En las redes del Amor

Capítulo 9: Herida

—¿Qué dijiste? — me demando con sus ojitos repletos de temor, lo que acaba de hacer era de cobardes, pero no podía dejarla ir, no aún.

—¡Lo que oíste, no puedes marcharte, si no quieres que la vida de tu hermana corra peligro!

—¿E-n-toces tú….?

—Te quedarás en la mansión y fingirás ser mi pareja hasta que lo diga, me metí en un problema al liberarte, tendrás que irte cuando no levantes sospechas —le dije un tono implacable que odie, sí, me estaba convirtiendo en un demonio peor que él era, y lo peor era que no me importaba con tal de que estuviera a mi lado.

—Bueno, harás lo que te dije, y no me hagas perder el tiempo con repeticiones

—¡No, esto no puede ser posible! —pronunció estupefacta, como si fuera la primera vez que me observara

—¿Acaso olvidas lo que soy? Pues voy a gritártelo: ¡Soy un maldito mafioso y no tengo corazón!


 

Varias horas habían pasado desde que la había chantajeado, ¿Qué cómo me sentía?, no tenía respuesta para ello, no era el demonio en persona, pero tampoco era un santo. Era un mafioso que había enterrado su corazón el mismo día que los había enterrado a ellos.

 Había perdido todo atisbo de esperanza de que  este volviera a latir, hasta que la tuve enfrente de mí, no importa si con ello terminaba de ganarme el infierno, necesitaba saber lo que me estaba sucediendo de una vez por todas.

 

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando los miembros de nuestro grupo llegaron, hoy planearíamos uno de nuestros golpes más fuertes en los últimos meses. Este golpe no solo nos beneficiara económicamente, sino que acabaría cualquier rumor de que estaba sucediendo algo extraño en nuestro grupo, esta vez era más necesario que antes que todo saliera bien.

 La reunión continuó durante horas hasta que todos los cabos fueron unidos, planeamos hasta el más mínimo detalle, repasamos hasta lo más insignificante hasta estar plenamente convencidos de que nuestra victoria era más que segura.

—¡Bien, hoy todos dormirán aquí, no se desvelen, nuestra misión será a las 3 AM!, así que aprovechen para descansar! Esta misión es muy importante, todo debe quedar estupendamente bien.  Después de mis palabras, todos se dispusieron a descansar como les había solicitado, excepto Ann, quien me observaba como si fuera un inmenso regalo del cual quería degustar.

—¿Qué dices si te masajeo un poco antes de la misión? —pronunció con un repugnante movimiento de caderas y con una mirada totalmente lujuriosa. No mentiré y diré que nunca tonteé con ella, solo diré que es una de esas experiencias que no me gustaría repetir. Y no porque no fuera bella, al contrario, pero me enfermaba lo superficial que era, a lo mejor yo era del problema y no ella, tal vez no quería nada superficial después de haber tenido algo tan profundo como lo que tuve…con ella.

—Iré a descansar como le dije a los demás —le contesté abruptamente mientras analizaba cuál sería su reacción al saber lo de la fierecilla, de hecho aún no comprendía que no lo supiera.

—Pero tú y yo no somos los demás —me contestó al tiempo que colocaba su mano sobre mi pecho, la cual retire en un santiamén

—Dije que no y espero que tengas la suficiente inteligencia para comprender el significado tan sencillo que esconde ese monosílabo —vi como su rostro cambiaba drásticamente antes de ir directo hacia mi cuarto. Estaba a punto de entrar a mi habitación cuando sin darme cuenta mis pasos me llevaron justo a la habitación de la fiera, desde el momento en que la había chantajeado no la había visto.

Toque sutilmente y espere obtener alguna respuesta, pero todo fue en vano, toque nuevamente y el resultado fue el mismo, me alarme y entre inmediatamente para encontrarme con una escena totalmente inesperada.

Me acerqué para contemplar mejor lo que estaba observando, frente a mí tenía  a un ángel totalmente durmiendo plácidamente en la enorme cama. Esperaba encontrarla llorando o asustada, pero no tan cómoda como estaba, en definitiva, ella lograba sorprenderme cada vez más. Toque su angelical rostro con sumo cuidado de no despertarla, sintiendo algo extraño recorrer todo mi cuerpo. No entendía nada de lo que estaba sucediendo y estaba más que seguro de que estaba siendo un estúpido egoísta, pero no podía evitarlo…o no quería.

Pasé los siguientes segundos observándola hasta que de repente abrió sus ojos abruptamente y la dulzura que desde entonces había adornado su rostro la abandonó por completo.  Tenía sus ojos puestos totalmente en mí, con una mirada tan ruda que por un momento temí…no ser dueño de mis decisiones y dejarla marchar, pero no podía, no todavía.

—Y-oo — intenté decir, fallando estrepitosamente, los nervios se habían apoderado de mí vertiginosamente, como si fuera un simple adolescente y no el líder mafioso que supuestamente era

—No tienes por qué darme explicaciones, después de todo, soy tu esclava —me contestó visiblemente enojada, ¿no se supone que debería estar asustada? ¿No se supone que debería de enfurecerme su actitud?

—No eres ninguna esclava— le conteste, viendo como me dedicaba una mirada que fácilmente podría helar la piel de cualquiera, así que decidí abandonar la habitación y escapar de su presencia, sintiendo como el peso de su mirada se tornaba tan pesada como enormes kilos sobre mi espalda.


 

Horas después todos estamos preparados, en el lugar exacto donde llevaríamos a cabo nuestra misión, la adrenalina recorría sin piedad alguna, todo mi torrente sanguíneo. Leves gotas de sudor cubrían toda mi frente mientras los pálpitos de mi corazón eran cada vez más frenéticos.  Esta misión era muy importante, un solo paso en falso y no sólo no tendríamos el éxito que tanto esperábamos sino que no….viviríamos para contarlo.

Todo el equipo estaba en lugares estratégicos, Ann estaba en la entrada, nos informaría de cualquier elemento sorpresivo que se presentará en el ambiente. Pedro estaba en nuestra furgoneta junto a Carlos controlando todas las cámaras del lugar y nos guiaban mediante los micrófonos diminutos que portábamos. Todos estábamos atentos a que la reunión finalizará, para poder inicio a nuestro plan.




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