En las redes del Amor

Capítulo 23: ¿Imposible?

Acababa de revelar esa gran verdad que nunca pensé saldría de mis labios, pero era justo lo que acababa de hacer. Aquello que había jurado jamás revelar, aquella parte oscura y siniestra de mi niñez. Nunca pensé que lo revelaría, pero lo había hecho por amor. Por amor había regresado a mi infancia, a una infancia que se había esculpido con sangre y dolor.

Aún no lo podía creer, pero por fin lo había dicho

“NUNCA SERÍA CAPAZ DE ABUSAR DE NINGUNA MUJER, PORQUE FUI ABUSADO”, con esas palabras me había liberado, pero Lucy acaba de fallecer para mí. Pese a la horrorosa verdad que acaba de contarle, veía en sus ojos la incredulidad, me había creído por unos segundos, pero luego la frialdad de la duda se había instalado en sus ojos, ya no podría luchar más por ella, no, sino pese a todo lo que habíamos compartido seguía dudando de mí.

 

Sentí algo desgarrador y potente moverse dentro de mí. Por ese segundo me había perdido en la profundidad de esos ojos melancólicos que expresaban un dolor tan intenso y jamás visto, pero Stayci lo había acusado después que le insistiera, así que solo era un actor consumado.

Pero cuando lo había visto marcharse sin mirar atrás, tras mi silencio prolongado que a leguas decía que no creía en ninguna de sus palabras, había sentido como una especie de muerte me consumiera, su mirada había sido clara: ¡Todo había terminado!

 

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuche a Stayci gemir, en un parpadeo me acerqué a ella.

—¿Te duele algo? —le pregunté asustada

—¡Quiero que nos vayamos de aquí lo más rápido posible, por favor vámonos YA!

—Pero todavía no estás…—intente decir

—Por favor ya no soporto estar ni un segundo más aquí —dijo con ojos suplicantes y eso fue todo lo que necesite para saber que debía iniciar los preparativos de nuestra partida. El momento de alejarme y de salir de una vez por todas de la vida de Enrique ya había llegado.

 

Stayci

Mi plan estaba marchando a la perfección, dentro de poco cumpliría con mi misión. Y pensar que la tonta de mi hermana se estaba creyendo todo el plan, ¡pobre, por fin un hombre le ponía atención y ahí estaba yo para arruinarlo todo! Debía confesar que, aunque todo estaba marchando según el plan, no podía dejar de sentir rabia. ¡Ese espécimen me había rechazado por ella, que no era más que un adefesio, pero bueno ya lo estaba pagando bien caro! 

Todavía podía sentir toda la estupefacción que me invadió cuando el muy estúpido me rechazo, por eso había aceptado muy gustosa el plan que me había propuesto Axel. No lo dude ni por un segundo, no solo ganaría una cifra que me permitiría vivir comodante durante muchos años, sino que además podría vengarme del bobito de mi cuñado. Fue sumamente fácil llevar el plan a cabo.

Una droga potente en su bebida que lo hizo dormir como un bebe, unos cuantos cortes en mi cuerpo, las esposas y la actuación estelar la tuvo aquel actor que se disfrazó de forma idéntica a uno de los médicos personales de mi cuñis.

Todo había marchado tal cual lo planeado, de hecho, mucho mejor, pero mi hermana estaba a punto de flaquear, lo había visto cuando el bombón de su prometido le había confesado lo del abuso. Por eso la había alentado a irnos cuanto antes, además ya estaba cansada de hacer el papel de “víctima dolida e indefensa”, eso sin contar que Axel solo me daría el dinero cuando terminara mi trabajo y alejara a mi hermana de su jefe. Todavía no comprendía la razón de su odio, aunque había visto como se le iban los ojos por la rubia boba que había en la mansión y está a su vez solo tenía ojos para mi cuñadito, quien parecía ignorar la existencia de todos menos el de la insípida de la coja de mi hermana.

 


 

Axel

Estaba tomando champán, uno de los más exquisitos que había degustado en toda mi vida. Por fin estaba viendo mi adorada venganza materializarse. El maldito de Enrique, estaba pagando con creces el haberme arrebatado la atención de la mujer que amaba. Aunque la bebida que estaba ingiriendo era la más dulce que había probado en toda mi vida, pero había algo más dulce aún: ¡era el magnífico sabor de la venganza que subía por mi garganta y llenaba todo mi paladar!

Ahora “mi jefecito” estaba sufriendo, no tendría cabeza para los negocios, ahora sería el momento ideal para hundirlo por completo, en todas las esferas de su mugrosa vida.

 

Ya había realizado todos los preparativos, Lorena me había ayudado, ya tenía un pequeño apartamento rentado, ya había localizado en el periódico varias vacantes y en cuanto nos mudáramos llamaría para solicitar entrevistas. No llevaría nada de lo que Enrique me había comprado, no quería nada que me recordara a mi vida junta él.

Mi iría de la misma forma que me había entrado: ¡con las manos vacías y el corazón desgarrado! Aún podía sentir la angustia que tenía cuando entré desesperada buscando a Satyci, mi preocupación ahora era menor, pero mi dolor se había elevado vertiginosamente. Ingenuamente, había creído que nada podía superar lo que viví en ese momento, había comprobado mi craso error.

Ahora solo me quedaba ir a la fundación a despedirme de los niños, eso sería una de las cosas más dolorosas. Les había prometido no abandonarlos, y era justamente lo que estaba a punto de hacer. Enrique los había colocado en mi vida y ahora me los arrebataba cruelmente, ¡maldito, como pude pensar alguna vez que era diferente!

Llegue con pasos temblorosos, después de hablar con Lorena y asegurarse que Stayci estaba bien. Ahora debía decirles adiós a esos pequeños que inocentemente me abrieron las puertas de sus corazones. Al abrir la puerta vinieron corriendo hacia mis brazos. En pocos segundos me encontré en el suelo con muchos cuerpecitos y miradas traviesas rodeándome, fue entonces cuando lo supe, yo me iría de sus vidas, pero ellos siempre permanecerían en mi corazón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.