con la imagen que tenía de él: un hombre serio, distante y completamente enfocado en su trabajo.

—¿Cenar e ir al cine? —repitió, como si no estuviera segura de haber escuchado bien—. ¿Con usted?

—Sí —dijo él, y por primera vez, Valeria notó una ligera sonrisa en sus labios—. A menos que tenga otros planes, claro.

Valeria se quedó sin palabras por un momento. No tenía planes, pero la idea de cenar con su jefe la ponía nerviosa. Sin embargo, antes de que pudiera responder, recordó las miradas de sus hijas y sus constantes insinuaciones sobre el señor Drakos. ¿Habrían tenido algo que ver con esto?

—Bueno... —dijo finalmente, tratando de sonar profesional—. Supongo que no hay problema. ¿A qué hora?

—A las ocho —respondió él—. Le enviaré la dirección del restaurante.

Valeria asintió, todavía un poco aturdida, y se levantó para salir de la oficina. Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta, Kyril la llamó.

—Valeria —dijo, y ella se volvió—. No se preocupe, esto es... estrictamente profesional.

Ella asintió de nuevo, pero en el fondo, no estaba tan segura. Al salir de la oficina, se encontró con las mellizas, que estaban esperando en el pasillo con miradas de curiosidad.

—¿Qué pasó, mamá? —preguntó Mía, tratando de sonar inocente.

—Nada importante —dijo Valeria, aunque su tono no era muy convincente—. Solo una reunión de trabajo.

—¿Y por qué tienes esa cara? —preguntó Lilí, inclinándose hacia adelante—. Parece que te hubieran dicho que ganaste la lotería.

Valeria las miró con sospecha.

—Ustedes dos no tienen nada que ver con esto, ¿verdad?

—¿Nosotras? ¡Jamás! —dijeron las mellizas al unísono, pero sus sonrisas eran demasiado amplias para ser creíbles.

Valeria suspiró.

—Bueno, sea lo que sea que hayan hecho, espero que no haya sido nada grave. Ahora, vámonos a casa. Tengo que prepararme para... una cena de trabajo.

Las mellizas intercambiaron una mirada de triunfo, pero no dijeron nada más. Sabían que su plan estaba funcionando.

Esa noche, Valeria llegó al restaurante puntualmente a las ocho. Era un lugar elegante, con luces tenues y mesas cubiertas con manteles blancos. Kyril ya estaba allí, esperándola en una mesa cerca de la ventana. Se levantó cuando ella se acercó, y Valeria notó que llevaba un traje diferente al que usaba en la oficina, algo más informal pero igual de impecable.

—Valeria —dijo él, sonriendo levemente—. Gracias por venir.

—Gracias por la invitación —respondió ella, sentándose—. Aunque debo admitir que esto es... inusual.

—Lo sé —dijo él, tomando su copa de vino—. Pero creo que es importante que hablemos fuera del ambiente de trabajo. Hay cosas que no se pueden discutir entre informes y reuniones.

Valeria asintió, aunque todavía no estaba segura de qué esperar. La cena transcurrió con una conversación ligera al principio, hablando de trabajo, proyectos futuros y algunos temas personales superficiales. Pero a medida que pasaba el tiempo, Valeria notó que Kyril se relajaba un poco, y su tono se volvía más amigable.

—Usted sabe —dijo él en un momento dado—, sus hijas son... bastante especiales.




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