Baño de agua fría y sartenazo
Anthony
He esperado por mi otra mitad, mi media naranja o medio limón —como quieran decirle—, pero aún no la encuentro. Y no es para menos, no tengo tiempo para nada desde que papá dejó todo a mi cargo.
—Tal vez, solo tal vez, seré soltero hasta que muera... —sacudo mi cabeza, como si eso pudiera espantar los pensamientos que me persiguen.
Cada día, esa idea de buscar pareja online me martilla la cabeza con más fuerza.
Miro mi computador, oprimo una tecla y entro al sitio web. Uno de esos donde la gente desesperada o muy ocupada como yo busca compañía. Es la segunda vez que entro; la primera fue solo por curiosidad. Miré, leí, me reí… y salí.
Esta vez, empiezo a llenar el formulario. Preguntas típicas: edad, gustos, descripción. Al terminar, doy clic en enviar.
—Estás loco, Anthony... ¿Qué clase de mujer va a responder esto? —murmuro saliendo del sitio.
—¿Qué haces? —pregunta Rob, irrumpiendo sin tocar en mi oficina.
—¿No te enseñaron a llamar antes de entrar?
—Sí, pero al ver el silencio pensé que te había dado un paro o algo.
—No seas dramático.
—¿Todo bien?
—¿Ya no puedo visitar a mi mejor amigo?
Lo miro extrañado. Recién noto la hora.
—Anthony, son casi las diez de la noche.
—Tengo una vida ocupada, Rob.
—Y por eso mismo necesitas una distracción. Vamos a pasar una noche de amigos.
—Tengo trabajo.
—La bolsa va a subir o bajar aunque tú no estés frente al computador. Vamos, o te llevo a la fuerza.
Me echo a reír.
—Necesito una distracción —digo, y empiezo a guardar todo.
Horas después, estoy con un vaso de whisky en la mano, mucho más relajado.
❀✿❃✿❃✿❀
Tres días después, todo marchaba bien en la empresa. Lo que no marchaba tan bien era mi computadora: parecía a punto de explotar con tantas notificaciones. Al principio no les di importancia, pero una en particular me llamó la atención. Al abrirla, leí:
Nombre: Roxana Alzarie (Roxxy)
Edad: 22 años
Personalidad: Divertida, alegre, y muchas otras que tal vez descubras por tu cuenta.
¿Por qué te gustaría salir con alguien como yo?
* Porque quiero salir de la rutina, estoy aburrida de estudiar y no obtener nada a cambio. Ah, y porque quiero divertirme. Tal vez me dejes tus millones (si no tienes hijos, claro). Pero, siendo sincera, estás un poco mayor para estar solo. En fin, espero podamos congeniar.
PD: Si eres un hombre muy ocupado, debes ser muy aburrido. Te invito un helado, a ver si te endulzas la vida.
No recuerdo haber escrito esa pregunta, pero su respuesta me sacó una carcajada.
Busco su foto: se ve angelical.
—Iré por ese helado —digo en voz alta, apuntando su dirección.
Roxxy
Estoy frente al monitor, tratando de escribir citas de autores del siglo XIX para una tarea. Pero en vez de concentrarme, mi dedo travieso escribe "citas" en el buscador... y me aparecen sitios para encontrar pareja.
Hago clic en uno al azar y lo primero que leo me hace reír:
"Hombre ocupado busca compañía de una mujer con estabilidad emocional."
—¡Ay por favor! —me río a carcajadas.
Edad: 36 años.
No tan viejo. De hecho, está bastante bien. Guapo, con esa mirada que atrapa...
—En especial a una loca como tú —me dice mi conciencia.
La mando a buzón.
Empiezo a responder. Me entretengo contestando sus preguntas y al final, en un arranque de locura, le dejo mi dirección de la universidad... y del apartamento. Sé que es una locura, pero vamos, nadie en su sano juicio se presentaría, ¿cierto?
Tres días han pasado desde que envié el mensaje. Nada. Ni una señal. Ni un loco queriendo robarme un órgano. Todo es mentira.
—Roxxy, ¿estás ocupada? —me interrumpe el casero.
—Sí, bastante.
—Ya van tres meses sin pagar. Y tu hermana no aparece. Creo que podrías pasar la noche conmigo... —su voz me da náuseas.
—Está loco, ¡se le zafó un tornillo!
—Roxxy, si te entregas a mí, tendrás un año gratis de renta...
—¡Prefiero dormir en la calle! —le grito, y cierro la puerta de golpe.
Marcó a mi hermana por quinta vez hasta que por fin contesta.
—¿Qué quieres, Roxxy?
—¡DINERO, Jovana! ¡Quedamos en pagar esto entre las dos!
—Estoy ocupada, luego te mando.
—¡Llevas tres meses ocupada!
—Sí, sí, luego la mando...
Desde mis 15 años vivo con ella. Éramos inseparables, pero últimamente no sé en qué anda. Estoy harta. Tal vez debería acosar a un millonario...
Me dejo caer en el sofá. La puerta suena. Me tenso. Seguro es ese viejo otra vez. Voy a la cocina, agarro agua helada y una sartén.
Abro la puerta y ¡zas! Le echo el agua fría.
—¡Para que se le baje la calentura, viejo cochino! —y le doy un sartenazo. —¡Y esto por atrevido!
El hombre se tambalea y cae al piso.
Parpadeo... y lo miro bien.
¡No es el casero! ¡Es...!
—¡Ay lo maté!
—Se suponía que venía por un helado, no por un baño de agua fría y un sartenazo —gruñe, sobándose la cabeza—. Roxxy verdad —me he quedado pasmada, que hace él aquí.
¡Ay me va a dar algo!
—¿Anthony...? —susurro.
—Él mismo. Anthony... el hombre ocupado.