En Busca de un Papá

Capítulo 23

El ambiente en la casa de Valeria era denso, como si el aire mismo estuviera cargado de emociones contenidas. La tensión se palpaba en cada rincón, pero también había un aire de determinación, como si todos supieran que, aunque el camino sería difícil, no había vuelta atrás. Kyril, sentado en el sofá junto a Valeria, sentía el peso de sus decisiones pasadas aplastándole el pecho. Sabía que no podía seguir postergando lo inevitable. Las mellizas, Mía y Lilí, se habían retirado a su habitación después de una breve conversación, pero la preocupación en sus rostros era evidente. A pesar de su corta edad, parecían entender que algo grave estaba ocurriendo.

Valeria, sentada junto a Kyril, lo miró con una mezcla de amor y ansiedad. Sus ojos, normalmente llenos de calma, ahora reflejaban una tormenta de emociones. Sabía que Kyril estaba ocultando algo, algo que podría cambiar sus vidas para siempre. Con un suspiro, rompió el silencio que se había apoderado de la habitación.

—Kyril, no puedo seguir así —dijo Valeria, su voz temblorosa pero firme—. Necesito saber qué está pasando. ¿Qué me ocultas? ¿Qué quiere Sofía de ti?

Kyril bajó la mirada, sintiendo el peso de sus decisiones pasadas como una losa sobre sus hombros. Sabía que había llegado el momento de ser completamente honesto, pero las palabras parecían atascarse en su garganta. Finalmente, tomó una respiración profunda y comenzó a hablar, como si cada palabra fuera una confesión que lo liberaba y lo condenaba al mismo tiempo.

—Hace años, antes de conocerte, Sofía ella y yo estábamos juntos —comenzó Kyril, su voz temblorosa pero decidida—. Fue una relación complicada, llena de altibajos. Sofía siempre fue... controladora. Pero en ese momento, yo no lo veía. Estaba cegado por ella, por su carisma, por su forma de hacerme sentir importante. Pero todo cambió cuando ella quedó embarazada. Éramos jóvenes, Valeria, demasiado jóvenes. Y bueno, los dos decidimos que ese bebé no debía nacer. Fue una decisión difícil, pero en ese momento pensamos que era lo correcto.

Valeria lo escuchaba en silencio, sus ojos llenos de una mezcla de sorpresa y dolor. Kyril continuó, sintiendo que cada palabra lo liberaba un poco más, pero también lo exponía a un dolor mayor. Sabía que estaba arriesgando todo al confesar su pasado, pero también sabía que no podía seguir ocultándolo.

—Finalmente, logré alejarme de ella —continuó Kyril, su voz más firme ahora—. Me fui de mi país, cambié de vida, y te conocí a ti después. Pensé que había dejado todo atrás. Pero Sofía nunca olvida, nunca perdona. Ahora ha vuelto, y está usando mi pasado en mi contra. Tiene pruebas, documentos que podrían arruinarme... y arruinar nuestra relación.

Valeria asintió lentamente, procesando la información. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, pero su voz era firme cuando habló.

—Kyril, esto es grave. Pero no podemos dejar que Sofía te controle. No podemos permitir que destruya lo que hemos construido.

Kyril la miró, sintiendo una oleada de gratitud y amor. Sabía que no merecía su comprensión, pero estaba agradecido de tenerla a su lado en ese momento.

—No quiero que te lastime, Valeria —dijo Kyril, su voz quebrada—. No quiero que lastime a las niñas. He estado tratando de protegerlas, pero sé que no puedo hacerlo solo.

Valeria tomó su mano y la apretó con fuerza, como si quisiera transmitirle toda su fuerza y determinación.

—No estás solo, Kyril —dijo, con una voz llena de convicción—. Pero necesitas arreglar todas tus cosas con esa tal Sofía. No podemos vivir con esta espada sobre nuestras cabezas.

Kyril asintió, sintiendo que por primera vez en mucho tiempo, tenía algo de esperanza.

—Tienes razón —dijo, con una voz más firme—. Necesito ser más inteligente que ella. Sofía siempre ha jugado sucio, pero si puedo anticipar sus movimientos, tal vez pueda detenerla.

Mientras hablaban, las mellizas aparecieron nuevamente en la puerta del living. Mía, la más extrovertida de las dos, se acercó con paso decidido. Su rostro, normalmente lleno de alegría, ahora mostraba una expresión seria y determinada.

—Kyril, mamá —dijo, con una voz más fuerte de lo habitual—. No sabemos todo lo que está pasando, pero queremos ayudar. No queremos que esa mujer lastime a Kyril, menos a ti, mamá.

Lilí, siempre más tímida, asintió en silencio, pero su mirada era igual de determinada. Kyril sintió un nudo en la garganta. Estas niñas, a quienes había llegado a amar como si fueran suyas, estaban dispuestas a luchar por él, por su familia. Eso lo motivó aún más.

—Gracias, chicas —dijo, con voz emocionada—. Pero esto es algo que los adultos debemos resolver. Ustedes solo necesitan saber que las amo, y que haré todo lo posible para protegerlas.

Valeria abrazó a las mellizas, y por un momento, la familia se sintió unida, a pesar de la tormenta que se avecinaba. Sabían que el camino no sería fácil, pero también sabían que, mientras estuvieran juntos, tenían una oportunidad.

Mientras tanto, en su suite de hotel, Sofía observaba la ciudad desde la ventana. Tenía el sobre con el dinero en la mano, pero su mente estaba en otra parte. Sabía que Kyril no se rendiría tan fácilmente, y eso la enfurecía. Pero también la excitaba. Siempre había disfrutado de los juegos de poder, y este no sería la excepción.

—Muy bien, Kyril —murmuró para sí misma, con una sonrisa fría—. Si quieres jugar, jugaremos. Pero no olvides que yo siempre gano.




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