En Busca de un Papá

Capítulo 22

El estudio de Kyril estaba envuelto en un silencio pesado, solo interrumpido por el tic-tac del reloj de pared. La foto de Valeria y las mellizas en sus manos parecía quemarle la piel, como un recordatorio constante de lo que estaba en juego. Sabía que no podía seguir evadiendo la realidad. Sofía no se detendría, y cada minuto que pasaba era una oportunidad más para que ella actuara. Con un suspiro profundo, guardó la foto en el cajón de su escritorio y se levantó. Era hora de enfrentar lo que había estado evitando.

El cielo estaba gris, como si el mundo supiera que algo trascendental estaba por ocurrir. Kyril condujo hasta el hotel donde Sofía se hospedaba, sus manos aferradas al volante con una fuerza que le hacía doler los nudillos. Cada kilómetro que recorría era un recordatorio de lo cerca que estaba de perderlo todo. Al llegar, estacionó el auto y se dirigió a la suite de Sofía con paso firme, aunque su corazón latía con una intensidad que casi lo mareaba.

Sofía lo esperaba sentada en el sofá, con la misma elegancia calculada de siempre. Esta vez, sin embargo, su sonrisa era más amplia, casi triunfal. Kyril cerró la puerta detrás de él y se paró frente a ella, cruzando los brazos.

—He venido a hablar —dijo, con una voz que intentaba sonar firme, pero que delataba la tensión que lo consumía.

Sofía lo miró con una expresión de satisfacción.

—Sabía que no me decepcionarías, Kyril. Siempre supiste cuándo era hora de ceder.

Kyril apretó los puños, conteniendo la ira que hervía en su interior.

—No he venido a ceder, Sofía. He venido a decirte que no voy a permitir que arruines mi vida. No voy a volver contigo, y no voy a dejar que le hagas daño a Valeria.

Sofía se rió, un sonido frío y carente de humor.

—¿Y cómo piensas evitarlo, Kyril? ¿Crees que puedes simplemente ignorarme y que todo se solucionará? Sabes muy bien que tengo algo que Valeria encontraría... interesante.

Kyril respiró hondo, tratando de mantener la calma.

—Sí, lo sé. Pero también sé que si le cuentas a Valeria, la estarás lastimado.

Por primera vez, la sonrisa de Sofía se hizo más intensa.

—No me importan que sufra kyril—dijo Sofía, con voz dura —. Lo que me importa es lo que me prometiste hace años atrás.

Kyril se acercó un paso más, mirándola directamente a los ojos.

—Esa promesa fue hace años, Sofía. Las personas cambian. Yo he cambiado. Y no voy a dejar que el pasado destruya mi futuro.

Sofía se levantó, enfrentándolo con una mirada desafiante.

—Entonces, ¿qué propones? ¿Crees que puedes simplemente ignorarme y que todo se solucionará?

Kyril sacó un sobre del bolsillo de su chaqueta y lo colocó sobre la mesa frente a ella.

—Aquí tienes lo que deseas Sofía. Dinero, suficiente para que te vayas y nunca vuelvas. Es todo lo que voy a darte, Sofía. No voy a permitir que sigas manipulándome.

Sofía miró el sobre con desdén, pero Kyril notó cómo sus ojos brillaban con interés. Sabía que el dinero siempre había sido una debilidad para ella. Pero está vez dudo Sofía.

—¿Y si no es suficiente? —preguntó, aunque su voz ya no tenía la misma convicción.

—Entonces tendrás que enfrentar las consecuencias —respondió Kyril, con una firmeza que no había mostrado antes—. Pero te advierto, Sofía, no voy a permitir que lastimes a Valeria y a sus hijas.

Sofía lo miró por un momento, como si estuviera evaluando sus opciones. Finalmente, tomó el sobre y lo guardó en su bolso. Y luego le dijo.

—Está bien, Kyril. Quieres guerra, pues la vas a tener.

Kyril se dirigió hacia la puerta, pero escucho a Sofía decir algunas palabras y se detuvo antes de salir.

—No creas que esto ha terminado, Kyril. Solo estoy aquí, he vuelto por lo es mío. Y ese eres tú.

—No voy a caer en tu trampa Sofía.

—Si alguna vez cambias de opinión, sabes dónde encontrarme.

Kyril no respondió. Simplemente la miró y luego salió de allí, sintiendo cómo el peso en su pecho comenzaba a angustiarse. Sabía que no había ganado la batalla, pero al menos había ganado un respiro.

De regreso a casa de Valeria. Ella lo esperaba en la puerta. Su rostro estaba lleno de preocupación, pero también de esperanza.

—¿Qué pasó? —preguntó, apenas Kyril entró.

Kyril la abrazó, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba en sus brazos.

—No quiero hablar ahora, Valeria.

Valeria lo miró a los ojos, buscando la verdad.

—¿Y qué pasa con lo que te estaba ocultando? ¿Qué era, Kyril?

Kyril suspiró, sabiendo que no podía seguir evitando la conversación.

—Te lo contaré todo, Valeria. Pero primero, necesito que sepas que te amo, y que haré lo que sea necesario para protegerte.

Valeria asintió, aunque las lágrimas comenzaban a llenar sus ojos.

—Confío en ti, Kyril. Pero necesito saber la verdad.




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