En Busca de un Papá

Capítulo 25

El café amargo seguía ardiendo en la garganta de Kyril mientras caminaba de regreso a casa, los dedos aferrados al sobre como si contuviera una bomba. Cada paso resonaba en su mente como un redoble de tambores antes de la batalla. Sofía mintió. Todo fue una farsa.

Las imágenes del pasado se agolpaban en su cabeza: la supuesta pérdida del bebé, las lágrimas de cocodrilo de Sofía, su huida repentina. ¿Cuánto había planeado? ¿Cuántas otras vidas había destrozado?

Al llegar a la casa de Valeria, las mellizas lo esperaban como dos ángeles guardianes.

—¿Trajiste donas con chispas de colores? —preguntó Mía, mirando sus manos vacías con decepción.

—No esta vez —respondió Kyril, pasando junto a ellas con una palmada cariñosa en el hombro—. Valeria, necesito hablar con su madre, chicas.

El tono hizo que las sonrisas se congelaran. Valeria asintió y lo siguió al dormitorio, donde Kyril cerró la puerta con un golpe seco.

—Mira esto —arrojó el sobre sobre la cama, revelando fotografías de Sofía y Dante en lugares exóticos, fechadas en la misma época en que ella juró estar de luto por su "hijo perdido". Entre ellas, un informe médico falsificado y mensajes de texto explícitos.

Valeria palideció. —Dios mío…

—Fue todo mentira —Kyril masculló, los nudillos blancos al aferrar el marco de la cama—. Nunca estuvo embarazada. Solo quería mi dinero y mi sufrimiento.

—¿Y ese Dante? ¿Por qué revelaría esto ahora?

—Venganza —Kyril esbozó una sonrisa amarga—. Sofía lo robó también. Pero hay algo más… —Sacó un último documento: un contrato de compra de acciones de la empresa de Kyril, firmado por Sofía. Quiere quedarse con todo.

Valeria tragó saliva. —¿Qué va hacer?

El sonido de risas infantiles en el pasillo los hizo callar. Kyril bajó la voz a un susurro lleno de hierro:

—Dante propone un encuentro con ella hoy. Que hable y admita la verdad. Pero… —dudó—, necesito que tú y las niñas se vayan a casa de mi abuelo, por si Sofía quiera hacer algo.

Valeria lo agarró de la muñeca. —¿Y si es una trampa? Dante podría estar trabajando con ella.

—No ese hombre quiere vengarse de ella —Kyril acarició su rostro—. Por eso ya llamé a León. El guardaespaldas del abuelo allí estarán bien.

Mientras Kyril salía de la casa de Valeria y se dirija a la empresa, al llegar tomo el elevador hasta el piso 42 del edificio corporativo de Kyril pareció subir más lento que nunca. A través de las paredes de cristal, la ciudad brillaba bajo el sol de mediodía, indiferente al nudo de tensiones que se apretaba en el pecho de Kyril. En su bolsillo interno, el sobre con las pruebas pesaba como un ladrillo.

"Todo termina hoy."

Al abrirse las puertas, su asistente palideció:

—¡Sr. Drakos! La Srta. Sofía lo está esperando en su oficina...

—Ok gracias —cortó Kyril, pasando junto a ella con paso firme.

Al empujar la puerta de su oficina, el aroma a jazmín lo golpeó primero. Sofía. Sentada frente a su escritorio como si fuera su dueña, con las piernas cruzadas y una taza de té humeante en las manos.

—Llegaste temprano —sonrió, mostrando esos dientes perfectos que alguna vez lo habían hechizado—. ¿Impaciente por verme?

Kyril cerró la puerta con un golpe seco.

—Basta de juegos, Sofía. Sé la verdad.

Ella arqueó una ceja, pero sus uñas acrílicas apretaron levemente la taza. Kyril arrojó el sobre sobre el escritorio. Fotografías de ella y Dante en Maldivas (fechadas un mes después de su "aborto"), extractos bancarios de transferencias clandestinas, y el informe médico falsificado se esparcieron como cartas de poker.

Sofía miró los papeles, y entonces sucedió lo inesperado: rió. Una carcajada cristalina que heló la sangre de Kyril.

—¡Ay, Kyril! ¿Crees que esto me asusta? —Se inclinó hacia adelante, su escote revelando un colgante precioso, el que le había dado en su juventud. —Que te impresiona, que aún guarde este colgante. —Sofia lo jalo de su cuello y se lo lanzó —Ya lo me sirve.

Kyril contuvo el impulso de estrangularla. Sofía leyó su expresión y su risa se desvaneció.

—Parece que hay alguien que quiere verte Sofía.

Dante irrumpió en la habitación, su traje impecable, el rostro marcado por la urgencia.

—¡No te atrevas Dante —rugió Sofía señalando a Sofía con un dedo tembloroso.

—Se te acabo tu reinado Sofía, Kyril ya sabe la verdad de todo.

Sofía se puso de pie de un salto, su elegancia habitual reemplazada por un pánico apenas disimulado.

—¡Cállate, imbécil! —le gritó, pero ya era demasiado tarde.

Dante arrojó un teléfono sobre el escritorio. En la pantalla, un video se reproducía: era Sofía, años atrás, riéndose mientras le contaba a una amiga cómo había engañado a Kyril con el falso embarazo.




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