En Busca de un Papá

Capítulo 20

La tensión en la mansión del abuelo de Kyril parecía haberse disipado después de las últimas travesuras de las mellizas. El anciano, aunque reacio a admitirlo, comenzaba a disfrutar de la energía que Mía y Lilí traían consigo. Sin embargo, la paz no duraría mucho. Un nuevo personaje estaba a punto de entrar en escena, y su llegada sacudiría los cimientos de la relación entre Kyril y Valeria.

Una tarde, mientras Kyril y Valeria disfrutaban de un momento tranquilo en el jardín de la mansión, el mayordomo se acercó con una expresión preocupada.

—Señor Kyril, hay una mujer en la puerta que insiste en hablar con usted —anunció, con un tono que dejaba claro que la situación era incómoda.

Kyril frunció el ceño, confundido.

—¿Una mujer? ¿Quién es?

—No lo sé, señor, pero dice que es… urgente.

Valeria, que estaba sentada junto a Kyril, lo miró con curiosidad y un poco de preocupación.

—¿Qué pasa, Kyril? —preguntó, intentando mantener la calma.

Kyril se levantó, sintiendo un nudo en el estómago. No tenía idea de quién podría ser esa mujer, pero algo en el tono del mayordomo lo inquietaba.

—No lo sé, pero voy a ver —dijo, intentando sonar tranquilo.

Al llegar a la puerta, Kyril se encontró con una mujer alta y elegante, vestida con un traje que dejaba claro que no era una visitante común. Su cabello oscuro caía en ondas perfectas sobre sus hombros, y sus ojos verdes lo miraron con una intensidad que lo dejó sin palabras.

—Kyril —dijo la mujer, con una sonrisa que parecía esconder algo más—. Hace mucho tiempo.

Kyril la miró, tratando de recordar dónde la había visto antes. De repente, todo cobró sentido.

—Sofía —murmuró, con una mezcla de sorpresa y preocupación—. ¿Qué haces aquí?

Sofía, una antigua amante de Kyril, sonrió con picardía.

—Pensé que era hora de que nos viéramos de nuevo. Tenemos… asuntos pendientes.

Kyril sintió cómo el suelo parecía moverse bajo sus pies. Sofía no era alguien que apareciera sin motivo, y su presencia solo podía significar problemas.

—No hay ningún asunto pendiente, Sofía —dijo, con firmeza—. Eso terminó hace mucho tiempo.

Sofía se acercó un poco más, con una expresión que mezclaba seducción y amenaza.

—¿Seguro? Porque yo recuerdo algunas promesas que nunca se cumplieron.

Kyril respiró hondo, intentando mantener la calma.

—Sofía, esto no es el momento ni el lugar. No quiero problemas.

Sofía rió suavemente, como si la situación fuera divertida.

—Oh, Kyril, siempre tan serio. No te preocupes, no vine a causar problemas… al menos no todavía. Solo quería recordarte que existo.

Antes de que Kyril pudiera responder, Valeria apareció en la puerta, con una expresión de confusión y preocupación.

—Kyril, ¿quién es? —preguntó, mirando a Sofía con desconfianza.

Sofía giró hacia Valeria, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

—Ah, tú debes ser Valeria. Encantada de conocerte. Soy Sofía, una… vieja amiga de Kyril.

Valeria miró a Kyril, buscando una explicación, pero él parecía incapaz de hablar. La tensión en el aire era palpable.

—Kyril, ¿qué está pasando? —preguntó Valeria, con voz temblorosa.

Kyril se pasó una mano por el cabello, sintiendo cómo la situación se le escapaba de las manos.

—Valeria, esto no es lo que parece. Sofía y yo… fue hace mucho tiempo.

Sofía rió de nuevo, con un tono que resultaba incómodo.

—Oh, Kyril, no seas tímido. No hay nada de qué avergonzarse. Aunque, claro, entiendo que ahora tienes otras… responsabilidades.

Valeria sintió cómo el corazón le latía con fuerza. No sabía qué pensar, pero algo en la actitud de Sofía la hacía sentir incómoda.

—Kyril, necesito que me expliques esto —dijo, con voz firme.

Kyril asintió, sintiendo que no tenía otra opción.

—Sofía, esto no es el momento. Por favor, vete.

Sofía levantó una ceja, como si la idea la divirtiera.

—Está bien, Kyril. No quiero causar problemas… por ahora. Pero esto no ha terminado.

Con eso, Sofía se dio la vuelta y se alejó, dejando a Kyril y Valeria en un silencio incómodo.

Esa noche, regresaron a su casa, la tensión era palpable. Valeria no podía dejar de pensar en la visita de Sofía, en la mansión del abuelo de Kyril. Y él no sabía cómo explicar la situación sin empeorar las cosas. Las mellizas, que habían estado jugando en su habitación, notaron que algo andaba mal.

—Mamá, ¿estás bien? —preguntó Mía, acercándose a Valeria con preocupación.

—Sí, cariño, estoy bien —respondió Valeria, aunque su voz sonaba forzada.

Lilí, que siempre era más observadora, miró a Kyril con desconfianza.

—¿Kyril hizo algo malo? —preguntó, con una franqueza que solo una niña podía tener.




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