En las redes del Amor

Capítulo 27: Imagine

Señor Taveras

Todo estaba sucediendo demasiado rápido. En una sola milésima de segundos miles de recuerdos y de pensamientos pasaron por mi mente. Mis párpados ya me habían obligado a cerrar mis ojos, pero necesitaba alertar a mi hijo, no podía irme de este mundo sin antes abrirles los ojos al único ser que todavía me importaba. Intenté abrir mis labios mientras todo a mi alrededor era un caos, parecía estar viviendo la escena de una película, una de terror, donde yo sería la única víctima.

Sentía una presión muy fuerte en mi pecho al ver la preocupación latente en los ojos de mi hijo. Me quedaba poco tiempo, lo presentía, debía aprovechar el único tiempo que me quedaba, alertaría a mi hijo sobre su esposa, había dejado pruebas sobre la culpabilidad de Axel, necesitaba abrirle los ojos sobre la arpía que tenía a su lado, necesitaba despedirme de mi razón de existir, por uso con el último hálito de vida que me quedaba, haciendo un esfuerzo sobrenatural le dije:

—“Er-es mi hij-o, mi sangre, p-or tus venas corre m-i legado.

Siempre actúa con honor, cumple tu palabra, no tomes decisiones apresuradas y menos por ese aparato absurdo que tenemos llamado corazón.

Esta es nuestra vida y nunca podremos escapar de ella, nunca hagas algo que destruya nuestro nombre, y nunca, nunca jamás…caigas en aquella estúpida trampa que muchos llaman amor, júramelo hijo, júrame que hagas lo que hagas nunca estarás en las redes del amor”, ella tu esposa es…. —intente decir, pero mis fuerzas me abandonaron por completo, era mi fin, no había duda, por eso solo me limite a observar a mi hijo con todo el amor que había en mi corazón, con esa mirada le dije lo que nunca le había dicho antes: que lo amaba, que era el único ser por el cual había sentido un amor puro, pleno. Vi sus lágrimas caer como si fuera un niño pequeño, vi como movía sus labios con desesperación, y aunque sonara tonto, eso provoco una enorme sonrisa de satisfacción en mis labios: ¡tenía el gran privilegio de cerrar mis ojos en brazos del ser que amaba! Ese fue el último pensamiento que pobló mi mente y luego una gran oscuridad se apoderó de mí, seguido de la nada, provocando que mis parpados se cerraran y esta vez definitivamente.


 

 

¡NOOOOOOOOOOOOOOOO! — escuché decir de forma desgarradora, tan desgarradora como nunca antes lo había escuchado, el grito lastimero se había repetido en varias ocasiones y cada vez parecía más cercano, de esta forma lo había comprendido: ¡ese grito había escapado desde lo más profundo de mis entrañas, había quebrantado mi alma y era producto del terrible dolor que me embargaba!

Toqué su cuerpo mientras la ambulancia ya venía en camino, mientras mis hombres revisaban toda la casa y Lucy decía palabras que para mí en ese momento eran incomprensibles. Seguí llamándolo, pero no obtuve respuesta alguna, sus palabras de despedida había sido lo último que había hecho antes de dedicarme todo el amor que sentía por mí en una mirada, en una sola mirada que había válido por todas las palabras que nunca me había dedicado en vida. 

 

Un vacío enorme se instaló en mi corazón mientras ese mismo frío se iba apoderando de su cuerpo, vi como todos los demás me hablaban, como seguían convirtiendo la mansión en un muladar, yo solo podía abrazar el cuerpo del hombre que había arruinado mi existencia, pero que me había dado cuanto poseía en mi vida, al hombre que admiraba, que amaba, al hombre que nunca me había dicho que amaba sino justo en el instante de su muerte. En ese momento no era el mafioso temido por los demás, el adversario odiado, ni siquiera era un simple delincuente, solo era un hijo que acababa de perder a su padre.

 

 

La ambulancia había llegado, después, cuando ya no había nada que hacer. Mis hombres no habían descubierto nada, y de momento todos empezaron a pedirme órdenes, a decir lo que debíamos de hacer y demás, no soporte y sin darme cuenta, saqué mi arma y lance tres disparos, todos callaron mientras se daban cuenta de que no quería escucharlos:

 

—¡Preparen los preparativos para enterrar a mi padre como el gran líder que fue y siempre será, le daremos la despedida que se merece! — dije sin ningún rastro de las lágrimas que había derramado, ya no lloraría, ya no quedaban lágrimas en mí. Ahora me encargaría de darle un entierro digno a mi padre y luego me encargaría de una vez por todas de ese maldito enemigo que teníamos y que hasta ahora no había dado con su paradero, ¡si la muerte de mi padre también era mi culpa!

 

 

 

Al día siguiente

Me encontraba rodeado de personas, pero nunca me había sentido tan en soledad como me sentía en ese momento, ni siquiera Lucy lograba apaciguar el dolor que rompía mi pecho. Aún no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo, pero era mi maldita realidad.

Estaba sepultando al ser que me había dado la vida, a mi maestro, a mi mentor, al único pariente que tenía. Lo estaba enterrando en el mismo lugar que los había enterrado a ellos, parecía que mi destino era sencillamente sepultar a todos mis seres amados. Sentí el brazo de Lucy en señal genuino de apoyo mientras todos mis hombres rendían homenaje a quien también había sido su líder durante mucho tiempo. 

El grupo XYZ estaba incompleto. Después de los rituales todos empezaron con la investigación que se había convertido en nuestra misión primordial, encontraríamos a ese malnacido si o si, y ni siquiera podría decir que lo asesinaría como un insecto, ya que eso sería demasiado benevolente para lo que le haría.

 

 

Tres días después

Todo seguía igual, un vacío enorme crecía cada vez dentro de mi pobre corazón, unido a una ira sin igual por no poder dar con el responsable de la muerte de mi padre. Todas las investigaciones habían sido infructuosas, lo peor de todo es que mientras no lo descubriera ese….seguía viviendo y coleando al tiempo que el cadáver de mi padre se convertía en cenizas. Lo peor de todo es que sabía que había un infiltrado, ¿pero quién? ¿Quién era el traidor que estaba entre nosotros? Todos mis hombres estaban investigando, mientras Axel y yo manteníamos una investigación con algunos aliados externos, ya que sabía que el traidor estaba entre nosotros, pero lo encontraría, aunque tuviera que buscarlo en esta vida y en todas las que existieran.




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